Este es el video dado a conocer por el Pentágono, ya editado.
Un reportaje muy interesante sobre los medios y la guerra, enfocándose en el caso de Jessica Lynch.
I: Buenos días
Si no fuera por lo granuloso de la imagen, podríamos estar viendo una película de guerra dirigida por Spielberg. En la primera secuencia vemos un grupo de soldados frente a computadoras portátiles, al parecer haciendo un arduo trabajo de investigación. Agua embotellada, walkie talkies, mapas. Corte a reunión de una veintena de soldados discutiendo sobre una mesa el plan de ataque; se dan instrucciones, se dibujan rutas. Exterior: soldados preparándose, rodilleras, chalecos blindados, googles de visión nocturna, radios, cámaras, GPSs, gadgets de todo tipo; soldados suben camiones, parten camiones y tanques. Corte a cámara de visión nocturna que nos muestra desde el helicóptero los puntitos brillantes que son los transportes de soldados y las unidades artilladas, todo en orden, dicen por la radio. Cámaras en los transportes muestran la vista infrarroja de Nasiriya, Irak, vacía. Helicóptero aterrizando, vemos desde el aire el objetivo del operativo agrandándose en la pantalla: hospital. Soldados corren, uno se agazapa debajo de una ventana, los otros corren a la puerta. Interior: dos soldados médicos se inclinan sobre una Jessica Lynch desorientada y débil que parece no asimilar lo que está pasando. Se oyen gritos y órdenes; uno de los médicos le pregunta que si tiene dolor, ella dice que solo en la espalda cuando la mueven. Suena una ráfaga, Jessica grita, aterrorizada, “it’s ok”, le asegura el camarógrafo, “it’s ok”. Empiezan a prepararla para subirla a una camilla; uno de los soldados pregunta a otro, como casualmente, “todavía tienes aquella bandera?”. Escaleras, “lo estás haciendo muy bien, Jessica”. Helicóptero, vuelo nocturno, luego el traslado de la soldado herida a un avión. Cubriendo a Jessica, sobre la camilla, una bandera de Estados Unidos. “Welcome home”, es lo último que se escucha en el video de lo que parece el primer rescate de una prisionera de guerra norteamericana desde la Segunda Guerra Mundial. Es marzo de 2003. Las palabras misteriosas de hoy son: de secuestros y rescates, parte uno.
II: Gloria al rescatado, y a los rescatadores
Si las huidas de prisioneros en tiempo de guerra son algo que debilita la moral del ejército custodio, los rescates militares lo son más. Un rescate por la vía armada es algo de lo que los ejecutores siempre se vanaglorian y de lo que tratan de sacar el mayor partido posible, políticamente, sobre todo, pero también mediáticamente, para convertir el triunfo en una esferita qué colgar en el árbol de la moral elevada del pueblo que apoya a sus tropas. Y a su presidente.
Las historias de rescate de prisioneros son una oportunidad para inventar lo que no sucedió, para exagerar los hechos, para acomodar las piezas al gusto y tejer el mito, dándole a la operación los tintes epopéyicos que la causa requiera. Así, en la historia moderna las acciones militares de rescate se videograban, y luego el video se corta y se maquilla, para mostrar nada más lo que convenga. Una imagen vale más que mil palabras; una imagen convenientemente editada vale más que un millón.
III: “And… action!”
“Jessica Lynch vació el cargador de su arma y siguió disparando a los iraquíes, aún y cuando ya había sido herida de bala en varias ocasiones y veía a sus compañeros caer muertos a su alrededor”, dijo una fuente del Pentágono al Washington Post. Y así, otras fuentes fueron filtrando detalles de la heroica epopeya de Lynch. Empezó la leyenda. “La Rambo de West Virginia”, la nombraron los medios. Se convirtió en el símbolo nacional de la juventud que luchaba por su país, su nombre fue sinónimo de valentía y patriotismo. El iraquí que chivateó su paradero a las tropas norteamericanas fue recibido como asilado en Estados Unidos; escribió un libro, lo vendió por 300 mil dólares. Jessica dio el visto bueno a su biografía autorizada, HBO produjo una película con la historia de su glorioso rescate, la soldado fue condecorada con la Medalla de Prisioneros de Guerra, el Corazón Púrpura (por heridas en batalla), y la Estrella de Bronce (por valentía en el combate).
Sin embargo, pronto vendría la controversia. Una investigación periodística reveló que los soldados norteamericanos habían maltratado al personal del hospital y que les habían disparado salvas; no había militares iraquíes en el hospital, no había necesidad de derribar puertas ni volcar instrumental: sólo tenían que haber preguntado, dijeron los doctores. Luego, Jessica Lynch también diría su verdad: nunca había disparado su arma, ni siquiera había entrado en combate: su transporte chocó y ella se quebró varias costillas y se dislocó una vértebra, pero no había sufrido heridas de bala ni disparado una sola porque su arma se había trabado, y ella quedó desmayada después del choque. Tampoco había estado prisionera: los médicos del hospital la habían tratado bien. Conclusión: el ejército invasor sabía que la soldado herida estaba en un hospital civil, sin vigilancia, y les pareció la oportunidad perfecta para escenificar una mascarada que sirviera de instrumento propagandístico. Los disparos de salva eran nada más para ambientar el video.
Meses después de su rescate, ya recuperada físicamente, Jessica Lynch renunció al ejército y denunció al Pentágono de tergiversar su historia y de exagerarla e inventar partes de ella para mentir a los norteamericanos. Nadie le hizo mucho caso, los medios —al menos allá— no le hicieron tanto ruido al desmentido. Cuatro años después, se presentó en una audiencia ante el Congreso en donde dejó claro que todo había sido una farsa y que el gobierno había mentido sobre su supuesto rescate. Tácitamente reconoció que no merecía ninguna de las condecoraciones, pero no devolvió ninguna.
Continuará el jueves, claro, con la historia de la rescatada célebre más reciente. El video del rescate de Lynch, en el blog: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: ernestocortes@itesm.mx.
lunes, 7 de julio de 2008
El video de Jessica Lynch
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