Conciencia

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Día de muertos

Desde la Glorieta del DIF se distingue a los que se dirigen al cementerio municipal, algunos ya con sus coronas de papel o sus ramos de flores en las manos, otros cargando sillas, sombrillas, la grabadora, la bolsa con la comida. La avenida Camino Real es una romería en la que no solo se encuentran las infaltables florerías y puestos de coronas, sino también los carritos de tacos, las tostaderas, los puestos de fruta picada, y hasta varios joyeros ambulantes. Es un ambiente de fiesta peculiar, como solo puede hacerse en México por los muertos.

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-Mamá, ¿y si compramos éste?
-No m’hija, es que ése está bien caro, mejor este otro.

Las flores naturales andan desde los 40 hasta los 300 pesos. La mayoría de la gente prefiere coronas de papel. Desde la entrada del panteón, se le advierte a uno que si trae flores naturales no las ponga en jarrones con agua. Hay que cuidarse del dengue para no terminar tan pronto en este lugar

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Al entrar al panteón, lo primero que uno se encuentra en la avenida principal es a los músicos. Hay decenas de músicos por todo el camposanto, principalmente grupos norteños, aunque no faltan tampoco los mariachis. Bajo un toldo en una esquina, el ambiente se pone sobrio con las misas que se realizan cada hora. Unas señoras ofrecen el misal del año, y otras, más adelante, venden a los transeúntes rosarios junto con un manual para rezarlo.

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Pasan dos viejitas frente a un mausoleo, que más que tumba parece capilla.

-Qué bonito a ese muertito, mira, le hicieron ahí su casa bien grandota
-Pues sí, es que era un rico, era milloneta, pero pos de qué le sirve ya, ya se murió.
-Pues sí, ¿verdad?

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La familia se vino completa, y para no pasar calores, se trajeron un toldo playero, que instalan bajo la tumba. Se trajeron también sillas y una mesita plegable, debajo de la cual hay una hielera con comida y refrescos. Después de rezar el rosario, conducido por la tía de más edad, vienen las anécdotas.

-No, si mi abuela era cabrona, viejita y todo, pero era bien cabrona
-Ei… le gustaba siempre andar haciendo bromas, si te descuidabas te chingaba.
-Eso sí: diario se levantaba para ir a misa de ocho, pero nomás salía de la iglesia y aguas con ella.
-Ei…

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En la calle 2 de la primera sección, sentados sobre una tumba amplia bajo una buena sombra, un cuarteto de músicos norteños toma un descanso. Bajo, tarola, bajosexto y acordeón se refrescan antes de seguir tocando entre las lápidas. Ninguno se fija en el muro y las letras que dan cuenta del morador de esa tumba: el Prof. Ramón R de la Vega (1811-1886), gobernador de Colima y Benemérito del Estado.

En el camposanto, para los músicos, rige la misma regla de oro que en el botanero: una y una, para no encimarse. Si hay dos grupos en tumbas cercanas, uno espera prudentemente a que el otro termine de interpretar su canción, y no pasa ni un segundo del último acorde de una cuando suena el acordeón con las primeras notas de la otra. Así, en el panteón, por hoy, no hay silencio, todo es música alrededor.

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Son dos niños y un adolescente, que suben por la loma hacia la parte más vieja del panteón. Traen un azadón, una escoba y una cubeta que ya llenaron con agua. No son parientes, se nota en ellos el lazo de la amistad callejera, del futbol con un portón como portería, de las travesuras en el barrio. Después de buscar por varios minutos, se detienen.

-Aquí es
-¿Aquí está tu abuela, güey?
-Ei, y mi abuelo en esta otra
-Yo tengo un tío enterrado en este panteón, pero no sé dónde está la tumba…
-No, pos sabe.

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Los que vienen en familia vienen a pasar un buen rato. Traen grabadoras con música, trastes con ceviche, hieleras con cervezas, tostadas, jarras de agua fresca. Se sientan en círculo alrededor de la tumba y después de rezar vienen los chistes y los recuerdos. Se escuchan las carcajadas.

Los que vienen solos vienen a recordar. Son el contraste con los que pasan el día de campo. Los solitarios se acercan lentos y callados a la tumba, quitan los yerbajos, enderezan la cruz, sacuden la tierra, delinean el rectángulo donde está enterrado su ser querido. Luego rezan en voz baja, o hablan en susurros con su difunto, apenas moviendo los labios, y sin levantar la mirada. Vienen a darles noticias de los hijos, de los nietos, a renovar promesas, a revivir amores.

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-A ver, músicos, vénganse para acá, ¿a cómo la pieza? Ah, pues arránquense con Un puño de tierra, aquí para mi compadre, que le gustaba mucho esa canción. ¿No quieren primero una cervecita? Ándenle, para la calor, que está dura. N’hombre, mi compadre era bien fiestero, era hombre de gusto, por eso cada año venimos aquí a echarnos unas a su salud, total, no nos dicen nada. Órale pues, suénele al acordeón, amigo, que nos oiga mi compadre, para que se ponga contento.

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Por la pendiente de la calle 3, subiendo trabajosamente por el camino disparejo, sembrado de piedras y pequeños desniveles, un señor solitario avanza, impulsándose con las muletas. Es la segunda vuelta que le da a la calle, no puede encontrar el callejón lateral en donde está la tumba sobre la que ha venido a depositar una corona de flores de plástico. El hombre sostiene penosamente la corona bajo el brazo derecho al mismo tiempo que se aferra a la muleta. Una muchacha lo ve pasar y comenta: “Deberían poner carreteritas para los señores que no pueden caminar”. El hombre de las muletas cree que finalmente encontró la tumba que está buscando. Se interna entre las cruces.

2 comentarios:

A i n a r a * dijo...

Que relato tan interesante el que haces sobre cómo se vive el día de muertos en el panteón de Colima. En el de la Villa no hay música, ni gente que vaya de día de campo a visitar al muertito. Que pensandolo bien, me parece de mal gusto que vayan de día de campo al cementerio. En fin, en el panteón de la Villa es más sencillo, por lo menos de 10 a 12 que es el tiempo que estuve ahí. Sólo hubo una misa y mucho sol, tuve que alejarme de la muchedumbre y buscar un lugar con sombra, que resultó tán cómodo que me quedé dormida un ratito, por ahí por la parte donde en la misa se da la paz, que es la parte que no recuerdo de la misa, jeje.
Saludos!

jokebedi dijo...

bueno pues en lo personal ami me parese padrisimo el ir al panteon a pasar toda la tarde con todos tus seres queridos y tener un bonito comvivio para (no quedarte dormida)y sobrete todo en misa jejeje creo que es una bonita tradicion nosotros lo hacemos aca en tecoman colima. atte
(familia burron)