viernes, 29 de junio de 2007
Fotos de Re-Incorporare
La compañía
"Recuerdos de Cronopios", de Lea Kaufman
Carlos González y Nora Pérez
Carlos González, director de la compañia
Ernesto Cortés (oséase yo), artista invitado. (Foto: © Guillaume Simoneau)
Salvador Corona y Carlos González
Lea Kaufman y Carlos González
Excepto donde se indica lo contrario, el crédito de las fotos es de Ernesto Cortés (oséase yo)
Jueves 28/jun/07: felicidad y otras cuestiones
El 25 de febrero de 1998 entró en vigor la actual constitución política de Corea del Sur. En su artículo número 10, ordena: “A todos los ciudadanos les debe ser asegurada la dignidad humana y el derecho de buscar la felicidad”. Eso me encanta, una constitución que contemple la palabra “felicidad” en su texto. Las palabras misteriosas de hoy son: clasificaciones, calidad de vida, egogoogle.
II: La felicidad y la calidad
“Dios y la sociedad nos han puesto en estos lugares para buscar la felicidad de los pueblos”, dijo Benito Juárez. Otra vez, la felicidad. Me vino esto a la mente por aquello de los estudios que medios de comunicación nacionales y extranjeros han publicado en las últimas semanas, ubicando a Colima ora en los cuernos de la luna, ora en el retroceso. Se cansa uno de leer interpretaciones (confieso haber puesto mi grano de arena al alud), y a cada actor o sector político se le ocurre aterrizar las cifras como mejor le convienen a sus intereses, o como mejor dañe a los de su adversario (cito al maestro Hugo Hiriart: “como dijo el portero aquel: no basta con ganar, alguien tiene que perder”). Que si el mérito es del PAN, que si el mérito es del PRI, que si los ex funcionarios, que si las herencias políticas, que si la sagacidad y visión de nuestros actuales gobernantes, en fin. Los estudios de los diarios Reforma y Excélsior han sido muy glosados en los últimos días. Hay quienes están de acuerdo con que Colima es la ciudad con mejor calidad de vida en el país, como afirma el primer medio, y hay quienes se burlan de la afirmación y citan los datos no tan optimistas aportados por el segundo. Como no puedo quedarme atrás, ahí les voy de nuevo.
No sé qué tanta calidad de vida represente vivir en la ciudad con más promedio de autos por habitante… tal vez sea una señal de algo, pero no necesariamente de que tener muchos autos signifique “vivir bien”. En lo personal, diré que me parece calidad de vida poder salir de mi casa a las 3:00 de la mañana a comprar un café en lo que descanso de escribir, y no ser asaltado en el transcurso de mi casa a la tienda que a esas horas está abierta y vende café. Es calidad de vida tener una pista de tartán pública y no pagar ni un dólar por entrar a ella. Añadiría la intensa actividad cultural y los bajos precios de los espectáculos, así como la cantidad de eventos gratuitos (aunque por otro lado está la calidad de vida del artista… que es otra historia). Como colofón más en broma que en serio, pondría la “palurdez” de los policías, que al menos les impide ser brutales (no dije brutos) o amenazantes, como en otras ciudades. Las dos veces que en mi vida he necesitado de la policía en Colima, no han resuelto nada, más bien han enredado las cosas, pero lo han hecho pueblerinamente y sin malicia, con la inocencia del ignorante. Digo, si no vamos a tener una polecía eficiente, al menos que no sea una polecía dañina. De lo perdido, lo que caiga.
A mí me gusta vivir aquí. Cierto, estamos a años luz de la calidad de vida de Toronto, que según la revista fDi es la número uno de Norteamérica, pero considerando las condiciones del país, estamos en un lugar privilegiado. Pregúntele a un extranjero que conozca más de cinco ciudades del país, entre ellas Colima. Todos aquellos con los que he platicado al respecto, hablan de un Colima limpio, tranquilo, seguro, y sobre todo, amable. Afortunadamente, seguimos siendo un pueblote, y eso tiene sus ventajas, lo cual no quiere decir que piense que todo es maravilloso y funcional. Sólo digo que, para lo mal que estamos en el país, en Colima es donde estamos menos mal.
Me parece que “calidad de vida” es un antecedente de “felicidad”, así que cierro esto con otra cita de Juárez: "Haya energía para cumplir la ley; esto bastará para que la nación se salve y sea feliz".
III: Egogoole
Hay quienes se ven al espejo, yo me busco en Google.com, y he comprobado cómo en los últimos tres años mi “encontrabilidad” ha aumentado, lo cual todavía no estoy muy seguro que sea bueno, sobre todo por lo que escribía en la entrega pasada respecto a la privacidad y la identidad en estos tiempos. El caso es que, buscándome, me hallé en la página de la Asociación Española de Pilotos de Aerostación (www.aerostacion.com), cuya página de inicio tiene como artículo principal mi reportaje Los voladores colimenses, publicado en estas páginas hace dos fines de semana. Yo ni enterado, no tuvieron la delicadeza de avisar, pero al menos pusieron el crédito correspondiente, incluido el de Ecos de la Costa. Ah, la Internet. Los leo: ernesto@cuerdacueroycanto.com. Hay esto y más en ernestocortes.blogspot.com
Martes 26/jun/07: Privacidad y mente II
Decíamos entonces que en el siglo XIX el peligro más grande para la privacidad de los pensamientos, según la percepción popular, eran los mentalistas. Decíamos también que, en los 80s, para el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov, al hombre le faltaban poco más de 22 mil años para desarrollar la tecnología que permitiera la interacción directa entre cerebro y computadora. Finalmente, comentábamos que la interacción cerebro-computadora es una realidad en nuestros días. En esta entrega cerramos el tema. Las palabras misteriosas de hoy son: privacidad y cerebro, segunda parte.
II: Tecnología
Los implantes globulares son chips que permiten que la actividad cerebral influya sobre las funciones de una computadora. Aunque todavía no están a la venta de manera comercial, hace varios años que se experimenta con ellos, sobre todo en el campo de la medicina (al menos públicamente. De las aplicaciones militares no sabemos). Por lo pronto, uno puede comprar actualmente equipos que “leen” los movimientos musculares de la cara y analizan algunas ondas cerebrales para convertirlas en órdenes para la computadora. Sin embargo, es cuestión de unos cuantos años para que nuestros hijos tengan, desde el nacimiento, la posibilidad del implante globular, y así ni siquiera tengan que mover los ojos para elegir las letras de un teclado ni para mover el mouse en la pantalla. Todo se hará a través del pensamiento.
Aún más, una vez que el implante permita el control de la computadora, no pasará mucho tiempo para que la computadora esté dentro de nuestra cabeza, para que el implante sea la computadora. La miniaturización y el empleo de la nanotecnología lo harán posible muy rápido. Empujemos un poco más: no será muy difícil añadirle teléfono a esa computadora; por consecuencia, podremos tener internet integrado. Exageremos un poco y veamos la imagen dentro de diez años: una persona con implante globular solo tendrá que pensar la orden para revisar si tiene un mail, o para enviarlo. Adiós teclados, adiós mouse, adiós pantallas, todo podrá estar dentro de nuestra cabeza.
III: Paranoia
Ya sé a qué suena. Casi los estoy oyendo: “este Ernesto ha leído mucha ciencia ficción”. Sí. Y no. “Ya no hay tal cosa como la ciencia ficción, todo es cuestión de tiempo”, dice el investigador canadiense Pat Mooney. Si bien ciertamente el año 2000 no nos trajo los autos voladores y los viajes en el tiempo, sí hay avances que ni Verne ni Asimov previeron. La manipulación de bits, átomos, neuronas y genes (BANG, por las siglas, le llaman los del Grupo ETC) representa una convergencia de tecnologías en las que muchos límites han sido borrados, comenzando por los límites de lo legal y lo ético.
En el momento en que aceptemos cargar con un implante en el cerebro, vendimos nuestra privacidad. A esas alturas del desarrollo tecnológico, es imposible para un usuario común y corriente saber qué le están instalando en la cabeza, y hasta dónde una computadora que interactúa con su cerebro está solamente recibiendo órdenes del cerebro. Surgen las preguntas, tal vez paranoicas pero no fuera de lugar considerando las circunstancias y los antecedentes: ¿Puede un implante globular transmitir a un tercero nuestros pensamientos? ¿Puede un tercero, a través del implante, sugerirnos algo en qué pensar?
Las señales de alarma ya las están dando los países desarrollados. Las tecnologías de información también pueden ser un caballo de Troya, por el peligro que representa para privacidad su mal uso. Ejemplos. La semana pasada, el gobierno francés prohibió a sus funcionarios el uso de BlackBerries –computadoras de mano que incluyen teléfono y conexión a internet-, por el peligro que representa la intercepción de datos que pueden ser de seguridad nacional (Le Monde, 21/jun/07). Un mes antes, la Comunidad Europea había exigido a Google.com revisar sus políticas de recopilación de información (Financial Times, 24/may). Resulta que Google.com, el buscador más utilizado en internet, guarda, desde hace dos años, información de todos los usuarios que lo utilizan. La dirección de nuestra computadora y todas aquellas búsquedas que hagamos desde ella son guardadas, junto con otros datos que son obtenidos de nuestra máquina, y ahí vamos creando nuestro dossier, sin saberlo. Un mes antes, hablando de otro tipo de privacidad, la Casa de Representantes del Congreso de Estados Unidos aprobó el Acta para la No Discriminación por Información Genética (25 de abril), que prohíbe a los empleadores y a las compañías de seguros utilizar información genética de los individuos para definir sus políticas respecto a ellos.
El concepto de privacidad en los tiempos de la información está cambiando día a día. También el concepto de ciencia ficción. “En el mundo están ocurriendo cosas increíbles”, le decía José Arcadio Buendía a Úrsula, maravillado por los inventos que los gitanos traían a Macondo. El problema ahora es que los gitanos modernos usan, o bien corbata de seda y traje a la medida, o bien uniforme verdeolivo cargado de condecoraciones, y no van casa por casa mostrando los nuevos inventos de los sabios de Harvard: los venden.
lunes, 25 de junio de 2007
Sábado 23/jun/07: Privacidad y mente (I)
En 1888 vino a México el “mago, el brujo, el casi vidente” norteamericano Washington Irving Bishop, y ofreció en Guadalajara unas presentaciones de tal espectacularidad, que la noticia vibró en Colima. Decía la prensa que los asistentes “encogiéndose de hombros hacen acerca de sus experiencias los más curiosos comentarios, no siendo el menos válido de ellos, el de que el Sr. Bishop ha dado su alma al diablo a trueque de un poquito del poder satánico” (El Estado de Colima, 13/oct/1888). La policía tapatía anunció que pediría la ayuda de Bishop para, con sus poderes psíquicos, resolver los crímenes del Chalequero, malhechor que asolaba la capital jalisciense. Ante la inexplicable habilidad de Bishop para leer la mente, el redactor colimense Atanasio Orozco escribía: “Esto es alarmante, con tanto adivino hemos perdido la seguridad de lo único que teníamos inviolable, que era el pensamiento”. Las palabras misteriosas de hoy son: privacidad y cerebro, primera parte.
II: Nomás se estaba haciendo el dormido
Bishop era un fraude. No es que leyera la mente, sino que tenía un desarrollado sistema de comunicación con sus asistentes, que le transmitían información de manera indirecta, y era un experto en estudiar las reacciones del público, lo que le permitía adivinar por dónde iba la cosa y hacer aparentes revelaciones sorprendentes sobre los miembros del público que participaban en sus espectáculos. Cuando vino a Guadalajara, se encontraba en la cúspide de su fama. Había estado en Inglaterra -de donde salió huyendo para no pagar la multa de un juicio que perdió por difamar a otro mentalista- y en Estados Unidos ya saltaban por todos lados los imitadores y los escépticos que trataban de replicar sus trucos. Cuando estuvo en Guadalajara contaba con 32 años. Moriría a los 33, a causa de una autopsia prematura que le practicaron unos oficiosos médicos que lo creyeron muerto, y que no revisaron que en sus bolsillos había un papel advirtiendo que sufría de ataques catalépticos. Querían conservar su cerebro para estudiarlo, y le abrieron la cabeza cuando él todavía estaba vivo.
Sin embargo, el punto no es la leyenda de Bishop. Mencionamos su caso solo para ejemplificar lo que se pensaba, hace un siglo y cuarto, sobre la privacidad del pensamiento. Las amenazas a la intimidad mental provenían de los mentalistas. Hoy, en el siglo XXI, las amenazas vienen de otro lado, y parecen cosa de ciencia ficción.
III: Hablando de ciencia ficción
En su novela “Los límites de la fundación”, publicada en 1982, Isaac Asimov hablaba de una tecnología fabulosa, desarrollada allá por el año 12,564 de la Era Galáctica. Consistía en la unión entre la mente humana y la computadora. Para escribir, para establecer comunicaciones, para generar proyecciones holográficas, incluso para pilotear sus naves, los seres humanos solo tenían que pensarlo. La conexión entre cerebro y computadora estaba tan desarrollada que se eliminaba la necesidad de aparatos e incluso de los sentidos humanos para establecer una conexión con la máquina.
En el universo de cierto grupo de novelas escritas por Asimov, la Era Galáctica comienza en lo que para nosotros sería el año 12,000. De manera que para el visionario escritor de ciencia ficción, la fusión total de la mente del hombre y el mecanismo de la computadora se daría dentro de 22,557 años.
III: Doble clic
A estas alturas sabemos que Asimov se quedó corto, demasiado. No previó la llegada de la nanotecnología, no calculó que la eficiencia en la manipulación de materia a la escala de una millonésima de milímetro traería una nueva revolución industrial. La interacción entre el hombre y la máquina por vía directa del cerebro es una realidad desde hace varios años. Las primeras aplicaciones médicas fueron permitir a personas con parálisis mover el puntero de un mouse en una pantalla sin mover un dedo, con solo pensarlo. Hoy en día, usted puede comprar, vía internet, un equipo que le permite controlar el mouse y teclear, a través de unos sensores montados en la frente que analizan ondas cerebrales, movimiento de ojos y músculos faciales. Cuesta 2,100 dólares, y la última versión del software data del día de 12 de este mes.
IV: Si quieren luego le seguimos
¿Qué tiene que ver todo esto con Washington Irving Bishop, que murió 13 años antes de que se inventara la máquina de escribir eléctrica? Averígüelo en nuestro próximo episodio, el martes. Hasta entonces, los leo en ernesto@cuerdacueroycanto.com. Pueden encontrar este y otros textos en ernestocortes.blogspot.com
Martes 19/jun/07: Artistas colimenses
Antier domingo, un grupo de jóvenes poetas se pusieron a leer textos literarios con un megáfono en el tianguis de la Villa. Se trataba del colectivo Mosaico, conformado por Cristóbal Barreto, Josué Solís, Krishna Naranjo e Isaura Escobar, quienes pusieron en marcha su proyecto “Libros libres en pedazos”, que consiste en la lectura pública de fragmentos de novelas, cuentos o poemas cuyos textos completos se encuentran en las bibliotecas del estado. Regalan al público una hojita donde viene impreso el texto, y donde también se incluye la clave para que la persona pueda encontrar ese libro en la biblioteca. Las palabras misteriosas de hoy son: artistas en acción.
II: Los que escriben y hablan
“Libros libres en pedazos” fue una iniciativa de Isaura Escobar y Josué Solís, quienes concibieron este proyecto cuando estudiaban en la Facultad de Letras de la U. de C. La gente de Coquimatlán recordará a Josué porque fue uno de los poetas que durante una función del Mes de la Lectura ofreció un recital de poesía acompañado por un mariachi. Josué se distingue por aportar elementos inesperados a sus presentaciones, así que no resulta raro encontrarlo en una iniciativa que acerca de manera alternativa la literatura a la gente. Los megáfonos y las impresiones fueron provistos por la Secretaría de Cultura; los poetas pusieron sus presencias y sus voces. Fácil. Lo que da gusto de que se siga promoviendo la lectura en Colima es que esta vez las propuestas no bajan del gobierno, sino que suben a él por iniciativa de la sociedad, en este caso, de los artistas jóvenes.
III: El dramaturgo
En estos días se darán a conocer los resultados del Concurso de Dramaturgia Gerardo Mancebo Trejo. Este concurso convoca a todos los escritores de teatro nacionales menores de 35 años, y lleva el nombre del fallecido autor de La Capitana Gazpacho, obra que hemos visto en Colima presentada por el grupo Cuatro Milpas. Resulta que uno de los cinco finalistas (el más joven) de este concurso es Cristóbal Barreto, músico, narrador oral y poeta colimense, quien la semana pasada fue convocado a la Ciudad de México para tallerear su obra El secreto, la primera que escribe.
Independientemente del resultado del concurso, al haber quedado entre los cinco finalistas, la obra El secreto será impresa en la antología que agrupa los mejores textos del certamen. De esta manera, Cristóbal Barreto, quien obtuvo el Premio Estatal de la Juventud en 2004 en el área de Literatura, pone otra vez a Colima en el mapa de la dramaturgia mexicana, luego de que el año pasado lo hiciera Héctor Castañeda –también Premio Estatal de la Juventud- con la obra El vergel, que ganó el Premio Nacional de Dramaturgia Infantil.
IV: Los teatreros
“La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido. Ningún acontecimiento histórico puede ser considerado como bien conocido, cada noticia mediática eclipsa la otra hasta el más completo olvido de todo por todos”. Con estas palabras a manera de epígrafe, el grupo Teatro Rodante invita al estreno de la obra Entre Paréntesis, su más reciente creación, realizada con el apoyo de una beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FECA).
Mañana miércoles y pasado jueves se presentan en el teatro Alfonso Michel de Casa de la Cultura los actores y creadores Pacho Lozano y Maricarmen Cortés, del grupo Teatro Rodante, con la parte técnica al cuidado de Armando Hernández. Esta obra es el resultado de un trabajo de creación que comenzó con la lectura de libros y la búsqueda de testimonios sobre la distancia y el olvido, y con la inmersión en un proceso creativo que se llevó varios meses, y que presenta sus frutos a partir de mañana. Las funciones son a las 8:30 de la noche, y se reciben solamente a 150 espectadores. Teatro muy íntimo, ya verán.
V: Nos vamos
Por cierto, ya está abierta la convocatoria para las becas del FECA de este año. Hay apoyos para jóvenes creadores, grupos artísticos, empresas culturales y ejecutantes, entre otras categorías. En Casa de la Cultura encuentran las convocatorias. Este y otros textos están en internet: ernestocortes.blogspot.com. Yo los sigo leyendo via email: ernesto@cuerdacueroycanto.com. Ah, otra invitación: desde hace casi tres años tenemos un programa de radio con unos cómplices literatos y músicos. Esta semana dedicamos el programa al canadiense Leonard Cohen, por si gustan. Universo 94.9 FM, el miércoles a las 7:30 en lo que baja el sol.
viernes, 15 de junio de 2007
El reloj del emperador
Sigan el brazo derecho. Comienza con reloj y acaba sin él.
http://youtube.com/watch?v=0IPjlX_7O3I
Pero he aquí la otra versión, de que el reloj no fue robado:
http://youtube.com/watch?v=8M_FbfO4mMc
Yo ya no sé ni qué pensar.
miércoles, 13 de junio de 2007
Relectura oportuna (II)
Conversaciones sobre el futuro
Entrevista a Pat Mooney
Ernesto Cortés
II.- La información
Unos días antes de recibirnos para esta entrevista en Ottawa, Pat Mooney había presentado, en Suecia, su más reciente libro, titulado What next? (¿Qué sigue?), una colección de historias en las que, mezclando la ciencia ficción con la proyección de datos duros y previsiones científicas, Mooney hace un retrato del mundo 50 años en el futuro, en el que las instituciones se han fundido con las corporaciones y en el que la ecología, ahora sí, es un tema alarmante. Este libro se suma a la lista en la que se cuentan Gente, plantas y patentes, El siglo ETC, y Semillas de la tierra, entre otros.
Además de
“La nanotecnología representa para la humanidad mucho más que
Irónicamente, a pesar de ser considerado un visionario en su campo, Pat Mooney no ve –literalmente- más allá de su nariz. Es ciego. Su condición física no le impide leer o escribir libros (usando computadoras que leen o escriben por él), y tampoco lo han detenido de visitar 90 países y haberse entrevistado con presidentes, ministros, reyes, directivos de
E.C.- Actualmente, con la popularización de
PM.- Creo que es así en el principio, solamente. Cada vez que ha aparecido una nueva tecnología para la comunicación, hay un período inicial así, antes de que aquellos que tienen el poder en el mundo, es decir, la industria y los gobiernos, tomen el control total de ella. Así pasó en los días del telégrafo, por ejemplo. Puedes revisar escritos de la época donde hay gente que dice “ahora que existe el telégrafo, el gobierno no va a poder mentirnos, pues siempre se podrá saber la verdad”. Claro que eso fue falso al final del día, tan pronto el gobierno controló los telégrafos. A treinta años de su invención, básicamente dos compañías controlaban el sistema de telégrafos de todo el mundo, incluyendo los cables transoceánicos. Lo mismo pasó con la radio. Cuando la radio apareció la gente pensó “nadie controla el aire, ni las ondas de radio”. Se creyó entonces que la radio sería el medio para la democracia. El hecho es que un par de décadas después, el gobierno tenía control de las ondas de radio, aún y cuando al principio ni siquiera se pensaba en cómo se podría controlar, lo hicieron. Ahora, con
E.C.- ¿Por qué estamos haciendo eso?
P.M.- Porque… porque no lo pensamos, no somos muy brillantes (ríe). Los gobiernos ahora ya no están haciendo tantos esfuerzos por obtener información, pues somos nosotros los que se la estamos dando. Y ahora con todos los avances en genética, la gente debe estar preocupada por la información sobre su salud, sobre su ADN, información que puede decirle al gobierno, o a una empresa, si son susceptibles a alguna enfermedad o algún problema. Sin embargo, el año pasado, en el 2005, IBM ofreció a todos los norteamericanos que si pagaban 100 dólares, IBM tomaría una muestra de su ADN para grabarla en una base de datos en Internet. Y hubo 150,000 personas que pagaron cada una 100 dólares y rindieron su ADN, su información genética completa, a IBM. Entonces, una vez más, ya no nos están espiando, somos nosotros los que les entregamos la información.
E.C.- Si yo mando un mail, ¿es posible que alguien más lo vaya a leer, espiando lo que yo escribo?
P.M.- No, es muy improbable que tu mail lo vaya a leer alguien. Pero la cuestión es que las computadoras han mejorado tanto, que pueden encontrar patrones en las comunicaciones. Así, si una computadora encuentra en un mensaje un patrón de palabras que estaba buscando, alguien va a poner atención al mail y leeerlo. Desde 1976, los gobiernos de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Australia, han estado monitoreando todas las conversaciones telefónicas transoceánicas. Todas y cada una de las conversaciones. Por supuesto, las han grabado, pero no las han escuchado. Ahora pueden volver a ellas, escuchar las grabaciones y encontrar los patrones que quieren encontrar. Entonces sí, hay un riesgo de que ahora el gobierno encuentre más de lo que queremos que encuentre. Eso no quiere decir que estén buscando terroristas. Eso es una cosa. Lo que están buscando es disidentes, que es otro tema completamente distinto. Pueden monitorear a cualquier disidente en cualquier momento, a cualquiera que consideren peligroso.
E.C.- Esto es el llamado Programa Echelon…
P.M.- Exactamente, este es Echelon, que inició en 1976. Este programa permitía a los gobiernos de estos cuatro países grabar todas las conversaciones transmitidas vía satélite que por una red. Así que toda conversación transatlántica o transpacífica era escuchada y grabada por Echelon. Pero también fue usada para grabar información local. El gobierno británico reconoció accidentalmente hace dos años que todas las llamadas que pasaban por la llamada trunk line, que pasó a través de este sistema de distribución de llamadas en Inglaterra, fue grabada. Es decir, no todas las conversaciones, pero casi todas las que se realizaron entre ciudades, fueron escuchadas y grabadas. Pero, ¿sabes?, eso no es tan sorprendente, y francamente yo lo encuentro menos preocupante que el hecho de que nosotros entreguemos voluntariamente esa información. Por ejemplo, nosotros tenemos en
E.C.-Les estamos haciendo el trabajo más fácil.
P.M.-Mucho más fácil
E.C.-Entonces, ¿qué crees que vaya a pasar con Internet en un futuro no muy lejano, hablando sobre el control que el gobierno va a ejercer sobre la red?
P.C.-Bueno, una cosa que va a suceder es que habrá dos internets. Habrá un Internet que será de extremadamente buena calidad, que permitirá acceso a información de una mejor manera que hoy en día. Ese va a ser el Internet comercial, y vamos a tener que pagar por él. Será más fácil de ser grabado y controlado por los gigantes de los medios, las grandes compañías. Y también habrá el Internet que tenemos actualmente, el cual se irá haciendo menos y menos útil, porque la presión ejercida por el Internet comercial va a ahogar al Internet público, de modo que éste irá declinando. No va a reducirse el monitoreo. Lo que va a pasar es que la información se va a ir privatizando más y más. Permíteme darte un ejemplo de cómo puede suceder esto. Un granjero, para sembrar, tiene dos opciones: comprarle a una compañía una semilla patentada o plantar una semilla de su cosecha anterior, que no le genera un costo extra. Pero en el futuro, en lo que es cultivo de plantas, habrá tecnología terminator, con la que las semillas pueden ser plantadas una sola vez. Los granjeros tienen todavía el poder de decidir entre comprar la semilla comercial convencional que puede ser plantada otra vez el año siguiente, o comprar la semilla terminator. Te puedes preguntar “¿por qué alguien querría comprar la semilla terminator si tiene que pagar más dinero?”. La cuestión es que las compañías ya no van a trabajar en las semillas convencionales después de cierto tiempo, pues sus ganancias van a ser mayores con la terminator, así que toda la investigación, los recursos, van a ir a la semilla terminator, y esto causará que gradualmente la semilla convencional decaiga y muera. Lo mismo va a pasar con
E.C.- Nosotros como usuarios, ¿cómo vamos a navegar a través de todo esto?
P.M.- Bueno, personalmente no es para mí un tema de preocupación mayor, porque en el trabajo que hago actualmente no hay nada que esconda del gobierno o de la industria, entonces no me preocupa mayormente, no por ahora. Estoy más preocupado por el hecho de que el gobierno va a usar la información, la industria va a usar este conocimiento para hacerse más exitosos comercialmente, o para manipular la política. No es que lo vayan a usar contra mí personalmente, sino que van a rediseñar su mensaje hacia la sociedad usando la información que reúnen a través de
(continuará)
martes, 5 de junio de 2007
Anécdotas insulsas del primer mundo
I.- Espiando en la calle
Tendrá unos 40 años, pero su rostro y su cuerpo están avejentados y podría tener unos 20 más. ¿Vietnamita, malaya, camboyana, indonesa? Para mis maleducados ojos mexicanos, la mujer que está sentada en la acera, recargada en el poste, podría ser de cualquier lugar de esa Asia del sur cuya vaga geografía nunca llegó a asentarse bien a bien en mi cerebro cuando la estudiaba en la escuela.
La mujer tiene frente a sí un vasito de papel para café. Ese es un estándar en los limosneros en Montreal: el vasito de Starbucks o de JavaU. Ella, además, tiene en su regazo una botella de alcohol barato metida dentro de una bolsa de papel. De cuando en cuando, le da un pequeño sorbo, espaciándolos, haciendo que la botella dure. Ella sabe que tardará otras 7 horas en reunir el dinero suficiente para comprar otra.
Su pelo es entrecano, y está revuelto y mal agarrado por un pañuelo que le medio cubre la cabeza. Pero lo que llama verdaderamente mi atención es su cara: sonríe. Sonríe como una niña, sonríe sin juicio, sonríe porque está perdida y en su realidad y en su mundo es feliz. Sonríe porque ahora tiene una botella que todavía no se ha acabado. Entre los labios se asoman un par de huecos en la dentadura. Y ella sonríe, no mira a nadie, solo sonríe, y de cuando en cuando da un furtivo trago a la botella.
II.- Salvando vidas
Es noche de luna llena, voy saliendo de un concierto en un bar. Estoy a punto de subirme a mi bicicleta para regresar a casa cuando un individuo que va pasando llama mi atención hacia otro hombre que se encuentra dentro de su carro, inconsciente, caído sobre el volante y con el motor encendido, mientras del cofre del auto comienza a salir humo. Dejo la bicicleta y los dos corremos a tratar de reanimar al hombre, que no reacciona. Afortunadamente, el seguro de la puerta está desactivado y podemos abrir el auto y apagar el motor. Del hombre se desprende un fuerte olor a alcohol. Lo reconozco como uno que horas antes me había interpelado en el bar, contándome en un arrastrado francés salpicado de español su viaje a México el año anterior. Resulta, por otra parte, que el buen samaritano que me habló inicialmente se encuentra viajando plácidamente en una nube de sopor provocado por alguna droga indeterminada, de manera que hace mutis cuando hablo de llamar a las autoridades.
Marco el 911 y explico al operador la situación. Una vez proporcionada la ubicación del auto, las autoridades tardan 4 minutos en llegar, personificadas primero en un carro de bomberos con escalera telescópica del que se desprenden 8 apagafuegos con gabardina y casco que hacen una impactante llegada a la discreta esquina de Ontario y Saint André, lugar del incidente. Explico al jefe del grupo la situación y le señalo al conductor ebrio, que sigue inmóvil sobre el volante del auto. Llega una ambulancia, de la que bajan 3 paramédicos con una camilla. Segundos después, tres patrullas que rodean el auto, por si el conductor reacciona inesperadamente e intenta escapar. En total, algunos 20 servidores públicos, entre policías, bomberos y paramédicos. Todo para atender el caso de un conductor borracho.
Un policía muy amable me pide que haga una declaración oficial, siendo el único testigo. Cuento lo que sé, y explico que había visto al conductor un par de horas antes adentro del bar del concierto, bailando en estado visiblemente etílico. Mientras, los paramédicos revisan al borracho y concluyen que no tiene nada grave, que son solo las consecuencias de todo lo que había bebido. Los bomberos comprueban que el cofre del auto ya no humea, y también se despiden. Me quedo con los policías, declarando y dando mis datos mientras dos oficiales despiertan al chofer y lo cargan prácticamente en vilo a la patrulla, donde lo esposan antes de introducirlo en el asiento trasero.
“Muchas gracias, señor, es un acto muy generoso el que usted ha realizado”, me dice el policía a manera de despedida, y me marcho pedaleando colina arriba rumbo a mi casa, pensando en que nunca se me hubiera ocurrido que en México las autoridades enviarían a 20 agentes, empezando por los bomberos, para atender la infracción de un conductor ebrio. Pensando también que es la primera vez que le salvo la vida a alguien. Qué ironía, lo salvo y lo mando a la cárcel.
III.- Momento Kodak. O Sony.
Vamos en un auto, es más de medianoche, carretera, mi amiga Julie, mis amigos Annie y Nelson, su hijo Galael, de dos meses. Regresamos de Granby a Montréal, tras asistir al Festival International de
El silencio del carro es roto por un gemido de Galael, al que sigue un desgranamiento de los sonidos guturales que preceden al llanto de un bebé, el cual se desata en pocos segundos y nos llena de zozobra por un instante. Julie comienza a tararear algo en voz baja, casi un susurro, una canción de cuna inventada, que va saliendo sobre la marcha, para apaciguar a Galael. La canción llega a su final y ella comienza de nuevo. Para cuando empieza la tercera vuelta, Annie se le une. En la cuarta, Nelson. En la quinta, yo.
Y entonces el auto se convierte en una sola canción, y Galael deja de llorar poco a poco y en la oscuridad abre los ojos azorado ante el murmullo de cuatro adultos que van encontrando posibilidades en la melodía de la canción y que empiezan a hacer canon, una segunda voz, algún giro en la intención de una frase, una nota que parece desafinar pero que enriquece el canto, y pasan los minutos y nosotros seguimos cantando y Galael hace rato que se durmió pero nosotros seguimos cantando, a veces en susurro, a veces levantando las voces, cantando, felices de encontrarnos en ese auto, de tener la música, de podernos entender en ese idioma común, de no necesitar las palabras.
Galael duerme hasta el día siguiente.
(Publicado originalmente en el Semanario Avanzada, en enero de 2007.)