Hubo un tiempo en que México era visto en el mundo como una potencia en atletismo, sobre todo gracias a sus atletas en carreras de fondo y caminata. Raúl González, Ernesto Canto, Carlos Mercenario, Daniel García y Bernardo Segura en la marcha; Rodolfo Gómez, Dionisio Cerón, Arturo Barrios, Germán Silva y hasta el Halcón García en el maratón, en su momento cubrieron de gloria al país con sus logros en olimpiadas, campeonatos mundiales y competencias que los llevaron a colocarse en los primeros sitios del ranking mundial. En cuanto a la marcha, México le debió mucho en los 80s y 90s a Jerzy Hausleber, polaco nacionalizado mexicano, considerado el padre de la marcha en nuestro país. Sin embargo, esos tiempos quedaron muy lejanos. Ahora, en la escena internacional del atletismo el nombre de México está relacionado con una cosa, principalmente: la trampa. Las palabras misteriosas de hoy son: atletismo, transas, récords.
II: Los plusmarquistas / algo de historia
En 1994, hacia el pináculo de su carrera, y en uno de los mejores momentos en la historia del atletismo mexicano, Bernardo Segura impuso el récord mundial de 20 kilómetros de caminata en pista con 1:17:25.6. Esto, para ponerlo en perspectiva, es como si usted o yo fuéramos corriendo a todo lo que nos da el pulmón de una cuadra a otra, solo que manteniendo la misma velocidad a lo largo de 19 mil zancadas, y aplicando una técnica que, si uno no está entrenado, resulta en punzadas muy dolorosas en la espinilla, contracciones en las pantorrillas y escroto rozado en el caso de los hombres, por decir lo menos.
En 1991, en una competencia celebrada en La Fleche, Francia, el fondista mexicano Arturo Barrios impuso el récord en la peculiar prueba de la hora, que consiste, como el nombre lo indica, en ver quién corre la mayor distancia en 60 minutos. Los 21, 101 metros corridos por Barrios en aquella ocasión fueron superados hace tres meses por Haile Gebrselassie, el etíope 23 veces recordista mundial, quien corrió 184 metros más que el mexicano, y de pasada aprovechó para, en la misma prueba, imponer un nuevo récord en los 20 kilómetros (56:25.98), una verdadera rareza en los anales del atletismo.
(Un par de meses después, otro mexicano vengaría a Barrios. Roberto Madrazo “corrió” el doble de rápido que Haile Gebrselassie en el Maratón de Berlín, en esa historia que ya conocemos y que puso a México en las primeras planas del mundo.)
Por otra parte, la promisoria carrera de Bernardo Segura inició su descenso cuando cometió el error de ganar una diputación federal por el PRD y cuando, horror de horrores, aceptó formar parte del gabinete del Peje en el DF, poco antes de irse a competir a Sydney, en las olimpiadas del 2000. Ese puesto público le costó la cabeza cuando por un error de los jueces en la (in)justa olímpica lo descalificaron tras haber ganado los 20 kilómetros de marcha. Mario Vazquez Raña, director del Comité Olímpico Mexicano, fue el primero en atacar a Bernardo y acusarlo de hacer trampa. Segura se sometió al detector de mentiras para comprobar que nunca le mostraron la tercera tarjeta de amonestación durante la competencia (lo que lo haría acreedor a la descalificación). El magnate editorial no quiso someterse a la misma prueba y solo siguió atacando al marchista, de priísta a perredista, no de directivo a atleta, menos de mexicano a mexicano.
La política y los políticos han jugado un papel muy importante para el hundimiento del atletismo mexicano. Después del papelón de Madrazo en Berlín, apenas unas semanas después, viene el escándalo de la Federación Mexicana de Atletismo en el campeonato mundial de Osaka, donde, según parece, se les hizo fácil sacar fotocopias a color de los gafetes de acreditación para que personas no autorizadas (una de las cuales, dicen, fue Ernesto Canto, a quien recordamos muy bien con el oro en 20k en Los Ángeles ’84). Al igual que en el caso Madrazo, se aventaron una transa a la mexicana, “que al cabo nadie se va a dar cuenta”, con consecuencias internacionales. Lo de Osaka, dicen algunos atletas, con Ana Guevara a la cabeza, es nada más la puntita del iceberg, y vienen tiempos todavía más revueltos en el atletismo nacional. Lástima que los últimos en la cadena sean, como siempre, los verdaderos atletas.
III: Finalmente
Dos cosas que nada que ver: el gobernador citó, para ayer en la tarde, a una reunión con representantes de MACSA, así como obreros de la empresa y diversas autoridades. Al momento de escribir esto apenas estoy por dirigirme a la reunión, así que no puedo comentar nada aún, pero sin duda alguna este es un tema que seguirá dando de qué hablar en los días por venir. Al menos ya se destapó la cloaca y los trabajadores dejaron de lado el miedo (a medias, porque la represión es cosa seria) y se atrevieron a alzar la voz respecto a lo que sucede en los galpones ruidosos y calurosos de MACSA. Veremos en qué termina el asunto. La otra cosa: un saludo a los diputados que, muy alegremente, me saludaron en la Feria este fin de semana pasado, sin tener idea de quién era yo. Claro: a nadie se le ocurre que un columnista del Ecos esté de incógnito en la Feria, maquillado y con un traje de beduino, haciéndole a la estatua viviente. Estamos en la red: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: ernesto@cuerdacueroycanto.com