miércoles, 24 de febrero de 2010
Jueves 18/feb/10: El cielomoto en Uruguay
I: Buenos días
El lunes nos habló por teléfono mi suegra, desde Montevideo, para contarnos que ese día (que fue particularmente caluroso, de los peores días del verano allá), de la nada y con cielo despejado, se escucharon una serie de estruendos, semejantes a los de una tormenta eléctrica, provocando curiosidad primero, y temor después, ya que los truenos fueron de tal intensidad, que en algunas zonas de la ciudad hubo temblores de tierra, y en la rambla varios negocios reportaron cristales rotos a consecuencia de la vibración provocada por el fenómeno. Las autoridades uruguayas no atinaron a dar una explicación satisfactoria del suceso, y hasta el momento lo que se maneja como la conjetura más probable es lo que han dado en llamar cielomoto. Las palabras misteriosas de hoy son: truenos, atmósfera, Mach 1.
II: Ruiditos
Cuando un avión rompe la barrera del sonido —es decir, vuela a más de 343 m/s, o 1,236 km/h— se produce un estallido sonoro (y una peculiar nube cónica de condensación alrededor del aparato) que resulta de la compresión de ondas sonoras. Curiosamente, el piloto no llega a escuchar esa explosión (ni siquiera el motor de su propio avión) porque ambos sonidos son dejados atrás al irse moviendo más velozmente que el sonido mismo, pero para un observador en tierra, el estallido puede ser muy espectacular. El meteorólogo uruguayo Diego Vázquez Melo afirma que ese fue el origen de los truenos que se escucharon la mañana del lunes, aunque menudo avión tendría que haber sido, considerando que se escuchó en una franja de varios cientos de kilómetros del litoral uruguayo.
Acá en Colima, cuando los calores arrecian, la gente dice “va temblar, con tanta calor, segurito que va a temblar”. Los uruguayos no tienen esa superstición (allá no tiembla), pero hay científicos que atribuyen el fenómeno del lunes a las temperaturas veraniegas y a la “reacción ocasionada por gases comprimidos en la atmósfera”. Esa es la explicación más “seria” que hay sobre el origen de los cielomotos, un fenómeno del que no hay mayor información científica. Con lo ocurrido en el Río de la Plata este lunes salió a la luz que ya se han registrado cielomotos en otras partes del mundo, notablemente en Estados Unidos, Inglaterra y Australia, y que hay registro de estos eventos atmosféricos desde la década de 1850, aunque sigue siendo un misterio cuál es su origen.
Por su parte, la estación meteorológica Metsul, de Brasil, consideró que más bien se trató de un meteorito que estalló en el aire, un fenómeno que se registra con relativa frecuencia. El caso más famoso es el de Tunguska, en la hoy República de Buryat (Siberia, pa que se ubiquen): el 30 de junio de 1908, un meteorito o pedazo de cometa ingresó a la atmósfera y se desintegró antes de tocar tierra, dejando casas y árboles derribados en un área equivalente a casi la mitad del estado de Colima como consecuencia de la onda expansiva que siguió a la explosión (ver Columna Lítica 15/jul/08).
En un caso más reciente y familiar, hace unos días un fragmento del satélite ruso Cosmos 2421 —que para agosto del 2008 se había desbaratado en 426 piezas que flotaban en el espacio— cayó entre Puebla e Hidalgo, en México. Los rusos dicen que no es cierto, que ellos controlan su basura espacial, pero vaya usted a saber. El caso es que tanto en México como en Uruguay los cielos andan intranquilos, ya no solo la tierra se zarandea. La suegra se reporta estable, por fortuna.
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