Conciencia

viernes, 11 de julio de 2008

Jueves 10/jul/08: De rescates, II


I: Buenos días
Se les llama “contratistas”, sin dar mayores explicaciones de para qué fueron contratados, o a quién. En Iraq, los contratistas sobrepasan en número a las tropas norteamericanas: hay alrededor de 180,000 (The Nation/LA Times, agosto 2007) contratistas que hacen de todo: cocinar para los soldados “oficiales” (que al 1º de julio eran 154,734), transportar agua potable, reconstruir carreteras y puentes, producir programas de televisión, traducir y reconocer rutas. Pero hay otros contratistas, los más, que tienen la misión más importante y mejor pagada: funcionar como ejército privado para hacer todo el trabajo sucio: espionaje, secuestros, asesinatos selectivos, “solución de conflictos” usando fuerza letal, en fin. Los mercenarios, para acabar pronto, aunque ya no es políticamente correcto llamarlos así. Una sola de las decenas de compañías que proveen “contratistas” a Estados Unidos, Aegis Defence Services, aceptaba hace dos años (The Guardian, 20/05/06) tener a más de 20,000 efectivos bajo su mando en territorio iraquí (5 veces más que Inglaterra, el segundo proveedor de la “Coalición”). Desde entonces, como se sabe, Estados Unidos ha puesto más y más dinero en Iraq, para pagar contratistas, principalmente: Aegis centuplicó —literalmente— sus ganancias en 5 años, gracias a la guerra; y como ellos hay varias decenas de empresas que proveen ejércitos privados al mejor postor, representando un negocio de 30,000 millones de dólares anuales globalmente (Vanity Fair, abril 2007), solo por concepto de “servicios de seguridad”. Los ejércitos privados han aumentado su poder en los años recientes, de una manera silenciosa: nadie los menciona por su nombre, sus “misiones” no causan registro ni están sujetas a las leyes internacionales (como no son un ejército nacional, no tienen por qué obedecer a la ONU, como los protegen sus patrones, no hay de qué preocuparse), les pagan por ser efectivos, y discretos. No salen en las noticias. Casi. Salen cuando uno o varios contratistas son atrapados vivos por el enemigo y pasan a ser rehenes que sirven como moneda de cambio. Cuando son secuestrados, los contratistas sí son noticia. Cuando son rescatados, más. Las palabras misteriosas de hoy son: de secuestros y rescates, segunda parte.

II: Mientras tanto, en la selva colombiana…
La escena está muy bien montada: uno a uno, los 11 policías y soldados pasan al micrófono, dicen su nombre y grado, y dan las graciasalseñorpresidenteUribe y al glorioso ejército colombiano y a los valientes policías por haberlos rescatado. Cuando alguno se quiere poner emocional e improvisar citando a la familia o a los amigos, un militar gordito le palmea la espalda y le recuerda que su turno al micrófono es corto: la estrella viene al final.

Ingrid Betancout hincha el pecho, sonríe, exhala, finta que va a hablar, vuelve a exhalar, se muerde los labios, cubre a los reporteros presentes con el ancho manto de su mirada, y vuelve a fintar que habla. Está disfrutando del momento, alargando la tensión, regodeándose de saberse en vivo a todo el mundo via CNN and friends, el momento esperado por seis largos años. Habla finalmente, y sus palabras se hacen noticia. Repite las partes importantes en francés: « l’opération militaire de l’armée de mon pays, la Colombie, a été parfaite ». Echa la bola a rodar : siguen las felicitaciones, las reuniones con la familia, la recepción de Sarkozy y Bruni en Francia, el espaldarazo a la reelección de Uribe, la vuelta a la política, la crítica a las FARC, las gracias a la Virgen, el reposicionamiento, la vuelta a la política, pues.

III: Foto incompleta
Tomas Howes, de 50 años, es un piloto norteamericano que había servido en operaciones en Guatemala, Venezuela y Bolivia antes de que su avión se estrellara y las FARC lo apresaran, en territorio colombiano. Marc Gonçalves, de 32, había estado 10 años en la Fuerza Aérea Norteamericana (USAF) antes de subirse a la misma nave que Howes. Keith Stansell, también norteamericano, de 38 años, se encargaba de revisar los sistemas de ese mismo avión, pero ese día no hizo muy buen trabajo.

Esos tres son los rescatados que faltan en la foto. Tan pronto fueron rescatados, los tres fueron puestos en un avión oficial norteamericano con destino al fuerte militar Sam Houston, en Texas. Curiosamente, a decir de algunos medios europeos, este trío fue la verdadera clave del rescate de Ingrid Betancourt. Los tres son empleados de Northgroup Grumman, la cuarta más grande empresa “contratista” de defensa en el mundo —en realidad un conglomerado—, que lo mismo provee “servicios de seguridad” que diseña radares, arma misiles y pone en órbita satélites. NG es asimismo el más grande constructor de barcos de guerra en el mundo, y también el creador del avión B-2 Spirit, invisible al radar, que carga 22,700 kilos de bombas y que está diseñado para soltar atómicas. Los patrones de Howes, Gonçalves y Stansell ganaron (o eso declararon) 32,000 millones de dólares en el 2007.

Al día siguiente del rescate de Ingrid Betancourt, de los 11 soldados y policías colombianos, y de los 3 contratistas norteamericanos, una estación de radio suiza reportó que, de acuerdo a sus informantes, hubo un pago de por medio: 20 millones de dólares, salidos de Estados Unidos, país que tiene en el presidente colombiano a su único aliado en Latinoamérica. Todos lo negaron, claro. El día del rescate, por cierto, John McCain estaba en Colombia. Hay mucha tramoya detrás del escenario de toda esta obra. Y varios tramoyistas.

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