Conciencia

lunes, 28 de diciembre de 2009

Corriendo sin balón: Messi, el Barcelona


Qué bonito es el futbol cuando es hermoso. Esta cita (que originalmente le leí a Trino Camacho, el caricaturista) es lo único que me viene a la mente ahora, a final de año, viendo los títulos del FC Barcelona, que en este 2009 ha arrasado con todo lo que se le ha puesto enfrente, y nos ha regalado bellos momentos futbolísticos, donde no solamente ha campeado el orden y la disciplina, sino la creatividad y la belleza sobre la cancha.

El papá de Mafalda se encabronaba cuando le decían que sus plantas eran tan bonitas que parecían de plástico, y algo de esa irresponsabilidad hay también en la siguiente afirmación, pero cuando uno ve jugar al Barcelona es como si estuviera viendo un partido de Playstation. La habilidad y la magia de los futbolistas virtuales que protagonizan los juegos de la FIFA para consola de videojuegos es comparable con la precisión que vemos en el empastado cuando el azulgrana se planta y se dispone a dar cátedras de buen balompié.

Me tocó ver el juego desde Montevideo, y debo confesar que lo hice con algo de morbo. Acá la mayoría de la gente apoyaba a Estudiantes, por una cuestión de cercanía geográfica y de solidaridad rioplatense, con todo y que también hay una gran apreciación por el juego del Barcelona, en particular por las habilidades de Messi. La razón del morbo era, precisamente, el enfrentamiento del argentino jugador del Barcelona contra sus compatriotas del Estudiantes, y no salí defraudado. Al anotar Lionel Messi el gol del triunfo, por un lado saltó a la gloria y confirmó por qué se le considera el mejor jugador del planeta, pero por el otro, provocó un conflicto en el que salen a relucir palabras como “patriotismo” y “traición” entre los aficionados argentinos, que ya empezaron a reaccionar.

Acá los diarios reportan que del otro lado del Río de la Plata, en Buenos Aires de inmediato salieron las hordas de hinchas a la calle para grafitear paredes denostando al goleador del azulgrana. “Messi putito”, se lee en una de las pintas más amables. Los medios cuestionan (como en su momento lo hicieron en México con Hugo Sánchez, o como ahora lo hacemos con Rafa Márquez) por qué Messi no juega igual de bien cuando se le alinea en la selección nacional, y por qué, en cambio, con su club no falla una. En los encuentros de clasificación sus actuaciones fueron más bien discretas, por no decir que intrascendentes o hasta agónicas en algunos casos, y el hecho de que en esta ocasión se haya convertido en el verdugo de sus compatriotas que ambicionaban traerse a Argentina el trofeo del Mundial de Clubes ha sido un motivo de gran enojo en estas tierras.

Habrá que ver ahora cómo se le trata cuando regrese a vestir el uniforme de la selección nacional en los encuentros que tendrá Argentina previamente al Mundial de Sudáfrica 2010. Veremos si hay clemencia y olvido, y los aficionados le dan el voto de confianza, o si pesa más la memoria histórica y el mejor jugador del mundo termine siendo rechazado en su propio país. Vienen al cuento dos refranes: por un lado, uno que nos recuerda la triste verdad humana de que “nadie es profeta en su tierra”; pero por otro lado, el que nos trae a la memoria la obligación del futbolista de partirse el alma sin importar la camiseta que vista: “el que es perico, donde quiera es verde”.

Este y otros artículos en http://www.ernestocortes.com/. Los leo: Ernesto@CuerdaCueroyCanto.com

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