Conciencia

martes, 20 de octubre de 2009

Martes 20/oct/09: Jesucristo Gómez, según Silverio Palacios y Jaime Velasco

Nota preliminar: Por alguna razón, al corrector del Ecos de la Costa, donde apareció esta columna en versión impresa, le dio por meterle mano a mi texto y "corregir" varias cosas, resultando en oraciones sin sentido y varios cambios de cierta significación. Esta que se presenta aquí es la versión original de la Columna Lítica, sin las modificaciones sufridas por la iniciativa de algún bien intencionado (pero oficioso e innecesario) corrector de periódico.




I: Buenos días
Hace algunos 11 años, un grupo de estudiantes abordamos a don Girolamo Prigione para preguntarle su opinión sobre la Teología de la Liberación. Don Girolamo perdió la compostura y francamente se encabronó. Dijo “¡No sé de qué me hablan, esa cosa no existe, no sé de qué me están hablando, no hay ninguna Teología de la Liberación, no, no, no sé de qué me hablan, no!”. A esas alturas yo ya sabía de Camilo Torres, había leído a Leonardo Boff, y podía recitar de memoria algunos salmos de Ernesto Cardenal, así que la virulenta reacción del Nuncio Apostólico solo hizo crecer mi admiración por esos hombres que se habían atrevido a asegurar que para lograr la salvación del alma primero habían de procurarse las condiciones sociales, económicas e ideológicas que permitieran en el creyente una vida digna y alejada de las injusticias que en ese entonces (y ahora más) plagaban Latinoamérica. Este domingo en el teatro me acordé un poco de esto. Un poco. Las palabras misteriosas de hoy son: teatro, teología, ausencias.

II: “Se lo llevó una tal Asunción (sic por Ascensión)”
Con un lleno total (incluyendo mucha gente de pie) se llevó a cabo este domingo la segunda representación de Jesucristo Gómez 2009 d.C., obra dirigida por Silverio Palacios y Jaime Velasco, en el foro trashumante que lleva el nombre de éste último. Lo que al inicio arrancó promisoriamente (sobre todo para los que estamos familiarizados con El Evangelio de Lucas Gavilán, novela de Leñero en la que la obra se basa muy libremente), poco a poco se fue convirtiendo una batalla lenta por terminar una obra que se hizo larga, pesada, y, por momentos, absurda, aunque parece que más por error que por intención. Tuvo sus destellos y méritos, eso que ni qué, pero en general, nos quedó debiendo mucho, sobre todo en la parte de adaptación del texto a la escena.

Como todos conocemos (algunos más que otros) el Evangelio de San Lucas, había cosas que se podían obviar a la hora de contar la historia; sin embargo, las que se dieron por sentadas en este montaje fueron algunas partes clave, y a fuerza de ausencias, se fue construyendo un Jesucristo Gómez hueco, sin un trabajo apostólico o social claro, con actividades erráticas y poco contundentes y realizando apenas tres o cuatro “milagros” mediocremente resueltos en el escenario. Encima, al adaptar la obra se soslayaron algunas frases que le hubieran dado mucho peso a los personajes y sus circunstancias, como cuando Jesús elige a sus primeros apóstoles y le indica a Pedro “desde hoy, vas a pepenar hombres”, frase ausente en el montaje, pero definitoria en la obra de Leñero.

La obra tiene potencial, y en algun@s de l@s actores es evidente la calidad: resaltó el trabajo de Iván Quiroz como músico ciego (paradójicamente) conductor de la historia y como judicial, y hay momentos brillantes, como la escena del programa insulso de televisión, que refleja muy fielmente el panorama mediático actual, y que, junto con varias otras referencias (como la mención a Juanito) le dan solidez al espacio-tiempo en que se desarrolla la historia. Sin embargo, en general Jesucristo Gómez se percibe como un montaje que no estaba listo para ser sacado al público, que tampoco estaba ensayado para ese espacio (había escenas cuya preparación tardaba el doble que la escena en sí) y con muchas esquinas toscas, tanto en las actuaciones como en la producción (el programa de mano tenía información errónea – ni Coty, ni Paulina, ni Dinorah hacen el papel de José Gómez, por ejemplo). Da la impresión de que, como luego a todos los teatreros nos ha ocurrido alguna vez, la fecha del estreno los alcanzó, y hubo que sacar la obra así, como estuviera.

Un momento que dejó al público francamente desconcertado fue cuando, en los preparativos para la Última Cena, llega una compungida María Magdalena a avisar de la muerte del Maestro, ante el pavor (“en la madre”, se les veía pintadito en la cara) de los actores, pues momentos después el Maestro aparece sano y salvo, y reparte pozole y Estrellitas como si nada, para ser asesinado nuevamente rato después por unos improbables judiciales en el monte. Si la doble muerte de Jesucristo Gómez era planeada, el guiño al surrealismo —o al absurdo— les salió muy mal; si no lo fue, el increíble error les salió muy bien. Hay cosas meritorias, como reunir a personajes de la vida política y cultural de Colima para actuar en los videos, y como el echar a andar una nueva y numerosa compañía de teatro para la entidad, que no es cosa menor, pero por el momento, esta obra se quedó muy corta respecto a las expectativas que se tenían, dada la reconocida calidad, como actores, de los directores.

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