Conciencia

lunes, 11 de mayo de 2009

Sábado 9/may/09: Historias del Everest II: James Morris

James Morris felicita a Edmund Hillary

I: Buenos días
El 30 de mayo de 1953, el periodista inglés James Morris ascendió unos muy respetables 6736 metros en el Monte Everest hasta el Campamento IV, por segunda vez en tres semanas, para esperar noticias de los alpinistas que, 2000 metros sobre su cabeza, batallaban por conquistar la cima. Morris era reportero estrella del Times, de Londres, medio que había patrocinado significativamente la expedición a cambio de la exclusiva. El hecho de que un hombre sin mayor entrenamiento llegara a esa altura de la montaña era algo verdaderamente notable, y hasta temerario, por el aire enrarecido, las inclemencias del frío, el juicio nublado y la debilidad física que son el resultado de la magra atmósfera a esas alturas del planeta. Morris iba movido por el interés de hacer historia él mismo: la noticia tenía que llegar a Londres en un tiempo récord. Las palabras misteriosas de hoy son: historias del Everest, capítulo dos.

II: Extra, extra
En esa época presatelital, la transmisión de datos era todavía una elaborada y compleja ciencia dando sus primeros gateos hacia el futuro. Aunado a eso, el Everest estaba tan lejos de la civilización, que una noticia tardaba unos 9 días en llegar de la alta montaña a Occidente. John Hunt, militar y alpinista que dirigía la expedición, tenía esto en cuenta y se mesaba los cabellos conforme pasaban los días y la cima del Everest eludía los intentos del equipo. Su intención era escalar la montaña y alcanzar a enviar la buena nueva a Inglaterra a tiempo para que llegara antes de la coronación de Su Majestad la Reina Elizabeth II, cuyo esposo, Su Alteza Real Felipe, duque de Edimburgo, había puesto hartas libras en la empresa.

La coronación era el 2 de junio. Por eso, al ver que al campamento base (5380 m) no llegaban noticias (los radios eran muy limitados en su rango y desempeño), James Morris decidió subir a buscarlas. Escaló la cascada de hielo de Khumbu, que es una de las secciones más demandantes y peligrosas de la montaña, y acompañado de dos sherpas, llegó en la mañana del 30 de mayo al Circo Occidental, donde Hunt había ubicado el centro avanzado de mando. A eso de las 2 de la tarde, desde el campamento divisaron a los escaladores que bajaban del Collado Sur (y antes de eso, de la arista SE y de la cima, dos días antes), y estalló la celebración al ver las señas inequívocas de victoria que desde lejos venían haciendo. Morris se quedó apenas lo suficiente para felicitar a Hillary y a Tensing, escuchar su primer relato y garabatear unas notas. Acompañado de otro alpinista, comenzó a bajar la montaña que apenas en la mañana había escalado, atravesando de nuevo la cascada de hielo para llegar en la noche al campamento base, resollando y temblando de cansancio, pero indemne.

III: Diría Borat: “Great success!”
Otros dos diarios ingleses también habían enviado reporteros a Nepal, pero como la exclusiva ya estaba vendida, la tarea de estos periodistas, acuartelados en Katmandú, a varios días de marcha de la montaña, era de espionaje: interceptar los telegramas que Morris enviara a su periódico para piratearle la noticia.

Conciente de ello, Morris había ideado una clave para transmitir mensajes cifrados: había asignado nombres de alpinistas a palabras cotidianas, y algunos verbos tenían un segundo significado que solo él y su periódico conocían. Así, al llegar al campamento base, redactó un telegrama de 15 palabras en el que daba cuenta (aparentemente) de un fallido ataque a la montaña, y envió de inmediato un corredor a Namche, a 50 kilómetros de la base del Everest, desde cuya estación se envió por radio el mensaje a la embajada británica en Katmandú, de donde sería redirigido vía telegráfica a Londres. Los espías lo dieron por bueno y enviaron su propia nota a sus sendos medios. El Times lo recibió en la noche del 1º de junio, justo a tiempo para el cierre de la edición que anunciaba la coronación, y decidió darle igual espacio de titulares a ambas noticias. Al día siguiente, en el desfile de la recién coronada soberana iban altavoces anunciando la conquista del Everest. La reina estaba que no cabía en su carruaje.

Continuará el próximo sábado. Estamos en la red: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: ernesto@cuerdacueroycanto.com.



Jan Morris

El telegrama

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