Conciencia

sábado, 1 de noviembre de 2008

Sábado 1/nov/08: Ted Stevens, a series of tubes / Elecciones en EU





I: Buenos días
Es (era, hasta hace tres días) todo un símbolo de los republicanos, pues es el miembro de este partido que por más años ha servido ininterrumpidamente en el Senado norteamericano (40). Tuvo mucho que ver con la elevación de Alaska al rango a estado, y con una buena parte del desarrollo que esta región ha tenido desde hace medio siglo. Algunos de sus seguidores lo llaman “el padre de Alaska” o “el león de Alaska”, y es una de las pocas personas en el mundo que, al regresar a casa, aterrizan en un aeropuerto que lleva su nombre: el Ted Stevens Anchorage International Airport. Hasta la semana pasada, el senador republicano Ted Stevens parecía tener asegurada una reelección más en su haber, pero a causa de su “detallito”, las encuestas de este martes lo muestran 7 puntos debajo del candidato líder. En caso de reelegirse, Stevens sería el primer delincuente convicto en ser votado para un asiento en el Senado de Estados Unidos. Las palabras misteriosas de hoy son: historia gringa reciente.

II: The internet is a series of tubes
No había vuelto a escuchar del senador Ted Stevens desde hace algo más de dos años, cuando, siendo presidente del comité de Comercio del Senado, durante una intervención en la tribuna hizo una definición de internet que fue antológica: “La Internet no es nada más algo a donde avientas algo (sic), no es un camión grande, es una serie de tubos. Y si uno no entiende que esos tubos se pueden llenar, y si están llenos cuando uno pone su mensaje en ellos, los pones en línea y van a ser retrasados por cualquiera que ponga en ese tubo enormes cantidades de material, enormes cantidades de material”. Luego, para los que todavía no habían entendido lo que es la internet y los problemas a los que nos enfrenta, ejemplificó: “Diez películas siendo transmitidas por el ése, el ése (sic), internet, ¿y qué le pasa a tu propio internet personal? A mi… el otro día mi equipo de trabajo me mandó un internet (sic) a las diez de la mañana del viernes. Lo recibí ayer (miércoles), ¿por qué?”. La peculiar declaración, perpetrada unos meses antes de las elecciones de medio término en 2006, fue ampliamente ridiculizada por los medios norteamericanos, el término “una serie de tubos” se convirtió en una frase recurrente entre blogueros y cibernautas, y, sobre todo, agregó leña al fuego antirrepublicano.

Sin embargo, la desbarrada de Stevens pronto fue opacada por un par de escándalos, también relacionados con el Partido Republicano, que de algún modo sirvieron para quitarles votos en esa elección (que perdieron en lo general, por cierto, y de la reconfiguración del Congreso resultó la primera mujer presidiéndolo, la demócrata Nancy Pelosi). En septiembre de ese mismo año, se hizo público que el congresista republicano Mark Foley enviaba mensajes de texto de índole sexual a becarios menores de edad (esos becarios…). El político tuvo que renunciar a su puesto, a su aspiración reelectoral y se internó en una clínica para alcohólicos. Semanas después, a días nada más de las elecciones, el influyente pastor evangélico Ted Haggard —quien en aquel entonces tenía derecho de picaporte en la Casa Blanca, en su calidad de asesor espiritual de Bush hijo— fue descubierto comprando cristal de metanfetamina de un prostituto con el que había mantenido una relación sentimental-comercial de tres años. Lo demás es historia. Perlas preelectorales, como si dijéramos.

III: This is the end, my only friend, the end
Decíamos pues del senador Ted Stevens. Resulta que un jurado lo acaba de encontrar culpable de corrupción porque al señor se le olvidó declarar una serie de regalos que le hizo (entre otros personajes) un rico contratista petrolero, el cual, coincidencias tan extrañas de la vida, fue ampliamente favorecido por el senador para obtener millonarias cuentas del gobierno. Entre los regalos se cuentan una tina de hidromasaje, esculturas, un vitral y otras obras de arte, un sillón de masaje (de 2695 dólares), así como una remodelación a su casa, por un costo de un cuarto de millón de dólares. Ah, y un perro para trineos, con valor de 1000 dólares. Potencialmente, por haber aceptado estos regalitos y no haberlos incluido en su declaración patrimonial, el senador (que tiene 84 años, por cierto) está enfrentando 35 años de prisión, aunque es muy poco probable que pase siquiera uno: el Alaskan of the 20th Century no será tan descobijado. No tanto.

Por lo pronto, aunque a media semana el senador Stevens lanzó una petición a su partido y a sus colegas de la cámara alta para que lo apoyen y lo ayuden a demostrar su inocencia (el argumento es que el contratista “dejó” las cosas en su casa, no se las “regaló”), todos se están desmarcando de él, como en su momento lo hicieron del otro Ted (Haggard), de Larry Craig, de George W. Bush y de otros republicanos que pueden atraer la peste: tanto McCain como Palin han pedido que el senador renuncie antes de las elecciones y se han distanciado de él con prontitud y claridad. Las cosas no pintan bien para los republicanos este martes, que son las elecciones presidenciales. Con Obama hasta a 11 puntos de distancia, y escándalos como el de Stevens, ni Joe el Plomero, ni Francis el Florista, ni Tito el Constructor los podrán sacar a flote. Sin embargo, hay que esperar, pues no se puede soslayar que ese electorado es el que reeligió a Bush, así que cualquier cosa es posible.

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