Columna Lítica
Ernesto Cortés
I: Buenos días
Ninguna novedad en el apocamiento de los diputados locales para abordar el tema de
II: La intervención urbana
El diputado Chapula, efectivamente y como lo dijo en una entrevista, desconoce esta expresión artística. Ignora que la intervención urbana y la instalación se han practicado desde más de cuatro décadas, y que constituyen una de las maneras más efectivas de tender un puente entre ese algo aparentemente inasible que subyace en la esencia de todos los elementos que componen la ciudad, y el observador, que inevitablemente es tocado por lo que ve. Los mismos diputados son la prueba del éxito de esta intervención urbana; no pudieron quedar indiferentes ante la acción, ellos son la muestra de que el acto del grupo Arma logró su objetivo: tocar a la gente. La cosa es que, como dice el dicho, la cuchara saca lo que tiene la olla, y si una persona no tiene la sensibilidad y la disposición suficientes para que una obra lo impacte de manera poética, su reacción va a ser la correspondiente a lo opuesto.
El hecho de que el diputado Peralta se refiriera a las intervenciones artísticas como una ofensa a los valores históricos es solo una más de las manifestaciones del conservadurismo que se puede ver en otras acciones –o inacciones- de su quehacer político. Pretender aplicar el puritanismo político al área de las artes es un atrevimiento. Seguirán haciéndolo en el Congreso mientras se lo permitamos a través de nuestro voto, pero el campo de la creación no les pertenece y no puede ser legislado ni reprimido. Los artistas se mueven en otra esfera, se rigen por otras normas, pelean una batalla en la que algo tan subjetivo como el placer estético constituye uno de los fines de la brega. Los artistas han atisbado más allá de lo común y pretenden, a través de su acción, traernos un fragmento de ese entendimiento que han encontrado del otro lado.
Wendy Hernández revela, más que esconder, al rey Colimán. Afirma su importancia al embalarlo, y provoca una reflexión sobre los valores culturales e históricos en estos tiempos de reglas impuestas por el mercado. El toro sobrio y cotidiano de
IV: Es que el arte ya no es como antes
Son bonitos los cocos, los limones y las palmeras, sí, pero lejos quedó el tiempo en que “arte” quería decir un cuadro de sandías y plátanos pintados en perfecta proporción y sombreado. El muro sufrió un mazazo mortal el día de 1874 en que Monet exhibió Impresión, amanecer y la pintura dejó de ser rígida y de retratar una realidad consensuada de límites definidos. Luego vinieron muchos otros, Van Gogh, Cezanne, Gaugin, Munch, Picasso, Duchamp, Dalí: todos fueron abriendo otras ventanas y ampliando las posibilidades del campo estético: el arte estalló; imposible controlar los límites de la creación; banal cosa querer ordenarlo y clasificarlo todo; pueril el pretender un arte antiséptico, complaciente.
El arte es un reflejo del mundo que vemos, y del que no vemos; y los dos se pueden pintar con más colores que los de una caja de crayolas.
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