(Nótese que Spitzer y su esposa ni se voltean a ver)
I: Buenos días
Eliot Lawrence Spitzer, hasta la semana pasada gobernador del estado norteamericano de Nueva York, se había distinguido a lo largo de su desempeño como funcionario por su imagen pública de honestidad y rectitud a toda prueba; no en vano llevaba el apodo de Mr. Clean (versión gringa del limpiapisos que conocemos como Maestro Limpio). Su imagen de hombre de familia se vino abajo junto con su carrera política cuando salió a la luz su relación con una agencia de prostitución de lujo hacia la que el gobernador había destinado fuertes pagos por concepto de servicios personales. Así, acompañado de una elegante, digna, pero distante y muy encabronada esposa, Spitzer hubo de renunciar a la gubernatura de viva voz, pidiendo perdón a los ciudadanos y, sobre todo, a su familia. Había escalado tanto en la pirámide del poder norteamericano esgrimiendo su honestidad, que la caída fue particularmente estrepitosa. Las palabras misteriosas de hoy son: políticos, faldas, pantalones. Primera parte.
II: Oremos
“El nuestro es un mensaje viejo, comunicado de una manera nueva”, decía el pastor Ted Haggard, quien hacia finales de 2006 era una de las figuras religiosas más influyentes de Estados Unidos. El fundador de la iglesia Nueva Vida era también el líder de la Asociación Nacional de Evangélicos (ANE), aglutinando a 30 millones de fieles, entre ellos el presidente Bush, de quien Haggard era consejero personal y con quien se comunicaba telefónicamente cada lunes. Según Haggard, la congregación crecía a un ritmo de una iglesia nueva cada dos días, y dados sus índices de crecimiento, los números hacían a Nueva Vida el grupo más dinámico y con mayor crecimiento de la cristiandad.
En Nueva Vida no solo se rezaba y se hablaba en lenguas, también se cantaba rock cristiano y se oraba por internet. Asimismo, había campamentos de verano para niños en los que se les inculcaba la fe cristiana y republicana: el documental Jesus Camp muestra a un grupo de niños evangélicos rezando ante una fotografía montada en cartón del presidente Bush. Digamos que Haggard era el ala pastoral del Partido Republicano. Usando su influencia política, el pastor Ted se opuso virulentamente a que en el estado de Colorado se aprobara una ley que permitía las uniones entre personas del mismo sexo. La vehemencia fue su error.
En noviembre de 2006, en lo mero bueno del debate homofóbico, se hizo público que el pastor Ted Haggard no solo era homosexual, sino que consumía anfetaminas. Este alegato provino de un prostituto llamado Mike Jones, quien había ayudado al reverendo a proveerse de droga, y con quien éste había mantenido una relación (pagada, eso sí) de más de dos años. Para pronto todos se desmarcaron: la Casa Blanca dijo que las llamadas eran en realidad muy esporádicas, la ANE dijo que Haggard era en realidad nada más el líder nominal, pero no el espiritual; corrió la cucarachiza. Aunque inicialmente negó todo, finalmente Haggard aceptó ser homosexual, pero aseguró que la droga la compró pero nunca la usó, que nada más la tenía por curiosidad.
En enero de 2007, los altos mandos evangélicos le dieron terapia intensiva y en un lapso de tres semanas anunciaron la feliz nueva: el (ex)pastor Haggard es heterosexual de nuevo. Luego, llegaron a un acuerdo con él: un año de salario (USD$138,000) a cambio de que se mantuviera callado y fuera de la vista, relevado, por supuesto, de todos sus cargos. Haggard rompió el acuerdo en agosto cuando hizo pública una carta indicando que se mudaría al centro de recuperación Dream Center, pidiendo dinero a sus amigos y seguidores, con la finalidad de asistir a la Universidad de Phoenix y obtener un título en psicología. Las autoridades evangélicas negaron lo del Dream Center (administrado por ellos) y censuraron la petición de Haggard, ordenándole que más bien se buscara un trabajo secular. El 6 de febrero de 2008, la Iglesia Nueva Vida dio a conocer en un comunicado de prensa que “la restauración de Haggard está incompleta” y que él no es bienvenido a la Iglesia nunca más.
III: Mientras tanto, entre los saguaros del desierto sudcaliforniano…
René Núñez, ahora alcalde de Los Cabos (por el PRD) hizo una campaña basada en los valores familiares, con promocionales grabados en su casa, entre fotos de los seres queridos (por cierto, quien le hizo la campaña oficial estudió en la Universidad de Colima, todo un personaje). En esas andaba cuando sus adversarios hicieron público un video (y luego unas fotos) en l@s que aparecía teniendo relaciones sexuales con una mujer que no era su esposa (y luego con dos muchachas que tampoco). Él salió a dar una conferencia de prensa diciendo “el del video no soy yo”. Atrás de él estaba su esposa, abrazándolo y mirándolo arrobada, como diciendo “qué grande es mi viejo, chingao”. Dos días después, la presidencia nacional del PRD hubo de rendirse a la evidencia: sí era él el del video. Pero no se preocupen, dijeron, antes que afectarlo, el video y las fotos le van a ayudar, sobre todo entre la población femenina. Por una vez, el PRD tuvo razón. René Núñez, actor porno y político, arrasó con la presidencia municipal de Los Cabos. Y ahí anda, despachando, bien contento.
“Pos es que a la palomilla le gusta tener un presidente culiador, pueh”, dice mi amigo que le hizo la campaña.
Estamos en la red: ernestocortes.blogspot.com. Como siempre, hay videos y otras cosas en el blog. Los leo: ernestocortes@itesm.mx
martes, 18 de marzo de 2008
Martes 18/mar/08: Líos de faldas... y de pantalones
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