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miércoles, 24 de febrero de 2010
Martes 23/feb/10: Drogas y gente de éxito
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Jueves 18/feb/10: El cielomoto en Uruguay
I: Buenos días
El lunes nos habló por teléfono mi suegra, desde Montevideo, para contarnos que ese día (que fue particularmente caluroso, de los peores días del verano allá), de la nada y con cielo despejado, se escucharon una serie de estruendos, semejantes a los de una tormenta eléctrica, provocando curiosidad primero, y temor después, ya que los truenos fueron de tal intensidad, que en algunas zonas de la ciudad hubo temblores de tierra, y en la rambla varios negocios reportaron cristales rotos a consecuencia de la vibración provocada por el fenómeno. Las autoridades uruguayas no atinaron a dar una explicación satisfactoria del suceso, y hasta el momento lo que se maneja como la conjetura más probable es lo que han dado en llamar cielomoto. Las palabras misteriosas de hoy son: truenos, atmósfera, Mach 1.
sábado, 20 de febrero de 2010
CircoMaromayTiatro e01 s02: Los gusanos musicales
I: Play
Cada tanto, me sorprenden los gusanos musicales que toman por asalto mi cerebro y que se repiten y se repiten sin que resulte fácil deshacerme de ellos, que más tozudos se ponen cuando uno más trata de sacarlos de la cabeza. A veces, haciendo alguna actividad cotidiana, de pronto un ruido, una palabra particular escuchada al azar o una secuencia de sonidos ambientales que simulan notas musicales disparan una canción o un pedazo de ella que se repite y se repite en mi mente, a veces por horas, paralela a mis pensamientos y actividades funcionales. Por ejemplo, en ocasiones cuando alguien dice la palabra “revés”, me viene de inmediato la canción El reino del revés, que cantaba Chabelo, y la tonadita “vamos a ver el reino, el reino del revés” con todo y Chabelo tocando las congas, me atrapa y el estribillo se repite y se repite acompañándome durante parte del día, hasta que solito desaparece, o es reemplazado por otra canción.
En ocasiones estos gusanos son extraños, como cuando me asalta un molesto “do you believe in love alter love”, y me pregunto de dónde habrá salido si a mi ni me gusta Cher ni he seguido su carrera ni nada. He notado que la mayoría de mis virus musicales son canciones pop. No recuerdo que alguna vez mi iPod cerebral se haya puesto en modo repeat con música clásica (con una excepción: una época en que tuve un despertador que tocaba La primavera, durante el día tenía varias alucinaciones musicales con Vivaldi, pero desaparecieron cuando cambié de reloj), sino que las tonaditas que se meten sin mi permiso al cerebro son más bien canciones pop que he pescado al vuelo en una radio ajena, en la televisión de pasada, en un bar, en un evento público, por ahí.
II: Pop, Lollypop, Popcorn
El pop no es, ni de lejos, mi plato favorito a la hora de gustos auditivos, pero no dejo de reconocer el poder que tiene. Uno lo escucha en la tele, en el camión urbano, en el taxi, en la tienda –y en la casa, si uno está inclinado a tales gustos– y no hay manera de escapársele, está en todos lados, vende, prende, enamora, jala.
Una de las premisas de este género musical es el no hacer pensar mucho al escucha: son canciones facilonas, pegajosas, sin ningún reto para el cerebro. A diferencia del bossa nova o el jazz, que en sus desparpajos melódicos plantean densos crucigramas al intelecto, el pop es sencillo y libre de complicaciones. El pop pega tanto no solamente por lo bien que es vendido por las grandes corporaciones (Televisa, Myspace, Sony, Virgin…), sino también porque, en la parte de la arquitectura musical, en lo que respecta a la relación de las vibraciones hertzianas con las profundidades neuronales, el pop está hecho para que el escucha no ponga a chambear a sus lóbulos cerebrales (hablamos solamente de la parte melódica, sin considerar las letras, aunque éstas en la mayoría de las ocasiones también cumplen con la premisa).
La música es un constructo humano abstracto y autoreferenciado (es decir, el lenguaje de la música solo habla de la música misma; lo que sentimos por ella es otro boleto – hablamos de notas, no de letras) sostenido por relaciones matemáticas que pueden llegar a ser muy complejas. La relación entre cada nota de la escala musical que usamos hoy en occidente está determinada por una relación numérica particular, y culturalmente estamos desde pequeños entrenados para percibir ciertas relaciones como más armónicas que otras. Así, una secuencia de notas do-mi-sol-do tocada en el piano suena más “agradable” que una do-do#-fa#-sol, por decir algo. Este condicionamiento humano a cierta estética auditiva es lo que los productores de pop y otros géneros fácilmente digeribles usan a su favor para hacer que una canción sea exitosa comercialmente.
Por otra parte, la dificultad que plantea una secuencia de notas do-do#-fa#-sol es lo que atrae a quienes han educado a su oído (es decir, a su cerebro) para apreciar la relación matemática que existe entre esas notas, y a su resultante cociente estético. Sólo que estos últimos son una minoría en la población.
Por ponerlo en metáfora numérica (ya que estamos en eso), Alex Sinteks juega al 2 más 2 igual a 4, sin broncas y todos contentos, mientras que Stan Getz (o Bindu Gross, para usar un ejemplo más entrañable y cercano) juega a que ahí les va la raíz cuadrada del producto de b al cubo por 4ac menos dos, y ahí encuéntrenle – eso sí, cuando se le encuentra, la satisfacción estética (que, insisto, es totalmente subjetiva, porque la música no habla de sensaciones, sino de música misma) también puede ser grande, mayor a la que deja una canción con sonsonete de tres acordes.
III: Endorfinas
El misterio es ése, el del placer que da la música. Una fogata en noche fría de bosque es apreciada por el organismo por el claro beneficio que su calor da; un vaso de agua a mediodía tiene evidentes bondades para el cuerpo y por tanto es deseado y bienvenido. La música, sin embargo, no cubre ninguna necesidad biológica, y aún así los humanos la hemos convertido en parte esencial de nuestras vidas. Voluntaria o involuntariamente, cada día tenemos contactos variados con la música, y de hecho, como cultura, organizamos actividades sociales importantes alrededor de ella. Hemos perfeccionado los instrumentos para hacerla, y así hay orquestas, bandas de rock, mariachis, DJs. Con música se teje muchas veces el ceremonial del cortejo, de modo que tenemos cenas románticas con música de violín y noches disco a la que acuden las masas a cazar y desplegar comportamientos que, para un antropólogo extraterrestre no resultarían menos curiosos de lo que a nosotros nos parecen ciertas conductas chimpancés.
La música anda entre nosotros desde que en el paleolítico alguien se dio cuenta de que los troncos vaciados por termitas daban notas al ser golpeados y que un hueso de costilla hueco con agujeros laterales sonaba al ser soplado, y cambiaba de sonido al cubrir o descubrir agujeros con los dedos. De ahí en adelante
Estamos de regreso. Esta es el primer episodio de la segunda temporada de CircoMaromayTiatro. Hay más en la red: http://www.ernestocortes.com/. Los leo: Ernesto@CuerdaCueroyCanto.com
Sábado 13/feb/10: Las naciones flotantes, III
I: Buenos días
En la película 2012, magnates alrededor del globo compran boletos de mil millones de euros para ocupar una cabina en las gigantescas arcas que han sido construidas por las principales potencias mundiales para sobrevivir al cataclismo que se viene. Con el desplazamiento de las placas tectónicas hay tsunamis por doquier, y la única manera de librarla, para una pequeñísima porción de la humanidad, es en ciudades flotantes que albergan a gobernantes, millonarios, e individuos seleccionados por sus habilidades en campos particulares – así como un grupo de colados, que le dan sabor y cursilería a la historia. La idea de las barcas gigantes como último reducto para la sobrevivencia de la especie humana no solamente es una fantasía de la ciencia ficción, sino una alternativa a considerar seriamente en caso de un evento cataclísmico. De hecho, hay gente que ya las está haciendo, aunque no tanto por razones de alarma apocalíptica, sino por muy claros intereses políticos y económicos. Las palabras misteriosas de hoy son: Las naciones flotantes, tercera (y última) parte
II: En el mar todo es felicidad
Peter Thiel fue, en el 2000, uno de los fundadores de Paypal, el sistema de pagos que revolucionó las transacciones por internet, y que fue adquirido un par de años más tarde por eBay, a razón de 1,500 millones de dólares. Thiel fue también uno de los primeros inversores en el naciente Facebook (y ahora ocupa un asiento en su junta de directores), y, hace un par de años, invirtió significativamente en (y llamó la atención internacional para) el Seasteading Institute, una iniciativa liderada por el economista (y antiguo ingeniero de Google) Patri Friedman, nieto de Milton Friedman, por más señas.
La misión del Seasteading Institute es “avanzar hacia el establecimiento y crecimiento de comunidades oceánicas autónomas permanentes, dando paso a la innovación con nuevos sistemas políticos y sociales. Al abrir una nueva frontera, pretendemos revolucionar la capacidad humana para mejorar la calidad de vida en todo el mundo, por medio de la experimentación y competición entre los gobiernos”. En otras palabras, se trata de aplicarse en serio a eso de crear una nación flotante.
De acuerdo a su documento oficial de Estrategia Organizacional, el SI tendrá, para finales de este año, a un individuo viviendo de manera permanente en una instalación marítima, y para mayo del 2011 habrá una familia en las mismas condiciones. A cinco años, el objetivo es ofrecer albergue a al menos 150 individuos, y para el 2019 esperan conformar una comunidad de 1000 personas viviendo en comunidades residenciales marítimas alrededor del mundo, habiendo ya establecido “diálogos significativos y abiertos con departamentos relevantes del gobierno de los Estados Unidos y las Naciones Unidas”.
El objetivo de Friedman, Thiel y colegas, es que para el 2059 los seasteaders se cuenten en número de al menos 5 millones, y que ya varios de los enclaves marinos sean reconocidos de manera oficial como estados soberanos por “otras potencias” del mundo (implicando que Seasteading ya será una potencia para entonces). Dentro de un siglo, Seasteading se visualiza como un poder de 500 millones de habitantes, llevando a que “los efectos del gobierno competitivo y de la geografía fluida sean aparentes, y sean discutidos abiertamente por los líderes mundiales como un factor significativo al moldear su propia política para tomar decisiones”. En otras palabras, “¿ah, miedo?”.
El Seasteading Institute está registrando membresías y aceptando donadores, por si gustan. Estamos en la red: http://www.ernestocortes.com/. Los leo: Ernesto@CuerdaCueroyCanto.com
miércoles, 17 de febrero de 2010
Musiquita: Regina Spektor
martes, 16 de febrero de 2010
Sábado 6/feb/10: Las naciones flotantes, II
En el cuento Fin del mundo del fin, Julio Cortázar narra cómo, al aumentar el número de escribas en el mundo, aumenta prodigiosamente el número de libros sobre el planeta, al grado que, llegado un punto, los libros ya no caben en tierra firme, y tienen que ser echados al mar, donde hacen elevar las aguas y modificar las líneas costeras, y donde eventualmente se forma una pasta que poco a poco se va solidificando y hace que todos los barcos del mundo se queden atorados, y que los trasatlánticos se conviertan en casinos, “donde se han refugiado los presidentes de las repúblicas, y donde se celebran grandes fiestas y se cambian mensajes de isla a isla, de presidente a presidente, y de capitán a capitán”. Las palabras misteriosas de hoy son: las naciones flotantes, 2.
II: En el mar la vida es más sabrosa
Desde hace varios siglos existen registros de comunidades autónomas viviendo en islas fuera de las regulaciones de una nación establecida. Hubo corsarios musulmanes del siglo XVI que crearon sus propias micronaciones en el Mediterráneo, sociedades autocontenidas que les funcionaron por un rato, y en la literatura pirata (no pirata del tipo chino, sino pirata pirata) es famosa la colonia de Libertatia, supuestamente fundada en Madagascar por el capitán Oliver Misson, donde los forajidos practicaban una mezcla de anarquía y democracia (!) y hasta habían desarrollado su propio idioma, mezcla de francés, inglés, holandés, portugués, y malagasi.
Ya en el XX, hubo gente que propuso (y efectuó) la fundación de sociedades (casi?) autosuficientes en islas naturales o artificiales. En los 70s, la Operación Atlantis, liderada por un tal Werner Stiefel, proponía la creación de una nación libertaria flotante en aguas internacionales (y lo hubieran logrado, si no se les hubiera hundido el barco en un huracán por las Bahamas). Por esas mismas fechas, y a propósito de mezcla de idiomas, un ingeniero italiano llamado Giorgio Rosa fundó la Respubliko de la Insulo de la Rozoj en una plataforma marítima construida ex profeso en el Adriático, y la declaró nación independiente, con el esperanto como idioma oficial, y renegando de las autoridades italianas, que no vieron con buenos ojos la iniciativa y mandaron a los carabinieri a tomar control de la incipiente nación, que fue dinamitada y hundida en el mar. Un hermano de Ernest Heminghway trató de crear su propia ciudad flotante también a finales de los 60s, New Atlantis, pero dicen que un huracán dañó gravemente la estructura y que a fin de cuentas unos pescadores mexicanos (dicen, aunque parece mito) dieron cuenta del material útil que pudieron agandallar y el proyecto se acabó.
En los 90s, un tal Norman Nixon presentó el proyecto del Freedom Ship, una ciudad flotante que albergaría a 50 mil personas y circunnavegaría el mundo como un país independiente. Nixon recibió solicitudes y pagos por adelantado de futuros residentes, pero nunca inició la construcción de la isla artificial, y tal parece que ya se clavó la lana.
No solamente han sido personajes excéntricos o transas los que han promovido la idea de que en el mar se pueden “construir” naciones independientes: también gente de mucho caletre (y billete) ha propuesto que la neutralidad legal y política de las aguas oceánicas pueden ser el espacio de desarrollo para la humanidad del futuro. O para una pequeña parte de la humanidad, al menos. El próximo sábado hablaremos de ellos.
III: Mientras tanto, en la ciudad de las palmeras…
Hoy en la noche hay buen teatro: Flor Larios presenta su monólogo Minas bajo la pìel en el taller de teatro de Casa de la Cultura a las 8:30, la entrada es libre. Mañana habrá un peculiar concierto en el Jardín Libertad a las 7:30. Ni les doy los detalles, mejor vayan, va a estar bonito. Estamos en la red: http://www.ernestocortes.com/. Los leo: Ernesto@CuerdaCueroyCanto.com
domingo, 14 de febrero de 2010
Sábado 30/ene/10: Las naciones flotantes, I: Sealand
Un buen día de 1967 Roy Bates, un transmisor de radio pirata en el sureste de Inglaterra, tomó por asalto la plataforma abandonada que en la Segunda Guerra Mundial había albergado el Fuerte Roughs: una superficie de apenas 550 metros cuadrados que en ese entonces estaba ocupada por otros radiopiratas. Bates, acompañado de su hijo Michael, tomó la pequeña isla artificial por la fuerza, echó a sus antiguos moradores (otros radiopiratas) y se proclamó no solamente dueño, sino príncipe de ese pedazo de metal ubicado 10 km al sur de Suffolk, en lo que entonces, por la distancia, se consideraban aguas internacionales. Hasta eso, le salió bien la jugada: aunque a la fecha ningún país ni organismo internacional han reconocido la soberanía y el estatus de nación de lo que Su Alteza Real Roy Bates llamó Sealand, Inglaterra decidió no meterse en honduras y tolerar al levantisco y a su familia que, desde entonces, han tenido la posesión y el dominio de lo que ellos consideran el país más pequeño del mundo, con sus monedas, pasaportes, estampillas postales, e incluso historia nacional que incluye ya un golpe de estado y una guerra. Las palabras misteriosas de hoy son: las naciones flotantes, 1.
II: Sí, su majestad
Sealand es, literalmente, una vil plancha metálica suspendida sobre dos pilotes a unos 20 metros por sobre el nivel del agua. Sobre esta plancha hay un galerón, cuyo techo se usa como helipuerto, y no mucho más. Hay una antena, y una bandera, y por algún tiempo tuvo a varias personas como habitantes fijos. Eso fue bastante para que declararan su independencia y se establecieran como una micronación que, si bien no es reconocida por los ingleses, sí es tolerada, y tiene un estatus lo suficientemente ambiguo como para que varias compañías de almacenamiento de datos en internet tuvieran interés en establecerse ahí. Por un tiempo, HavenCo, una empresa especializada en guardar información y ofrecer secrecía a sus clientes (como un banco suizo, pero de datos), “rentó” el país completo, para establecer ahí sus servidores, considerando que Sealand no ha firmado ningún acuerdo internacional contra el almacenamiento de datos que infringen derechos de autor, o que incluyen información que podría ser considerada ilegal, como piratería o pornografía. Otra empresa, The Pirate Bay, trató de comprar la isla, pero parece que no le llegaron al precio al príncipe regente, Michael Bates, soberano en funciones ahora que su anciano padre decidió irse a vivir a tierra firme.
Hace algunos años hubo un incendio mayor en la plataforma, lo que provocó una evacuación, y en realidad la información actual sobre Sealand es confusa. Parece que la están vendiendo, aunque como un principado no se puede vender, lo que ofrecen es la “transferencia de custodia” a quien aparezca con 750 millones de euros contantes y sonantes. Por otra parte, tras un fallido golpe de estado en 1978, hay un autoproclamado “gobierno en el exilio”, y hace un año, para enredar aún más las cosas, un alemán que se autonombra Rey Marduk clamó la posesión de Sealand, considerando que, según él, al no haberse mencionado la isla en los tratados post Segunda Guerra Mundial, es terra nullius, susceptible de ser reclamada por el primero al que se le ocurra invocar el hueco legal, o sea a él. (continuará)
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viernes, 12 de febrero de 2010
Martes 2/feb/10: 41, de Rogelio Guedea
En la première de la 19ª temporada de su programa de televisión, en 2004, Oprah Winfrey pidió a las integrantes del público que revisaran debajo de sus asientos: bajo cada uno había una cajita. Dentro de algunas de las cajitas, dijo la conductora y magnate norteamericana, había llaves de autos. A la hora de irlas abriendo, resultó que todas las cajas tenían llaves, y así, en cosa de minutos, se regalaron 264 Pontiac G6, de $28 500 dólares cada uno. Este episodio legendario de la televisión norteamericana me vino a la mente el viernes pasado (con sus muy debidas distancias, claro) cuando algunos afortunados asistentes a la presentación de la novela 41, de Rogelio Guedea, encontraron bajo sus asientos vales intercambiables por un documental sobre la vida, obra y motivos del escritor. Digo, no es un carro, pero. En fin. Las palabras misteriosas de hoy son: letras, cuadraciones, ficción.
II: Firmes, ya.
Parecía más bien evento político, con la presencia de honorables autoridades presentes y pasadas, incluyendo a prominentes miembros del gabinete estatal, un diputado federal y un exgobernador. Luego, abogados, literatos, teatreros, músicos, periodistas y palomilla variada de la vida intelectual del pueblo (estos sí con interés genuino), reunidos para atestiguar el lanzamiento de la nueva obra del escritor al que, aunque nadie lo digamos en voz alta ni lo escribamos en nuestras columnas, en realidad todos admiramos porque, viviendo en Nueva Zelanda y teniendo los méritos que tiene, es el único que se anima a escribir como escribe sobre Colima, y a decir las cosas que dice. Por eso es que la impresión —muy personal— que me daban los políticos que codo con codo ocupaban la primera fila, es de que todos habían ido a cuadrarse. No es que les interese la literatura, ni mucho menos que vayan a leer el libro que se llevaron autografiado bajo el brazo, pero es que con ese Rogelio Guedea más vale estar en buenos términos, han de haber pensado.
III: Ora, vale
Así como las novelas policíacas de Paco Ignacio Taibo II (referencia obligada de la literatura negra en español) tienen de marco la Ciudad de México y su geografía, su habla, sus símbolos y referencias, en 41 uno va encontrando a Colima, sus calles, sus modismos, y sus historias sórdidas que, aunque muchos las quieran ignorar, ahí están. Apenas voy en los primeros capítulos, pero esa colimotez de la novela es evidente, y resulta sabroso encontrarse con un libro donde se habla como uno, y hasta da curiosidad ir a los domicilios y rumbos citados en la historia, a ver si de veras hay lo que el escritor dice que hay.
Pero como señaló Adalberto Carvajal en la presentación, 41 es una novela, no un reportaje, y aunque esté basado en hechos reales, no se trata de una crónica realista, sino de una invención. O eso creemos. Con todo y que decían que la ficción y que las arañas, la noche de la presentación nadie se atrevió a mencionar con nombre y apellido a uno de los personajes de la novela que fue sacado de la vida real: el hermano de un “importante político que llegó a ser candidato a la gubernatura” y que fue una de las víctimas de un asesino serial que atacaba homosexuales. Nadie se atrevió a insinuar que ese “importante político” no solo llegó a candidato, sino tantito más allá. Muestra de que la ficción también saca ronchitas.
En fin, habrá que entrarle a 41 con varios lentes. Su presentación fue auspiciosa, y la resonancia que ha tenido la presencia del autor en México para este book tour de inicio de año también es buena señal. Está en Random House Mondadori, por si gustan.
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Jueves 28/ene/10: Hong Gil Dong y Jeon Seok
En Job, obra de teatro de Enrique Olmos de Ita, un profesor universitario sin mucha estrella va sufriendo a lo largo de su día una calamidad tras otra, hasta terminar convirtiéndose en víctima de un secuestro. Cuando le quitan la capucha en la casa de seguridad, los plagiarios se dan cuenta de que Job no es la persona a la que habían estado siguiendo por semanas, y se enfrentan a la disyuntiva de eliminarlo o dejarlo ir. La circunstancia de haber estado en el lugar y momento equivocados termina saliéndole cara a Job, que no en vano se llamaba como el personaje bíblico. Las palabras misteriosas de hoy son: hado, parecencias, surrealismo.
II: Busquen a Juan Pérez
Cuando se desconoce la identidad de una persona involucrada en un asunto de la ley y el orden, en Estados Unidos se le llama con el genérico John Doe. En México es NN (por Nomen Nescio, en latín). En Corea es 洪吉童, Hong Gil Dong. Para efectos de esta historia el personaje principal se llamará Hong, por razones evidentes.
Resulta que Hong, trabajador de la construcción de la regasificadora en Manzanillo, es aficionado a los juegos de azar, y se ganó dos premios chonchos en el casino, para un total de 160 mil pesos. Alertados por alguien (¿cómo pasó la información del casino a los criminales?), a un grupo de malandros se les ocurrió que el súbitamente adinerado coreano sería presa fácil de un secuestro, y se pusieron a esperar cerca de la regasificadora, con la intención de venadearlo. La cosa es que Hong Gil Dong no era el único coreano en el lugar, así que en cuanto vieron salir a una persona de apariencia oriental, los malosos se le dejaron ir, sin darse cuenta que en realidad estaban levantando a Jeon Seok, también coreano, también trabajador de la regasificadora, pero sin miles de pesos encima.
III: Es que todos los chinos se parecen
En el episodio The grasshopper experiment de la serie de comedia The Big Bang Theory, el padre del Rajesh, el hindú amigo de los protagonistas Sheldon y Leonard, confunde a una persona con otra y se justifica diciendo “perdón, es que ustedes los blancos se ven todos iguales”. Este mismo razonamiento parece haber imperado con los secuestradores de Jeon Seok, que no repararon en que, en realidad, cada coreano es tan distinto y único como cada mexicano —cuestión de perspectivas, nomás—, y atacaron a la persona equivocada.
De acuerdo a lo reportado por El Correo de Manzanillo, Jeon Seok estuvo secuestrado durante el fin de semana, y el lunes fue abandonado en un paraje solitario, severamente golpeado, tras haberse convertido en víctima de la furia que, sin duda, debió imperar entre los maleantes al darse cuenta del error. Hong Gil Dong, por su parte, siguió sus días como si nada, muy campante, y se enteró hasta que ya todo había pasado. Quién sabe si vaya a regresar al casino.
IV: Cultura
Hablando de historias policíacas, mañana por la noche el escritor Rogelio Guedea presenta su novela 41, en el Centro Cultural Adolfo Mexiac, ahí a media cuadra de El Trébol, en el centro, a las 8:30 de la noche. Aunque por el momento es imposible conseguir el libro (ya está agotado), los organizadores aseguran que el mero día sí habrá copias disponibles a la venta, así que habrá que llegar temprano para alcanzar ejemplar. Por otra parte, a las 8:00 de la noche, en el Taller de Teatro de Casa de la Cultura, Flor Larios estrenará el monólogo Minas bajo la piel, mismo que estará presentando durante dos fines de semana, por si gustan.
Estamos en la red: ErnestoCortes.com. Los leo: Ernesto@CuerdaCueroyCanto.com