Conciencia

viernes, 27 de junio de 2008

Jueves 26/jun/08: Margaret Atwood


I: Buenos días
En la Chapters (el Starbucks de las librerías) de la calle Rideau, en el corazón de Ottawa, hay un mural donde están escritos, en letras de diferentes tonos y tipos, los nombres de escritores canadienses prominentes: John Newlove, Leonard Cohen, Michael Ondaatje, Felix Leclerc, Bill Bisset… “The World needs more Canada”, dice al pie del mural. Lugar prominente y letra distintiva en la lista merece el nombre de Margaret Atwood. No en vano. La escritora canadiense más premiada de la historia, cuyo nombre en los últimos años ha estado sonando en la Academia Sueca, agregó ayer a su palmarés el Premio Príncipe de Asturias, “por su espléndida obra literaria, que ha explorado diferentes géneros con agudeza e ironía”, misma que, a decir del jurado, “asume inteligentemente la tradición clásica, defiende la dignidad de las mujeres y denuncia situaciones de injusticia social”. Las palabras misteriosas de hoy son: Margaret Atwood.

II: “Lo que te dejo no es mucho, pero incluye la verdad”
Lectores asiduos de esta columna (si los hubiera) recordarán que en repetidas ocasiones hemos citado a Margaret Atwood aquí, particularmente su novela Oryx and Crake, en la que se retrata un mundo post apocalíptico, devastado por la tecnología mal usada y la reorganización social basada en la tecnocracia. Atwood, aunque ha sido catalogada como escritora de ciencia ficción (incluso obteniendo el premio Arthur C. Clarke, de la especialidad), no se considera a sí misma como parte del género, insistiendo en que lo suyo es “Literatura de anticipación”. A ella no le interesan los autos voladores ni las máquinas del tiempo ni las naves espaciales; su preocupación es el futuro de la humanidad, tanto respecto a las libertades individuales como al medio ambiente en que vivirá dentro de algunos años. Desafortunadamente, dice la escritora, todos los panoramas incluidos en sus novelas, no son más que la proyección a mediano plazo del camino que ya hemos tomado. No es, por tanto, ficción, es anticipación a lo que viene.

III: “Una puede pensar apropiadamente solo con la ropa puesta”
Cuando escribió su primera novela, The edible woman (La mujer comestible), en 1965, faltaban varios años para que en Norteamérica se diera el movimiento feminista. Por lo tanto, su publicación fue un hito en la literatura canadiense: Atwood dice que fue una obra “protofeminista”. Hace 40 años, fue sorpresivo que una mujer escribiera sobre otras mujeres que se rebelaban contra su rol de género preestablecido, mujeres que decidían su vida, que demandaban igualdad. Vendrían otras novelas donde las protagonistas eran mujeres que cuestionaban, de distintas formas, el machismo occidental: Bodily Harm, Life before man, Surfacing, Lady Oracle y, una que llamó poderosamente la atención y que ha sido comparada con Un mundo feliz, de Huxley, y con 1984, de Orwell: The handmaid’s tale (El cuento de la criada), donde una sociedad distópica relega a las mujeres a jugar un papel de esclavas y de procreadoras, reducidos al mínimo sus derechos sociales. Esta novela, presentada como el escrito, encontrado en el futuro, de una madre joven reducida a la esclavitud y dada en premio a un comandante, tuvo un fuerte impacto en el mundo literario. Obtuvo los premios Arthur C. Clarke y del Gobernador General (altísima distinción canadiense), y estuvo nominado al Booker Prize, así como al Nebula y al Prometheus (ambos de ciencia ficción). The handmaid’s tale ha sido adaptada al teatro, a la radio, se filmó como película en 2001, y de 2000 a 2003 se presentó como ópera en Copenhague y en Londres.

IV: “Me gustaría ser ignorante. Así no sabría cuán ignorante soy”
Además de 13 novelas, Atwood ha publicado una veintena de libros de poesía, otros tanto de narrativa corta, cinco antologías elementales de la literatura canadiense y norteamericana (incluyendo los Oxford Books de poesía y cuento canadiense), media docena de libros para niños, y una decena de obras de crítica literaria. No es gratis que en Canadá la pongan con letras grandes y en negrita en la pared de los literatos consagrados. No es casualidad que su nombre, desde hace algunos cinco años, suene como una de las candidatas con opción mayor al Nobel. Actualmente, Atwood se encuentra dando los toques finales a la novela que publicará el próximo año, God’s Gardeners, que, por el título, es posible que tenga conexión con Oryx y Crake, dado que los Jardineros de Dios son un grupo ecologista-terrorista que aparece como único —y cuestionable— contrapeso a la aplastante política ejercida por las corporaciones que gobiernan el mundo en la visión distópica de la canadiense. A sus 68 años, Margaret Atwood está, como dicen en inglés, at the peak of her powers.

V: Yo sé, yo sé…
Yo sé que con tanto alboroto que hay ahorita entre los idos, los descarriados y los readmitidos, hay mucha tela para cortar en los temas de la política local y parecería que son pavadas el andar escribiendo de literatura con tanto chisme fresco. Por hoy, sin embargo, me ganó la repulsión de ver la cloaca tan destapada, las caras duras de los maromeros, las sonrisas a la Troy McClure de los hipócritas (related search: The Simpsons), las manos estiradas de los ambiciosos. No sé, política hoy como que no.

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