Conciencia

lunes, 29 de junio de 2009

Martes 30/jun/09: Michael Jackson est mort



I: Buenos días
El primer recuerdo que tengo de Michael Jackson proviene de la Revista del Consumidor, que en mi casa se coleccionaba religiosamente, al igual que Proceso. Un artículo de esa revista allá por el ‘84 daba cuenta de un contrato millonario que el entonces cantante afroamericano había firmado con Pepsi, para producir unos comerciales de televisión. En aquel tiempo no eran tan comunes los contratos de artistas y deportistas con cuentas de seis ceros, de modo que el asunto era noticia. Inevitablemente, mi infancia estuvo acompañada (de lejecitos) por Beat it, Billie Jean y We are the world. Luego, en la adolescencia, cuando el nombre de Jackson se hizo sinónimo de pedofilia y escándalo, lo puse en el desván del desprecio. Sería muchos años después que comencé a respetar al genio y a admirar al músico. Las palabras misteriosas de hoy son: el rey ha muerto, viva el rey.

II: El otro Michael
Hace un par de años, los que hemos seguido el trabajo del comediante inglés Sasha Baron Cohen celebramos en grande la aparición de la película Borat: aprendizajes culturales de América para hacer beneficio a la gloriosa nación de Kazajstán, en la que el personaje más famoso de Baron Cohen, un supuesto periodista kazajo furiosamente antisemita, realiza una gira por Estados Unidos con el objetivo inicial de hacer un documental, y con la posterior intención de pedirle matrimonio a Pamela Anderson. Aunque con esa película se decretaba automáticamente la muerte de Borat, la buena noticia entonces fue que ya estaba en camino una nueva cinta con el tercer personaje del comediante: Brüno, el falso periodista austriaco de la inexistente GayTV (la primera cinta de Baron Cohen fue Ali G in da house).

La muerte del Rey del Pop coincidió con el estreno de Brüno, y el destino quiso que la estrella de Michael Jackson en Hollywood estuviera justo afuera del cine donde se celebraba la première de la película, de modo que para la hora de los rezos y las velitas de los fans, estaba cubierta por una alfombra roja. Sin saberlo, o sin que les importara, los seguidores del cantante fueron a dar a la estrella de otro Michael Jackson, un locutor de radio inglés que emigró a EU en los 50s y que se convirtió en una leyenda menor, con la infausta sombra del homónimo encima. Así pues, las fotos y videos de los fans llorosos fueron en la estrella equivocada.

III: It don’t matter if you’re black or white
Nunca tuve un disco de Michael Jackson —ni voy a correr a comprarlo ahora que murió—, pero en particular en los últimos años (y meses) comencé a apreciar al genio detrás del mito. De la misma manera que nunca he comprado un disco de la Banda del Recodo, pero he ido a varios conciertos suyos porque reconozco que son unos músicos extraordinarios, empecé a admirar a Michael Jackson por sus dotes artísticas. Justamente hace unas semanas, cuando su muerte hubiera parecido un rumor absurdo, me puse a ver cuanto video en vivo encontré de él en Youtube, y no me quedó de otra que aceptar que, como artista, estaba en una liga aparte. Tenía una voz muy especial, que puede o no gustar, pero que no se encuentra muy a menudo, y su capacidad como bailarín definitivamente lo colocaba en un nicho separado del resto de los mortales.

No me rasgué las vestiduras con su muerte, aunque sí fue un golpe inesperado, y en el fondo tuve una sensación de pérdida. No por perder a Jackson como individuo, sino por lo que representó en tanto ícono de la cultura pop, influencia artística para una generación, e incluso figura social, que ahora resulta difícilmente apreciable, pero que en su momento fue definitoria para la gente de color. Con él se va toda una época y una revolución en la escena pop. No dejó sucesor, lo que remarca su calidad única. Rey del Pop solo hubo uno, de la misma manera que Reina, lo que se dice Reina, solo Madonna.

En el blog celebramos el arte del rey del pop con videos, por si gustan: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: ernesto@cuerdacueroycanto.com

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