I: Buenos días
En el cuento Fin del mundo del fin, Julio Cortázar narra cómo, al aumentar el número de escribas en el mundo, aumenta prodigiosamente el número de libros sobre el planeta, al grado que, llegado un punto, los libros ya no caben en tierra firme, y tienen que ser echados al mar, donde hacen elevar las aguas y modificar las líneas costeras, y donde eventualmente se forma una pasta que poco a poco se va solidificando y hace que todos los barcos del mundo se queden atorados, y que los trasatlánticos se conviertan en casinos, “donde se han refugiado los presidentes de las repúblicas, y donde se celebran grandes fiestas y se cambian mensajes de isla a isla, de presidente a presidente, y de capitán a capitán”. Las palabras misteriosas de hoy son: las naciones flotantes, 2.
II: En el mar la vida es más sabrosa
Desde hace varios siglos existen registros de comunidades autónomas viviendo en islas fuera de las regulaciones de una nación establecida. Hubo corsarios musulmanes del siglo XVI que crearon sus propias micronaciones en el Mediterráneo, sociedades autocontenidas que les funcionaron por un rato, y en la literatura pirata (no pirata del tipo chino, sino pirata pirata) es famosa la colonia de Libertatia, supuestamente fundada en Madagascar por el capitán Oliver Misson, donde los forajidos practicaban una mezcla de anarquía y democracia (!) y hasta habían desarrollado su propio idioma, mezcla de francés, inglés, holandés, portugués, y malagasi.
Ya en el XX, hubo gente que propuso (y efectuó) la fundación de sociedades (casi?) autosuficientes en islas naturales o artificiales. En los 70s, la Operación Atlantis, liderada por un tal Werner Stiefel, proponía la creación de una nación libertaria flotante en aguas internacionales (y lo hubieran logrado, si no se les hubiera hundido el barco en un huracán por las Bahamas). Por esas mismas fechas, y a propósito de mezcla de idiomas, un ingeniero italiano llamado Giorgio Rosa fundó la Respubliko de la Insulo de la Rozoj en una plataforma marítima construida ex profeso en el Adriático, y la declaró nación independiente, con el esperanto como idioma oficial, y renegando de las autoridades italianas, que no vieron con buenos ojos la iniciativa y mandaron a los carabinieri a tomar control de la incipiente nación, que fue dinamitada y hundida en el mar. Un hermano de Ernest Heminghway trató de crear su propia ciudad flotante también a finales de los 60s, New Atlantis, pero dicen que un huracán dañó gravemente la estructura y que a fin de cuentas unos pescadores mexicanos (dicen, aunque parece mito) dieron cuenta del material útil que pudieron agandallar y el proyecto se acabó.
En los 90s, un tal Norman Nixon presentó el proyecto del Freedom Ship, una ciudad flotante que albergaría a 50 mil personas y circunnavegaría el mundo como un país independiente. Nixon recibió solicitudes y pagos por adelantado de futuros residentes, pero nunca inició la construcción de la isla artificial, y tal parece que ya se clavó la lana.
No solamente han sido personajes excéntricos o transas los que han promovido la idea de que en el mar se pueden “construir” naciones independientes: también gente de mucho caletre (y billete) ha propuesto que la neutralidad legal y política de las aguas oceánicas pueden ser el espacio de desarrollo para la humanidad del futuro. O para una pequeña parte de la humanidad, al menos. El próximo sábado hablaremos de ellos.
III: Mientras tanto, en la ciudad de las palmeras…
Hoy en la noche hay buen teatro: Flor Larios presenta su monólogo Minas bajo la pìel en el taller de teatro de Casa de la Cultura a las 8:30, la entrada es libre. Mañana habrá un peculiar concierto en el Jardín Libertad a las 7:30. Ni les doy los detalles, mejor vayan, va a estar bonito. Estamos en la red: http://www.ernestocortes.com/. Los leo: Ernesto@CuerdaCueroyCanto.com
En el cuento Fin del mundo del fin, Julio Cortázar narra cómo, al aumentar el número de escribas en el mundo, aumenta prodigiosamente el número de libros sobre el planeta, al grado que, llegado un punto, los libros ya no caben en tierra firme, y tienen que ser echados al mar, donde hacen elevar las aguas y modificar las líneas costeras, y donde eventualmente se forma una pasta que poco a poco se va solidificando y hace que todos los barcos del mundo se queden atorados, y que los trasatlánticos se conviertan en casinos, “donde se han refugiado los presidentes de las repúblicas, y donde se celebran grandes fiestas y se cambian mensajes de isla a isla, de presidente a presidente, y de capitán a capitán”. Las palabras misteriosas de hoy son: las naciones flotantes, 2.
II: En el mar la vida es más sabrosa
Desde hace varios siglos existen registros de comunidades autónomas viviendo en islas fuera de las regulaciones de una nación establecida. Hubo corsarios musulmanes del siglo XVI que crearon sus propias micronaciones en el Mediterráneo, sociedades autocontenidas que les funcionaron por un rato, y en la literatura pirata (no pirata del tipo chino, sino pirata pirata) es famosa la colonia de Libertatia, supuestamente fundada en Madagascar por el capitán Oliver Misson, donde los forajidos practicaban una mezcla de anarquía y democracia (!) y hasta habían desarrollado su propio idioma, mezcla de francés, inglés, holandés, portugués, y malagasi.
Ya en el XX, hubo gente que propuso (y efectuó) la fundación de sociedades (casi?) autosuficientes en islas naturales o artificiales. En los 70s, la Operación Atlantis, liderada por un tal Werner Stiefel, proponía la creación de una nación libertaria flotante en aguas internacionales (y lo hubieran logrado, si no se les hubiera hundido el barco en un huracán por las Bahamas). Por esas mismas fechas, y a propósito de mezcla de idiomas, un ingeniero italiano llamado Giorgio Rosa fundó la Respubliko de la Insulo de la Rozoj en una plataforma marítima construida ex profeso en el Adriático, y la declaró nación independiente, con el esperanto como idioma oficial, y renegando de las autoridades italianas, que no vieron con buenos ojos la iniciativa y mandaron a los carabinieri a tomar control de la incipiente nación, que fue dinamitada y hundida en el mar. Un hermano de Ernest Heminghway trató de crear su propia ciudad flotante también a finales de los 60s, New Atlantis, pero dicen que un huracán dañó gravemente la estructura y que a fin de cuentas unos pescadores mexicanos (dicen, aunque parece mito) dieron cuenta del material útil que pudieron agandallar y el proyecto se acabó.
En los 90s, un tal Norman Nixon presentó el proyecto del Freedom Ship, una ciudad flotante que albergaría a 50 mil personas y circunnavegaría el mundo como un país independiente. Nixon recibió solicitudes y pagos por adelantado de futuros residentes, pero nunca inició la construcción de la isla artificial, y tal parece que ya se clavó la lana.
No solamente han sido personajes excéntricos o transas los que han promovido la idea de que en el mar se pueden “construir” naciones independientes: también gente de mucho caletre (y billete) ha propuesto que la neutralidad legal y política de las aguas oceánicas pueden ser el espacio de desarrollo para la humanidad del futuro. O para una pequeña parte de la humanidad, al menos. El próximo sábado hablaremos de ellos.
III: Mientras tanto, en la ciudad de las palmeras…
Hoy en la noche hay buen teatro: Flor Larios presenta su monólogo Minas bajo la pìel en el taller de teatro de Casa de la Cultura a las 8:30, la entrada es libre. Mañana habrá un peculiar concierto en el Jardín Libertad a las 7:30. Ni les doy los detalles, mejor vayan, va a estar bonito. Estamos en la red: http://www.ernestocortes.com/. Los leo: Ernesto@CuerdaCueroyCanto.com
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