Conciencia

domingo, 21 de setiembre de 2008

Jueves 18/sep08: El grito, las granadas, Michael Emerson y Lost



I: Buenos días
Hace un año, en el Grito, parecía que había sabotaje desde adentro, en la red nacional que se armó para la televisión. Después del “viva Josefa Ortiz de Domínguez” en el audio se les vino de rebote el efecto de reverb natural de la plaza que no pudieron quitar por el resto de la arenga. Luego, en el segundo “viva México” apareció a cuadro una señora con una banda en la que claramente se leía “López Obrador”, segundos más tarde, se vio a un grupo de personas frente a la cámara con fotos del Peje, que volvieron a aparecer dos veces en la pantalla, fugaces pero nítidas. Al final del himno, cuando Calderón deja el balcón, se oyó claramente en el audio “¡Obrador, Obrador, Obrador!”. Este año fueron mucho más cuidadosos con el aspecto técnico de la transmisión, y no se arriesgaron a dejar abierto el audio de la plaza, sino que pusieron aplausos y vivas grabados. Lo que se le patinó a Calderón fue que se olvidó de que su esposa estaba con él en el balcón, y cuando puso la bandera a un ladito (con el brazo malo, también) la tapó completita a la señora; por unos minutos, pareció que no había Margarita Zavala en el balcón de Palacio. Ella, ni modo, se aguantó, ni la plaza pudo ver, le tocó pura bandera. Las palabras misteriosas de hoy son: de gritos, de reglas.

II: Expresiones
El 24 de abril de este año se transmitió en el mundo de habla inglesa el noveno episodio de la cuarta temporada de Lost, la serie de drama/ciencia ficción producida por ABC. Aunque ese episodio fue uno de los menos vistos por el público, fue a la vez uno de los más alabados por la crítica, en particular por el giro que dio a la historia y por la actuación de Michael Emerson, en el papel de Ben. En este episodio, entre muchas otras cosas, se revela que los dos “malos” de la serie —Charles Widmore y Ben Linus—, que además son archirivales, no se pueden matar entre sí, por alguna oscura razón. Pueden perseguirse, mandarse golpear, hacerse transas y escurrirse, pero no se pueden matar entre ellos, ni a sus familias. Sin embargo, en el clímax del capítulo, centrado en el personaje que interpreta Michael Emerson, la hija de éste es ejecutada por mercenarios a sueldo de su rival, ante su incredulidad. Ben Linus se queda con los ojos desorbitados de la sorpresa, y va, en una escena de antología, del azoro a la ira, moviendo músculos clave en su cara muy lentamente para realizar una transformación total en close-up. Las únicas palabras que dice, antes de desaparecer por un pasaje camuflado, son “he changed the rules”, él cambió las reglas.

Fue tan impresionante la actuación de Emerson, que prácticamente toda la crítica señaló que con su desempeño en este episodio sellaba el camino al Emmy, (la ceremonia es el próximo 21 de septiembre, por cierto). En palabras de James Poniewozik, de Time (25/abr/08): “…lo cual nos lleva de regreso a Michael Emerson, quien apretó aún más el agarre mortal que ya tiene sobre el Emmy. Su expresión en esa toma larga de acercamiento después de la muerte de Alex, en que su cara va del impacto al dolor a la rabia, fue magistral”.

III: Mientras tanto, en el salón de la Justicia…
Estoy seguro, aunque no lo vi, de que hubo alguien que hizo una cara como la de Michael Emerson, que fue de la sorpresa total a la rabia, y casi puedo leer en su mente las mismas palabras: “me cambiaron las reglas”, en el momento en que un edecán se le acercó y le dijo al oído “señor, acaba de haber un atentado en Morelia, contra civiles”.

Cambiaron las reglas, de golpe, sin previo aviso. Si en verdad, como se ha dicho en las últimas declaraciones, la responsabilidad de las granadas de Morelia es del crimen organizado, la cosa dio un giro brutal así de la nada. Hasta hoy, había sido una guerra entre el narco y la autoridad (aunque en varios casos no se distingue bien a bien dónde acaba uno y comienza la otra), pero no habíamos tenido escenarios tipo ETA o Al-Qaeda, hasta la noche de este lunes. Si en verdad hay un cártel detrás de esto, se trata de una estrategia que, al menos para mi, resulta incomprensible. Hasta hoy, a pesar de las campañas mediáticas y del rechazo de la población hacia la violencia y el crimen organizado, los narcos se habían mantenido en un nicho importante en la cultura popular mexicana, a través del narcocorrido, la anécdota y la leyenda. Quiero decir, no es que la gente los apoye, pero los narcos tenían, hasta el lunes, una posición especial en el imaginario nacional, con íconos que van desde las Pacas de Kilo de los Tigres del Norte al adoratorio en Culiacán a San Jesús Malverde.

¿Por qué un atentado contra la población indefensa, entonces? ¿Qué gana cualquier cártel con eso? Al contrario, en la percepción popular, su imagen se va en picada, y se ganan una persecución más enconada. Podría interpretarse el atentado como una demostración de poder, sí, pero ¿a costa de qué? ¿Realmente será tan mala la estrategia del narco? Quien va a sacar raja a fin de cuentas es Calderón, que justifica así su política bélica y tiene ya excusa para demandar más recursos para comprar armamento y “fortalecer” los cuerpos de seguridad, si no es que va más allá y se nos viene una Patriot Act para reducir las garantías individuales en aras del antiterrorismo. Creo que la colombianización nos está empezando a venir un poco guanga. Ya vamos más allá.

Estamos en la red: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: ernestocortes@itesm.mx.

No hay comentarios.: