Conciencia

viernes, 25 de setiembre de 2009

Corriendo sin balón: Haile Gebrselassie


Hace dos años, el atletismo mexicano pasó una de sus mayores vergüenzas históricas cuando un corredor nacional se inscribió en el Maratón de Berlín y lo ganó, en la categoría M55, solo para que al día siguiente se descubriera que en realidad había hecho trampa, tomando un atajo que le ahorró 15 kilómetros de competencia. Ese corredor era Roberto Madrazo Pintado, ex candidato presidencial del PRI.

Para los mexicanos, la edición 2007 de ése que se considera el maratón más rápido del mundo es recordable solamente por el ridículo de Roberto Madrazo (y su posterior cinismo, que es otra historia). Sin embargo, para los alemanes, dejando un tanto de lado al pintoresco político mexicano, esa carrera es recordada porque fue la primera vez (y única, hasta hoy) en la historia que se corrió un maratón en menos de 2 horas y 4 minutos. El responsable de tal hazaña no fue otro que Haile Gebrselassie, etíope considerado hoy en día como el mejor corredor de medio fondo y fondo de todos los tiempos, ganador de todo lo que se puede ganar en este planeta en términos atléticos, y rompedor, en su momento, de todos los récords en prácticamente todas las competencias imaginables entre los 1500 metros y los 42.192 kilómetros, en pista olímpica, en pista techada, en carretera, a campo traviesa y en ruta urbana.

Cada año desde hace cuatro, cuando Haile Gebrselassie llega a la capital alemana para competir en el maratón, es recibido en el aeropuerto por Mark Milde, director del maratón de Berlín, y se le trata con toda la deferencia y amabilidad que corresponde a una figura mundial. Cuando Gebrselassie se planta sobre la línea de salida, se le otorga el lugar central en la primera fila de corredores, y sobre su pecho no luce un número de competencia, como la mayoría de los otros atletas, sino que lleva su nombre de pila impreso en un recuadro de papel encerado que sustituye al número, “Haile”. Junto a él, se les da lugar preferente en el arranque a cuatro o cinco corredores que en vez de número o nombre llevan la palabra “PACE” (por “pacemaker”) en el pecho; como no hay en el mundo una persona que pueda correr a la misma velocidad que Haile durante todo un maratón, se hace acompañar por “liebres”: corredores profesionales cuya chamba es aguantarle el paso durante 30, 35 km, a todo gas, para ayudarle a mantenerse concentrado en un ritmo que le permita aspirar al récord.

Es así como se logran los récords mundiales en las carreras de fondo, con liebres profesionales que le marcan al campeón un paso veloz durante tres cuartas partes de la competencia y luego se retiran, agotados por el esfuerzo sobrehumano que su labor representa. Así es como Haile ha impuesto y roto, en dos ocasiones ya, la marca mundial de los 42.192 km, con corredores contratados para acompañarlo 30 km y dejarlo encarrerado, literalmente, hacia un tiempo de récord. Los últimos 10 km los corre Haile en solitario, apoyado por el público berlinés que ya sabe que no se trata de ir a ver quién gana, sino de con cuánto tiempo va a ganar Gebrselassie. El suyo es uno de esos pocos casos en el deporte mundial; pertenece al mismo pequeño club del que son miembros atletas como Usain Bolt y Yelena Isinbayeva: se sabe de antemano que van a ganar la competencia, el chiste está en ver con qué marca lo logran, y si de paso establecen una nueva marca del orbe.

Ahora cerca del retiro, por la edad, Haile Gebrselassie es, además de un corredor de clase mundial, un activo empresario en su natal Etiopía. Es dueño de una de las pocas salas de cine del país, y tiene algunos otros negocios, además de que ha creado programas para apoyar a niños interesados en el atletismo de fondo. Haile es un tipo sencillo y amable, que aunque vive holgadamente y es lo que podría llamarse un hombre rico para los estándares etíopes, no pierde el piso y mantiene una humildad en el carácter que lo ha caracterizado dentro y fuera de las pistas. Un gesto que dice mucho de él es que siempre que corre con liebres, al final de la competencia hace que ellos lo acompañen a dar las vueltas triunfales, y a que reciban tantos aplausos como él.

Caballeros como Haile Gebrselassie hay pocos en el atletismo mundial contemporáneo. Hoy nos acordamos de él en esta columna porque acaba de ganar, el fin de semana, nuevamente el Maratón de Berlín. No impuso nuevo récord, pero se llevó de calle la competencia, y dio una alegría más a su país y a sus seguidores, que lo vemos consagrarse como un caso único en la historia de las carreras de fondo.

Este y otros artículos en: ErnestoCortes.blogspot.com. Los leo: ernesto@CuerdaCueroyCanto.com.

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