Conciencia

miércoles, 10 de octubre de 2007

Jueves 10/oct/07: Civilizaciones


I: Buenos días
En su novela de ciencia ficción Star Maker (1937), el escritor inglés William Olaf Stapledon describe diversas civilizaciones que el protagonista-narrador va encontrando a lo largo de su viaje por el universo. Además de dar cuenta de civilizaciones enteras y mundos con diversas culturas, el narrador hace mención al desarrollo tecnológico que hay en los mundos que va hallando en el camino. Una de las invenciones mencionadas en Star Maker fue retomada en 1957 en un artículo publicado en la revista Science por el físico inglés Freeman Dyson: una megaestructura capaz de captar absolutamente toda la energía emitida por una estrella. Las palabras misteriosas de hoy son: Esfera de Dyson, civilización, transición.

II: Proporciones
Si a una persona le piden que conciba mentalmente lo que es una distancia de 10 metros, puede más o menos hacerlo, pensando tal vez en referentes como dos autos o una plataforma de clavados. Si le piden que conciba 100 metros, podrá pensar en una cuadra de su barrio. Cinco kilómetros podría ser lo que hace de su casa al trabajo. 100 kilómetros puede la distancia a la ciudad capital, y así. El problema es cuando le piden pensar en una distancia como 100 mil kilómetros, o 150 millones de km. Ahí la cosa va perdiendo sentido y los números dejan de tener una referencia que les dé un significado que nos diga algo.

Algo similar pasa con el tiempo. 6 años son una referencia que incluso culturalmente tenemos bien arraigada. 20, 50 años todavía caben en la concepción de una vida humana. Un siglo de historia tiene todavía sentido, pero cinco milenios son difíciles de conceptualizar como algo con significado, no digamos 2 millones de años. Esta dificultad para concebir tiempo y espacio en proporciones astronómicas es una de las amenazas que enfrenta la civilización humana actualmente. Se piensa a seis años, pero no se piensa a 50, mucho menos a 100. Vemos el futuro inmediato, pero no mucho más allá. Nuestra responsabilidad como parte de un proceso mayor es algo que muy pocos seres humanos hacen consciente.

III: La infancia de la civilización
En 1964, el astrónomo soviético Nikolai Kardashev propuso una escala para determinar qué tan avanzada estaba una civilización, en términos de desarrollo tecnológico. Según Kardashev, hay tres tipos de civilización: la Tipo I, que es la que ha logrado aprovechar toda, absolutamente toda la energía que le puede proporcionar un planeta (energía eólica, hidroeléctrica, geotérmica, etc); la civilización Tipo II es la que ha logrado aprovechar toda la energía que emite una estrella, no a través de páneles solares instalados en el planeta, sino a través de un hoyo negro controlado por la civilización o bien mecánicamente por medio de una Esfera de Dyson (ahorita vamos para allá); la Tipo III es la que aprovecha toda la energía que se genera en una galaxia, aunque por el momento ni siquiera podamos imaginar qué tecnología podría hacer factible esta condición.

Una Esfera de Dyson es una megaestructura que rodea –literalmente- una estrella y que a través de páneles capta la energía que esta estrella emite al universo. Obviamente se trata de un diseño hipotético porque aún no estamos en condiciones de construir una estructura de este tamaño. Estamos hablando de una esfera de una Unidad Astronómica de diámetro (1 UA), equivalente a 150 millones de kilómetros, o a 8 minutos luz, o a la distancia de la Tierra al Sol.

Nosotros somos una civilización Tipo 0, entrando al período de transición al Tipo I, el control de la energía de todo un planeta. Sin embargo, muchos físicos y astrónomos han propuesto que no se trata solamente de aprovechamiento de energía, sino que van aparejadas cuestiones de estabilidad en el planeta en cuanto a lo político, lo social, lo económico y lo cultural. Nos encontramos en un momento de la historia de la civilización en que, o bien damos el paso hacia el Tipo I, o bien todo se va al carajo.

La geoingeniería, la nanotecnología y otras disciplinas novísimas están acercando a pasos agigantados el momento de transición, que se calcula entre uno y dos siglos. El problema es que el desarrollo tecnológico no va a la par del desarrollo humano en sí. La erosión no es solamente ecológica, sino también cultural y social, y las señales se ven por todos lados, aunque nos hemos acostumbrado tanto a ellas que cada vez hacemos menos caso.

Es difícil pensar en términos astronómicos, de ahí la cortedad a la hora de tomar decisiones que afectan a la sociedad, de ahí la insistencia en ver soluciones que van a funcionar dentro del término de una o dos décadas, pero que después nos van a dejar más pelones que antes.

En la década de los 60s, un visionario previó a una civilización que en su momento va a construir una estructura alrededor de su estrella, y que para entonces ya habrá migrado a otros sistemas solares y habrá extendido su radio de acción más allá de Plutón. En esta década, hay funcionarios y empresarios que únicamente ven los millones que se van a embolsar y que no tienen la más remota idea del proceso mayor que se cuece a su alrededor y del que, de una manera u otra, son parte.

Estamos en la red: ernestocortes.blogspot.com, ernesto@cuerdacueroycanto.com

1 comentario:

ictius dijo...

Tal vez yo sea muy paranoico a este respecto pero de que algo esta pasando o esta por comenzar, lo esta.

extraño el terruño.