Un buen día de 1967 Roy Bates, un transmisor de radio pirata en el sureste de Inglaterra, tomó por asalto la plataforma abandonada que en la Segunda Guerra Mundial había albergado el Fuerte Roughs: una superficie de apenas 550 metros cuadrados que en ese entonces estaba ocupada por otros radiopiratas. Bates, acompañado de su hijo Michael, tomó la pequeña isla artificial por la fuerza, echó a sus antiguos moradores (otros radiopiratas) y se proclamó no solamente dueño, sino príncipe de ese pedazo de metal ubicado 10 km al sur de Suffolk, en lo que entonces, por la distancia, se consideraban aguas internacionales. Hasta eso, le salió bien la jugada: aunque a la fecha ningún país ni organismo internacional han reconocido la soberanía y el estatus de nación de lo que Su Alteza Real Roy Bates llamó Sealand, Inglaterra decidió no meterse en honduras y tolerar al levantisco y a su familia que, desde entonces, han tenido la posesión y el dominio de lo que ellos consideran el país más pequeño del mundo, con sus monedas, pasaportes, estampillas postales, e incluso historia nacional que incluye ya un golpe de estado y una guerra. Las palabras misteriosas de hoy son: las naciones flotantes, 1.
II: Sí, su majestad
Sealand es, literalmente, una vil plancha metálica suspendida sobre dos pilotes a unos 20 metros por sobre el nivel del agua. Sobre esta plancha hay un galerón, cuyo techo se usa como helipuerto, y no mucho más. Hay una antena, y una bandera, y por algún tiempo tuvo a varias personas como habitantes fijos. Eso fue bastante para que declararan su independencia y se establecieran como una micronación que, si bien no es reconocida por los ingleses, sí es tolerada, y tiene un estatus lo suficientemente ambiguo como para que varias compañías de almacenamiento de datos en internet tuvieran interés en establecerse ahí. Por un tiempo, HavenCo, una empresa especializada en guardar información y ofrecer secrecía a sus clientes (como un banco suizo, pero de datos), “rentó” el país completo, para establecer ahí sus servidores, considerando que Sealand no ha firmado ningún acuerdo internacional contra el almacenamiento de datos que infringen derechos de autor, o que incluyen información que podría ser considerada ilegal, como piratería o pornografía. Otra empresa, The Pirate Bay, trató de comprar la isla, pero parece que no le llegaron al precio al príncipe regente, Michael Bates, soberano en funciones ahora que su anciano padre decidió irse a vivir a tierra firme.
Hace algunos años hubo un incendio mayor en la plataforma, lo que provocó una evacuación, y en realidad la información actual sobre Sealand es confusa. Parece que la están vendiendo, aunque como un principado no se puede vender, lo que ofrecen es la “transferencia de custodia” a quien aparezca con 750 millones de euros contantes y sonantes. Por otra parte, tras un fallido golpe de estado en 1978, hay un autoproclamado “gobierno en el exilio”, y hace un año, para enredar aún más las cosas, un alemán que se autonombra Rey Marduk clamó la posesión de Sealand, considerando que, según él, al no haberse mencionado la isla en los tratados post Segunda Guerra Mundial, es terra nullius, susceptible de ser reclamada por el primero al que se le ocurra invocar el hueco legal, o sea a él. (continuará)
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