Conciencia

jueves, 27 de setiembre de 2007

Jueves 27/sep/07: Talento

I: Buenos días
Hace casi diez años, por azares del destino, me encontré en Hermosillo compartiendo una cena con dos docenas de músicos provenientes de varias ciudades del país, en casa del entonces senador Ovidio Pereira, de Sonora. En esa cena estaba también Poncho Sánchez (homónimo del bongocero), joven compositor colimense, ahora publicista creador de algunos de los jingles más pegajosos que escuchamos en los medios locales, y como invitados de honor estaban dos integrantes de Garibaldi, aquel grupo del que la única sobreviviente hasta nuestros días es Paty Manterola, la que anuncia cremas y hace telenovelas chafas. Apareció por ahí una guitarra y se armó la fiesta. Poncho tomó el control del instrumento y comenzó a dirigir un juego de improvisaciones en el que cada participante tenía que cantar una cuarteta inventada sobre la marcha. Músicos todos, la cosa se puso divertida, hasta que tocó el turno a los garibaldis. Ni podían improvisar versos ni podían cantar. Ninguno de los dos podía entonar ni agarrar el ritmo que Poncho les ponía con la guitarra, pícaro y jodón al darse cuenta de la nulidad de las “estrellas” que nos acompañaban esa noche. Las palabras misteriosas de hoy son: talento, Televisa, aclaraciones.

II: “No es que yo vea ese programa, pero…”
He escuchado y leído comentarios de varias personas sobre el reality de Televisa, Buscando a Timbiriche, y sobre el papelón que hicieron hacer a la colimense Verónica, quien, como escribí en mi anterior columna, tiene los días contados después de la tarjeta amarilla (Noé Guerra dixit) y el eufemístico “tú más bien tienes madera de solista” que le recetaron el domingo. Aunque no estoy de acuerdo con la manera en que juegan con los participantes como carne de cañón para exprimir espectáculo, también tengo claro que ellos sabían bien en qué se estaban metiendo al aceptar entrar al programa. Carla Verónica vendió gustosa sus lágrimas a Televisa y les dio la exclusiva de la visita al panteón y toda la cosa. Ahora tiene que continuar el juego, y aguantar vara, porque se viene la bajada. Lo que me sorprende es que personas a las que yo considero “serias” inviten a que la gente siga llamando “para apoyar a Verónica”, si es tan claro que no se trata de un juego democrático y con reglas justas, sino de un espectáculo donde va a prevalecer a fin de cuentas el interés de los productores. Así que insisto: no llamen, no regalen su dinero, game over.

Aunque no me gusta Timbiriche (jamás tuve un disco de ellos -ni lo tendré-), en tanto músicos yo reconozco que algunos de ellos son muy buenos. He visto a Erik Rubín tocando en una velada acústica y el tipo es buenísimo con una guitarra en las manos, pero sin poses y sentadito. En esa velada lo acompañaron, en la guitarra, Santiago Ojeda (ex de Botellita de Jerez, hijo del Negro Ojeda, por más señas) y en el piano Memo Méndez (productor estrella de Televisa), y entre los tres dieron una cátedra de buen pop acústico. Dentro de sus géneros, y por separado, me gustan los trabajos de Benny Ibarra y de Sasha Sokol, sobre todo ésta última cuando hasta cantaba sobre los desaparecidos políticos en Sudamérica (en serio). La bronca es ahora, cuando ya viejos y pasadas sus glorias, los traen de ultratumba para seguir haciendo negocio, cantando a los treintaytantos canciones que les quedaban bien cuando tenían 12 años, sacando del baúl las poses de div@s y embriagándose con su tercer aire, que a ver cuánto les dura.

El talento artístico no siempre va aparejado con otras cualidades, y es por eso que luego éste se ve oscurecido por otras facetas de la personalidad del artista. Yéndome al extremo, un gran productor y músico mexicano es (fue) Sergio Andrade. Director de orquesta, arreglista bárbaro, políglota, genio del show bussiness… y pederasta. De los viejos timbiriches se pueden decir muchas cosas y es criticable su rol dentro del juego y cuestionables sus poses y dudosa la calidad de su trabajo como sexteto, tantos años después; sin embargo, creo que por una cuestión de justicia también hay que reconocer en algunas individualidades que, muy allá en el fondo, hay un artista con cierta gracia. La bronca es cuando los ponen a todos juntos a mover los labios y hacer como que aporrean guitarras y les echan humo y luces robóticas de colores. Ya lo dijo Zitarrosa: “es riesgo del que realiza / su vida en un escenario / sentir que es extraordinario / el horizonte que divisa”.

III: Aclaración
El pasado domingo, Sergio Ursúa, columnista de estas páginas, se confundió e inmiscuyó al Agente Cov en una historia en la que no venía al caso. Una disculpa por los inconvenientes causados, se trata de una obra pía en la que estamos colaborando de manera desinteresada, pero el compañero se hizo bolas. En realidad no se trata del Agente Cov, sino del Ayuntamiento de Colima, y el presidente municipal Mario Anguiano ha tomado conocimiento del asunto y ha prometido una solución. La cosa es que de la emisión de sus órdenes a la ejecución de las mismas hay algunos obstáculos, pero esperemos que la buena voluntad se imponga y que la sensibilidad que mostró el edil capitalino cuando se le planteó el problema prevalezca por sobre la mezquindad y la falta de corazón de quienes no quieren ayudar. Una vez que esté resuelto el asunto les platicaré con detalle de qué se trató y daremos el crédito correspondiente a quien lo merece.

Este y otros textos, además de fotos y videos: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: ernesto@cuerdacueroycanto.com

1 comentario:

Sergio Ursúa dijo...

En este orden:

Me equivoqué...
Me embarré...
Me desembarraste...

Bueno... insito... la idea es apoyar.