Conciencia

martes, 15 de mayo de 2007

Jue 11/may/08: Justicia gringa

I: Buenos días

Una tarde de mayo de 2005, el abogado Roy Pearson, residente de Washington, DC, llevó a lavar sus pantalones favoritos a la tintorería de su barrio, atendida por Jin y Soo Chung, una pareja de inmigrantes coreanos. Pearson acababa de ser nombrado juez administrativo y quería usar esos pantalones en su primer día de trabajo, pero al regresar a recogerlos al día siguiente se encontró con que los pantalones habían sido perdidos. Montó en cólera, y exigió el pago de, inicialmente, 1,150 dólares. Una semana después, los Chung encontraron los pantalones y se los entregaron al entonces ya juez Pearson. Éste negó que fueran sus pantalones, aun y cuando los números del recibo y de la etiqueta de la prenda concordaban, y les dijo que los demandaría. En el curso de los siguientes meses, los Chung ofrecieron $3,000, luego $4,600 y finalmente $12,000, que fueron rechazados sucesivamente por Pearson, quien la semana pasada los demandó por 65 millones de dólares. Las palabras misteriosas de hoy son: justicia norteamericana. Las fuentes: Associated Press y ABC.

II: 84,115 nuevos pares

¿Cómo llegó el juez Pearson a la cantidad de 65 millones de dólares? El desglose va como sigue: las leyes de protección al consumidor de Columbia castigan a un infractor con $1500 (dólares) por violación por día. El juez Pearson calcula que hay 12 violaciones por un período de 1200 días, lo cual multiplica por tres abogados, ya que está demandando a Jin y a Soo Chung, además de al hijo de ambos por el delito de fraude, basándose en que un letrero en la pared del negocio dice “satisfacción garantizada”, condición que no fue cumplida en el caso de los pantalones. 500 mil dólares son por “daños emocionales”, y $542 500 por “gastos legales”, aún y cuando él se está representando a sí mismo. Finalmente, agrega 15 mil dólares, que es el costo de rentar un auto por 10 años cada fin de semana para ir a llevar a lavar su ropa a un negocio más alejado, pues según su interpretación, es su derecho constitucional el contar con una lavandería en un radio de cuatro cuadras de su casa.

Según la cadena de noticias ABC, con la cantidad que exige el juez, se podrían comprar 84,115 nuevos pares, que alineados uno junto al otro harían una línea de 48 millas (más de 77 kilómetros), y que, montados uno sobre el otro, harían una torre más alta que el monte Everest.

III: Los vecinos

No es cosa rara en Estados Unidos. El argumento del juez fue que la falta de esos pantalones específicos (grises con rayitas rojas, dicen los papeles de la corte) le causaron “sufrimiento mental”, así como “inconveniencias” e “incomodidad”. Con estos simples argumentos uno puede demandar a cualquiera por miles o, ya se vio, millones de dólares, sabiéndose mover en el sistema legal norteamericano. Este tipo de acciones son las que los han llevado a convertirse en una sociedad arisca, donde la seguridad y el respeto a la ley son el pretexto para la locura social en que su sistema se ha convertido, dando cada vez tiene menos cabida a lo humano. Si su presidente pudo invadir un país por unas armas que nunca existieron, un juez bien puede exigir 67 millones de dólares por el pesar que le causó no haber tenido sus pantalones favoritos debajo de la toga el primer día de trabajo.

IV: Y entonces

El caso, que ya se convirtió en noticia nacional en Estados Unidos, se resolverá dentro de unas semanas El juez Neal Kravitz, de la Corte Superior de Columbia, conducirá el juicio a realizarse el 11 de junio próximo. Varias asociaciones civiles e incluso miembros del poder judicial norteamericano han exigido que se retire la licencia para ejercer al juez, y que el caso sea desechado por la corte. La familia Chung puso un sitio web, http://www.customcleanersdefensefund.com/, donde reciben donaciones para poder solventar los gastos del juicio. Vamos a ver en qué termina el circo.

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