lunes, 3 de marzo de 2008
Sábado 1/mar/08: Encapuchados
I: Buenos días
Hace unos días, platicando sobre las noticias con alumno, le comenté que recién la noche anterior había reparado en que los noticieros televisivos ya están llenos de policías y soldados encapuchados. ¿Cuáles encapuchados?, me preguntó, pues, al igual que yo, de tanto ver las imágenes, había terminado por ignorarlas. Sin que nos diéramos cuenta, México se transformó completamente en los últimos dos años gracias a la “guerra contra el narco”. No sé en qué momento comenzamos a ignorar que las pantallas de televisión se llenaron de gente vestida de negro, fuertemente armada, actuando con prepotencia y amparados por el anonimato de la capucha y de la placa policial. Las palabras misteriosas de hoy son: militarización, guerras, sociedad.
II: Cambios
Vi la semana pasada en un noticiero de TvAzteca unas imágenes en las que un grupo de encapuchados golpean a un reportero que trataba de documentar un accidente de una patrulla policial con un civil. Además de golpear al reportero (de un periódico, si no mal recuerdo), empujan al camarógrafo que está captando las imágenes y a gritos lo obligan a bajar la cámara. Aprovechan que tienen el rostro cubierto para hacer gala de su fuerza y su prepotencia. Por eso es que para muchos mexicanos fue un alivio enterarnos de que finalmente no se aprobó la ley que permitiría a las fuerzas del orden ingresar a nuestros hogares sin una orden judicial, sino solo con la presunción de un delito. Definitivamente, México no está preparado para una medida de ese tipo (¿alguna sociedad lo está?).
Con el pretexto de la guerra contra el terrorismo, Bush se las ingenió para, en dos años, cambiar a Estados Unidos y al mundo, de pasada. Cada vez que me quitan una botella de agua antes de subir a un avión, o que me preguntan si cargo shampoo, o me obligan a quitarme los zapatos en un aeropuerto, me acuerdo de Bush (y de doña Bárbara Pierce Bush). Si damos unos cuantos pasos hacia atrás para ver la big picture, resulta increíble que el mundo haya cambiado tanto en tan poco tiempo.
La misma sensación tengo de México y de Calderón. Hace un par de años, cuando veía encapuchados armados pensaba en fundamentalistas alcaedianos dispuestos a decapitar a un secuestrado occidental, o en guerrilleros colombianos coludidos con el narco. Ahora, los encapuchados armados son parte de la cotidianeidad mexicana. Tan lo son, que ni nos damos cuenta de que están ahí y ya los aceptamos como parte de la realidad inevitable del país.
Desde que al ejército se le dio manga ancha para hacer y deshacer en las calles y carreteras del país, ha habido infinidad de quejas por abuso de autoridad. Gente que muere baleada por no quererse detener en un retén, golpeados, vejados, vamos, hasta una anciana violada grupalmente por un grupo de militares, aunque después la versión oficial dijo que murió de tuberculosis o de cualquier cosa, menos de las lesiones provocadas por los perversos uniformados. En este ambiente, ¿cómo nos vamos a sentir seguros si a las fuerzas del orden les dan permiso para también meterse a nuestras casas y hacer lo que les dé la gana?
Celebro este triunfo pírrico de la sociedad. Que ni siquiera es triunfo y ni siquiera debería estar celebrando. La seguridad puertas adentro de nuestras casas debería ser una garantía, no una prerrogativa. Desgraciadamente, ya estamos más allá de los derechos humanos, de las garantías individuales y de las condiciones mínimas para una sociedad civilizada con un gobierno ídem. Ya la cosa va cuesta abajo desde hace rato, y aunque hace décadas se ha venido demostrando que ése no es el camino para lidiar con el problema del narco, por el momento a las autoridades les sienta perfectamente el pretexto para mantener a un país en estado de sitio y a los ciudadanos cada vez más controlados y vigilados. No es que al gobierno o a las autoridades policiales les interese acabar con el tráfico de drogas, pues cada semana sabemos de un nuevo comandante o excomandante ligado con los carteles que asolan algunas regiones del país, y se ve hasta dónde hay colusión entre ambos bandos. No va por ahí la cosa, como tampoco Bush tiene interés en acabar con los terroristas.
Fox quiso acentuar sus similitudes con Bush a través de botas, ranchos y caballos. Calderón ha marcado su distancia con el mandatario norteamericano y hasta ha sido crítico con los EU (porque sabe que Bush va de salida), pero es él quien más ha seguido la imagen y semejanza de su vecino del norte, usando la violencia y pugnando por la disminución del alcance de los derechos humanos. En esas manos estamos.
Los leo: ernestocortes@itesm.mx. Estamos en la red: ernestocortes.blogspot.com
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en qué estuvo que se jodió la cosa,
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