I: Buenos días
Los Pumas estaban jugando tan bonito, y me emocioné tanto de finalmente verlos ganar, que —literalmente— se me fue el avión. Para cuando me di cuenta faltaba menos de media hora para abordar, y para cuando sin aliento llegué a la remota sala 75 de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el empleado de Aeromar me dijo “uy joven, ese avión ya rato salió”. Tuve que pagar una considerable suma de dinero para obtener un boleto para el día siguiente, y ponerme a hurgar entre mis antiguos contactos en el DF para obtener asilo esa noche. Hasta eso, estuvo bien: recuperé el placer de una amistad reencontrada y gocé de su hospitalidad; y, claro, vi a los Pumas ganar por fin, benditos sean Dios y el Tuca Ferreti. Las palabras misteriosas de hoy son: aviones, teatro, amigos.
II: Vine a Xalapa porque me dijeron que…
El Concurso de Teatro en la Alacena es un evento notable que un puñado de exaltados organizan en Xalapa desde hace 6 años. Dicen que surgió porque el Centro de Documentación Teatral cumplía años, y los implicados se debatían entre hacer un pastel y celebrar en cortito, o hacer un concurso de teatro y celebrar en grande, con la comunidad. Se decidieron por la segunda opción, con todo y las dificultades que implicaba, y año con año fueron consolidándose como una referencia importante para los grupos de la región (y de más allá de la región) que se animaban a participar en el reto: el concurso tiene como hilo conductor la condición de que las obras se tienen que presentar en espacios no convencionales, y aprovechar las condiciones de esos espacios para incluirlos en su montaje.
De este modo, Teatro en la Alacena lleva las obras a lugares como restaurantes, mercados, paradas de camión, asilos de ancianos, canchas de futbol, gimnasios, calles que se cierran al tráfico, bibliotecas y cualquier otro espacio que para el director del montaje ofrezca un asidero creativo. En Colima tuvimos algo similar hace un par de años, cuando la Secretaría de Cultura organizó el Primer Festival de Artes Escénicas en Espacios no Convencionales, que llevó 10 espectáculos a todos los municipios del estado, entre mercados, camiones suburbanos, plazas y hasta panteones. La diferencia acá en Xalapa es que no hay una Secretaría de Cultura que apoye; hay un Instituto de Cultura que brilla por su ausencia y que, por lo que me han contado los teatreros de acá, tiene una muy mala relación con los artistas locales. Así, el desamparo oficial en que el gobierno ha dejado a los artistas veracruzanos los impulsa a la autogestión y al ingenio para malabarear y hacer rendir magros recursos sacados milagrosamente de quién sabe dónde.
Cuando fui invitado en calidad de crítico teatral a la Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia en Querétaro, en julio pasado, conocí a Francisco Beverido y a Luis Marín, cerebros (y manos, y pies) del Concurso de Teatro en la Alacena. Ellos me hicieron la propuesta de venir a Xalapa y participar con ellos, esta vez en el rol de jurado del concurso. Yo acepté, por supuesto, y heme aquí, escribiendo la Columna Lítica desde un cuarto de hotel poco antes de salir rumbo al Cerro del Macuiltépetl, donde se presentará la primera obra del concurso: El ogrito, de la quebequense Suzanne Lebeau, bajo la dirección de Roberto Benítez con CAP Teatro. Ya les iré contando de por acá.
III: Córrele, córrele
Como les decía la semana pasada, estoy escribiendo una columna sobre deportes para http://www.colimafutbol.com/. En esta ocasión el tema es nuevamente el atletismo, más concretamente, un análisis técnico y medio político (?) de la carrera en la que participó la colimense Karla Dueñas en el Mundial de Atletismo: el relevo de 4x400, en el que las mexicanas quedaron en último lugar de la clasificación general. Corriendo sin balón aparece cada lunes, por si gustan.
Estamos en la red: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: Ernesto@CuerdaCueroyCanto.com
Los Pumas estaban jugando tan bonito, y me emocioné tanto de finalmente verlos ganar, que —literalmente— se me fue el avión. Para cuando me di cuenta faltaba menos de media hora para abordar, y para cuando sin aliento llegué a la remota sala 75 de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el empleado de Aeromar me dijo “uy joven, ese avión ya rato salió”. Tuve que pagar una considerable suma de dinero para obtener un boleto para el día siguiente, y ponerme a hurgar entre mis antiguos contactos en el DF para obtener asilo esa noche. Hasta eso, estuvo bien: recuperé el placer de una amistad reencontrada y gocé de su hospitalidad; y, claro, vi a los Pumas ganar por fin, benditos sean Dios y el Tuca Ferreti. Las palabras misteriosas de hoy son: aviones, teatro, amigos.
II: Vine a Xalapa porque me dijeron que…
El Concurso de Teatro en la Alacena es un evento notable que un puñado de exaltados organizan en Xalapa desde hace 6 años. Dicen que surgió porque el Centro de Documentación Teatral cumplía años, y los implicados se debatían entre hacer un pastel y celebrar en cortito, o hacer un concurso de teatro y celebrar en grande, con la comunidad. Se decidieron por la segunda opción, con todo y las dificultades que implicaba, y año con año fueron consolidándose como una referencia importante para los grupos de la región (y de más allá de la región) que se animaban a participar en el reto: el concurso tiene como hilo conductor la condición de que las obras se tienen que presentar en espacios no convencionales, y aprovechar las condiciones de esos espacios para incluirlos en su montaje.
De este modo, Teatro en la Alacena lleva las obras a lugares como restaurantes, mercados, paradas de camión, asilos de ancianos, canchas de futbol, gimnasios, calles que se cierran al tráfico, bibliotecas y cualquier otro espacio que para el director del montaje ofrezca un asidero creativo. En Colima tuvimos algo similar hace un par de años, cuando la Secretaría de Cultura organizó el Primer Festival de Artes Escénicas en Espacios no Convencionales, que llevó 10 espectáculos a todos los municipios del estado, entre mercados, camiones suburbanos, plazas y hasta panteones. La diferencia acá en Xalapa es que no hay una Secretaría de Cultura que apoye; hay un Instituto de Cultura que brilla por su ausencia y que, por lo que me han contado los teatreros de acá, tiene una muy mala relación con los artistas locales. Así, el desamparo oficial en que el gobierno ha dejado a los artistas veracruzanos los impulsa a la autogestión y al ingenio para malabarear y hacer rendir magros recursos sacados milagrosamente de quién sabe dónde.
Cuando fui invitado en calidad de crítico teatral a la Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia en Querétaro, en julio pasado, conocí a Francisco Beverido y a Luis Marín, cerebros (y manos, y pies) del Concurso de Teatro en la Alacena. Ellos me hicieron la propuesta de venir a Xalapa y participar con ellos, esta vez en el rol de jurado del concurso. Yo acepté, por supuesto, y heme aquí, escribiendo la Columna Lítica desde un cuarto de hotel poco antes de salir rumbo al Cerro del Macuiltépetl, donde se presentará la primera obra del concurso: El ogrito, de la quebequense Suzanne Lebeau, bajo la dirección de Roberto Benítez con CAP Teatro. Ya les iré contando de por acá.
III: Córrele, córrele
Como les decía la semana pasada, estoy escribiendo una columna sobre deportes para http://www.colimafutbol.com/. En esta ocasión el tema es nuevamente el atletismo, más concretamente, un análisis técnico y medio político (?) de la carrera en la que participó la colimense Karla Dueñas en el Mundial de Atletismo: el relevo de 4x400, en el que las mexicanas quedaron en último lugar de la clasificación general. Corriendo sin balón aparece cada lunes, por si gustan.
Estamos en la red: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: Ernesto@CuerdaCueroyCanto.com
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