Conciencia

lunes, 9 de marzo de 2009

Sábado 7/mar/09: La Gravedad / Bones for Life



I: BUENOS DÍAS
Cada época en la historia de la humanidad ha contado con las que considera verdades absolutas respecto a la naturaleza del cosmos y su comportamiento. En la Europa medieval, contradecir el dogma de un planeta plano y fijo, alrededor del cual giraba el resto del universo, era contrariar a Dios, y se pagaba cara la osadía. Las verdades que por el momento son absolutas, o parecen serlo, en nuestro paradigma actual, nos llevan a saber que hay cuatro fuerzas cuatro que gobiernan todo lo que conocemos – y lo que no conocemos: la gravedad, el electromagnetismo, la fuerza fuerte, y la fuerza débil (estas dos últimas tienen que ver con la estructura interna del átomo y su estabilidad, algún otro día las hablaremos en detalle). Fue don Isaac Newton el que enunció con pelos y señales la primera de esas fuerzas en ser descubierta (ya Galileo algo sabía de ella), dicen los díceres que cuando le cayó una manzana en la cabeza (hoy hay hijos del “Manzano de Newton” en varias partes del mundo, uno en Argentina, por cierto). La gravedad, desde entonces, se convertiría en la clave para explicar varios misterios, y se volvería también centro de controversia a la luz de otros descubrimientos por venir. Las palabras misteriosas de hoy son: física, biología, las mañas sagradas.

II: E=MC2, OK, ¿Y LUEGO?
El problema fue que Einstein explicó muy bonito el funcionamiento del macrocosmos incluyendo la gravedad en las ecuaciones (y estableciendo la única constante universal: la velocidad de la luz), pero a la hora de aplicar sus fórmulas y leyes al microcosmos, de la molécula pa’abajo, las cuentas no daban. Por su parte, físicos como Heisenberg y Schrödinger estudiaron al elusivo electrón y llegaron a conclusiones aparente y relativamente definitivas sobre su naturaleza y comportamiento, pero sus cálculos incluían solo a tres de las cuatro fuerzas fundamentales del universo, sin considerar a la gravedad. Es decir, el microcosmos se explica con un conjunto de reglas; el macrocosmos se explica con otro, pero no hay una teoría del todo, que dé luz plena sobre los fenómenos que ocurren a todas las escalas del cosmos. Eso es lo que nos falta en el paradigma actual: eso que algunos han llamado la Fórmula de Dios, la unión entre relatividad y mecánica cuántica que finalmente nos dé el entendimiento pleno de cómo funciona el universo.

III: MIENTRAS TANTO, EN EL TEMPLO DE LA NATURALEZA…
Nuestro sistema esqueletal es el resultado de millones de años de evolución hasta llegar a lo que tenemos hoy: lo más cercano que hay a la perfección en cuanto a una máquina que desafíe a la gravedad, la más evidente de las fuerzas fundamentales. Más allá de dogmas religiosos que lo niegan, en los 206 huesos que tenemos después de los 21 años de edad (nacemos con muchos más, que se van fusionando poco a poco) está la prueba del extraordinario proceso de la Evolución, y de la sabia batalla de la naturaleza contra la gravedad a lo largo de los eones. El biólogo James Lovelock dice que cuando la atmósfera terrestre cambió de bióxido de carbono a oxígeno, la cosa mejoró y se jodió al mismo tiempo: por un lado, se dio paso a la vida aeróbica —y en última instancia, a nosotros los humanos— pero por el otro, todos los seres tienen que luchar a lo largo de su vida contra el proceso de oxidación constante que, a la larga, acaba por matarlos. Lo mismo pasa con la gravedad: sin ella, no podríamos vivir, pero es ella quien, eventualmente, termina con nosotros: se nos va torciendo la columna y nos doblamos ante nuestro propio peso porque el jalón de la fuerza enunciada por Newton no es cualquier cosa.
Los que estudiamos Bones for Life nos dedicamos a eso, precisamente: a comprender la relación de la fuerza de la gravedad con nuestro esqueleto, y a encontrar las maneras de conducirse en el mundo eficientemente, haciendo lo aparentemente imposible: contrarrestar una fuerza fundamental del universo con (parafraseando a Jodorowsky) mañas sagradas. Esos trucos esconden el secreto del antienvejecimiento natural, lejos de las pastillas y los menjurjes, de la mano del desarrollo de la conciencia y de una existencia más plena. Por ahí va la cosa. Ya hablaremos más a detalle luego de estos asuntos.
Estamos en la red: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: ernesto@cuerdacueroycanto.com

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