Conciencia

miércoles, 3 de setiembre de 2008

Martes 2/sep/08: Teatro: Canek




I: Buenos días
No recuerdo cuándo aprendí a leer. Sé que fue obra de mis padres, mucho antes de que fuera a dar a una escuela, pero recuerdo muy bien a los protagonistas de mi primera lectura: Pinocho, Gepetto, el Hada Azul, Pepe Grillo. Luego, en segundo de primaria (que para mí fue el primero), vinieron los libros de cuentos que imprimía la SEP, mismos que devoré en cuestión de días. Para saciar mi apetito lector, mis padres hicieron llegar a mis manos las ediciones de Cuántos Cuentos Cuentan, del Conafe, donde descubrí personajes entrañables como los perros Confite y Salaver, en los cuentos de Caledonio Serrano Martínez; y el indio Canek y el niño Guy, en los fragmentos de la obra Canek, de Ermilo Abreu Gómez. Todo esto con ilustraciones de Carlos Dzib, a quien ya conocía ampliamente porque era el cartonista oficial de la Revista del Consumidor, que se coleccionaba en casa, junto con Proceso, que a su vez me llevó desde muy chico a Fontanarrosa y a Boogie, el aceitoso. Las palabras misteriosas de hoy son: recuerdos, teatro.

II: Teatro
Este fin de semana estuvimos en Guadalajara con la compañía Cuatro Milpas Teatro, presentando la obra Mariana Olas. Fue muy interesante ver desde cerca, pero a la vez con la distancia que nos daba el no estar implicados, todo el merequetengue que se vivió en esta ciudad por la remoción ultra fast track del rector de la U de G, que para cuando se dio cuenta, recibió un esquinazo tan brutal por parte del Consejo Universitario, que ni las manos pudo meter, con todo y su amparo en el bolsillo, por si —como sucedió— los consejeros adictos a Raúl Padilla trataban de tumbarlo. Moraleja: en este país, hay gente con la que más vale no meterse, porque con todo y que ya llegó eso de la democracia, quedan cotos de poder intocables.

El caso es que fue un fin de semana de teatro, en muchos sentidos, y nosotros aprovechamos el domingo a mediodía para asistir a la función de Canek, dirigida y adaptada para teatro de títeres por Miguel Ángel Gutiérrez, con el atractivo, para nosotros, de la actuación protagónica del colega colimense Armando Hernández, quien acá colabora con Teatro Rodante. (Por cierto, con Teatro Rodante estuve trabajando el mes pasado en Una historia transparente, obra que retomamos a partir de mediados de este mes, ya habrá noticias sobre ella).

Canek, que combina títeres de gran formato con actores humanos, fue una experiencia estética muy agradable y, para mi, un viaje a la infancia y a mis primeras lecturas, precisamente en la ciudad donde aprendí a leer. Independientemente de los recuerdos personales, esta obra me sorprendió por la extraordinaria producción: los 700 mil pesos que dicen que costó se ven reflejados en la escenografía, las animaciones proyectadas en la pantalla que sirve de fondo, los títeres de increíble manufactura (quebequense, por más señas), la música original —interpretada en vivo—, la iluminación precisa y, sobre todo, el gran trabajo de los actores-titiriteros. Creo que nunca, hasta esta obra, se me había ocurrido el adjetivo “noble”, para hablar del trabajo de un grupo de artistas sobre la escena.

Con unos títeres de tamaño casi humano, con articulaciones casi humanas, manejados cada uno por 3 titiriteros vestidos de negro que prestan sus voces y sus cuerpos para dar vida a los muñecos, esta obra nos lleva a través de diversos episodios de la vida del niño Guy, descendiente de hacendados, y el indio Canek, quien en 1761 incitó a los mayas a rebelarse contra los opresores españoles. Así, vamos del juego y la risa de Guy a las enseñanzas que en cada experiencia cotidiana Canek va dejando al niño, hasta llegar a un final que, hay que decirlo, es tristísimo, y no deja a nadie impasible.

Escuché que es posible que Canek se traiga a Colima, una vez que concluyan sus presentaciones en Los Ángeles, a donde viajarán en días próximos. Ojalá que así sea. En verdad, se trata de un trabajo muy bello, que además es necesario para los niños mexicanos en estos tiempos de ausencia de héroes nacionales y de invasión de bátmanes y pokemones. Canek recupera algo que hace mucho hemos perdido en México, y deja una impresión tan honda, que seguramente en 20 años otro periodista escribirá sobre cuando, de niño, vio la obra de teatro que definió el rumbo de su vida.

En el blog, el enlace a Cuántos Cuentos Cuentan, que ya está en la red: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: ernestocortes@itesm.mx

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