Conciencia

domingo, 16 de marzo de 2014

28/feb/13: Hagiografías y renuncias



I: Buenos días
María Guadalupe García Zavala nació el 27 de abril de 1878 en Zapopan, México. Su padre, Fortino García, era dueño de una tienda de artículos religiosos ubicada frente a la basílica, y de niña, María Guadalupe visitaba constantemente la iglesia, distinguiéndose conforme crecía por su devoción y su amor a Cristo. Este se hizo manifiesto en plenitud cuando a los 23 años decidió cancelar el compromiso matrimonial con su novio, un tal Gustavo Arreola del que la historia no nos dice mucho más, para dedicarse a la vida religiosa. Cuando María habló sobre esas intenciones con su consejero espiritual, el sacerdote Cipriano Íñiguez, este a su vez le habló de su propio proyecto: una congregación religiosa dedicada a atender a los enfermos. Así nacieron las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres, comunidad que con el tiempo prosperaría hasta extenderse a 22 sedes en 5 países un siglo después de su creación. Las palabras misteriosas de hoy son: hagiografías y renuncias.


II: La periodista
Giovanna Chirri llegó a su cubículo en la sala de prensa del Vaticano y revisó la agenda del día. Como todos los lunes, estaba programado un Consistorio Público Ordinario, con el Papa anunciando beatificaciones y canonizaciones, en esta ocasión, las de Antonio Primaldo y sus 799 compañeros mártires, y otras dos beatas latinoamericanas.

Había solamente otros cuatro periodistas aparte de ella siguiendo el consistorio a través de pantallas en sus propios cubículos. Quizá al levantarse por un café comentó con su colega mexicana, Valentina Alazraki, el hecho de que una de esas dos nuevas santas era su compatriota. Pero no sabemos tantas intimidades. Podemos razonablemente suponer, eso sí, que Giovanna Chirri, corresponsal de la agencia noticiosa Ansa en la Santa Sede desde 1987, no esperaba sorpresa alguna de ese consistorio que se anunciaba como de rutina.
La periodista, ampliamente versada en temas religiosos, conocía bien la historia de Antonio Primaldo y los 799 mártires de Otranto, asesinados en 1480 por los turcos al negarse a abjurar de su fe y convertirse al islam. Esa sería la noticia de la jornada, la que enviaría a su agencia: el Papa anuncia hoy la canonización de los 800 para júbilo de Otranto y orgullo de Italia. No se imaginaba que el día iba a dar un giro inesperado.


III: Vidas ejemplares
Cuando lo mandaron a estudiar a Roma, a los 12 años, ya pintaba que el niño Francisco Orozco y Jiménez llegaría lejos en el escalafón eclesiástico. Era 1876, y su padre, viudo desde hacía 3 años, había decidido perpetuar la tradición familiar de la carrera sacerdotal enviando a sus dos hijos, Francisco y Luis, al Colegio Pío Latinoamericano en la capital italiana. De Luis no sabremos si logró ordenarse sacerdote, la historia no dice más de él. Nos gustaría pensar que Luis Orozco y Jiménez se quedó en Roma y aprovechó su parte de la fortuna familiar para cambiar la vida célibe de religioso por la cama de una romana ―o un romano. Pero no sabemos. Sabemos, sí, que Francisco, el hermano menor, aprendería a hablar griego, italiano, francés, inglés, portugués y, claro, latín. Se doctoraría en sagrada teología y llegaría a arzobispo. Trataría en vida con diez santos y una beata, y a cinco de ellos les administraría el sacramento de la ordenación sacerdotal él mismo. Eso sabemos porque así quedó escrito.


IV: La tentación de la perpetuidad
La historia oficial, pues, nos cuenta que la asociación entre la madre Lupita García y el padre Cipriano Íñiguez se dio hasta después de que ella canceló su compromiso matrimonial con Gustavo Arreola. Pero en un universo paralelo, Cipriano convenció a Lupita de no casarse con Gustavo antes porque le ofreció a cambio la dirección a perpetuidad de su propia congregación, y ella vislumbró en esa pequeña veta de poder eclesiástico una posición a la que nunca podría aspirar si se casaba y pasaba a ser la señora de. No en 1901, menos en Zapopan. Eso, en un universo paralelo. En este plano, en la historia que sí ocurrió, o que así quedó escrita, la madre Lupita sintió el llamado, esa misteriosa epifanía que la hizo dejar todo atrás y dedicarse a una vida de servicio abnegado a través de la atención a enfermos en un hospital mantenido por las integrantes de su congregación, que particularmente en la segunda y tercera décadas del siglo verían días difíciles, como todo el clero de Jalisco, en tiempos de revolución y anticlericalismo gubernamental. O así se escribió.


V: A salto de mata
En su carta pastoral fechada el 15 de agosto de 1927, su décimo cuarto año al frente de la arquidiócesis, monseñor Francisco Orozco y Jiménez, arzobispo de Guadalajara, dio a conocer a sus fieles una lista de hombres de fe muertos en los enfrentamientos de la Guerra Cristera. Entre la serie de agravios recientes contra la grey católica, destacaba el caso del señor cura de Tecolotlán, Don J. M. Robles, “cruelmente sacrificado en una montaña pero glorificado por el portento de haberse encontrado por los mismos soldados en su lecho un lirio en forma de cruz, según noticias fidedignas”. Eran tiempos difíciles y ese tipo de manifestaciones divinas, en voz de un arzobispo, levantaban la moral del rebaño.


Más de 70 años después, la investigadora Julia Preciado diría del prelado: “coexistieron dos imágenes contrastantes en torno a su persona: la que él mismo creó y la que le construyeron los gobiernos civiles anticlericales. Al principio de su periodo como arzobispo, su imagen juvenil fue una de sus mejores armas; al final, la estampa de anciano fue un escudo que lo protegió de los ataques de las autoridades gubernamentales”. En la imagen creada por el gobierno, Orozco era un sacerdote levantisco, que instigaba a bandidos a rebelarse contra el Estado y que era él mismo un “jefe sanguinario y cruel” de los Cristeros. El arzobispo tuvo que exiliarse en cinco ocasiones durante su ministerio: la primera ocasión en 1914 por desavenencias con el gobernador José López Portillo y Rojas. Una y otra vez tuvo que escapar porque su vida corría peligro. Volvió de su último destierro en 1934, para morir en Guadalajara dos años después.

Alguna vez se movió de incógnito bajo el seudónimo de Juan Rodríguez. En otra ocasión vivió bajo la identidad falsa de un campesino humilde. Tuvo que esconderse en casas de fieles, parroquias, dispensarios médicos y centros atendidos por gente de su fe. Fue en una de esas huídas, según la historia oficial, que su camino se cruzó con el de la madre Lupita García, quien ocultó al prelado en el hospital que tenía con sus hermanas de congregación. En aquel encuentro se ayudarían mutuamente, mucho más de lo que en ese entonces imaginaban: ella le salvó la vida; él la ayudó a pasar a la posteridad.


VII: El olor a santidad
La hagiografía ―el estudio de la vida de los santos― es una disciplina llena de trampas. Es la historia de la cacería contada por el cazador, es la búsqueda no de la verdad sino de la justificación a posteriori. La película La hora de religión (2002), de Marco Bellocchio, nos ofrece una reflexión contemporánea sobre este asunto: una familia aristócrata venida a menos hace esfuerzos por lograr la canonización de la madre, asesinada por uno de los hijos, desequilibrado mental. Aunque la suya fue una muerte vulgar, por así decirlo, la familia pretende presentarla como un martirio sufrido por su fe, lo que la haría candidata a la canonización, sobre todo luego de que se presenta el supuesto beneficiario de un milagro ocurrido por obra de la interfecta.

La tentación de la santidad debe ser una cosa seria. Las oportunidades para que el historiador que hay en el hagiógrafo se desbarranque, muchas. El compromiso con la verdad se sostiene de un hilo muy delgado. Si bien a estas alturas hay pocas dudas (gracias a la historia que así quedó escrita) de que, por decir, personajes como San Francisco merecían el título de santos, hay en la historia reciente algunos intentos de canonización que van de lo absurdo a lo ofensivo. Un par de casos cercanos: el de Carlos Abascal, exsecretario del Trabajo con Vicente Fox, cuyo proceso formal podría iniciar este noviembre (el informal arrancó en 2010, con una solicitud a la arquidiócesis primada de México) al cumplirse cinco años de su muerte. Segundo caso: el del padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, pederasta, drogadicto y defraudador a quien sus incondicionales consideraban destinado a la canonización desde antes de morir, y aún después de revelada la cara oscura de quien fuera amigo muy cercano de Juan Pablo II: "Gracias a este complot nuestro fundador tiene una nueva corona de espinas, pero va a ser santo", decían.


IX: Universos paralelos
Así pues, en la lista de puntos a favor para canonizar a la madre Lupita, el Vaticano cuenta que “la Madre María puso su propia vida en riesgo para ayudar a sacerdotes y al arzobispo de Guadalajara a ocultarse en el hospital”. Esto ocurrió, dice la Santa Sede, “entre 1911 y 1936”: un cuarto de siglo de margen. La biografía más completa del arzobispo que este escribidor ha encontrado señala que “es seguro que tuvo también trato con Santa María de Jesús Sacramentado Venegas y con las beatas Vicenta de Santa Dorotea Chávez y María Guadalupe García Zavala”. Todo son vaguedades, pues. La Academia Mexicana de Historia (de la que el arzobispo fue miembro), omite en su biografía oficial el encuentro con la madre Lupita; para ellos, no ocurrió. Todas las biografías de ella, sin excepción, hablan del encuentro, pero ninguna le pone fecha y lugar, aunque exaltan la importancia del acto heroico de la beata.

Entonces, ¿se habrán encontrado alguna vez la madre Lupita y monseñor Orozco? Estando él el Guadalajara y ella en Zapopan, no parece remota la posibilidad. Pero si ella realmente le salvó la vida ocultándolo de las fuerzas gubernamentales, ¿por qué la iglesia, que es tan prolija en casos como este, no tiene documentado el encuentro con pelos y señales? ¿No será que una mano historiadora voluntariosa puso el encuentro en las biografías a posteriori? ¿Podría ser que el proceso de canonización necesitaba un empujoncito?

Nunca sabremos. Lo que cuenta, al final, es la historia como queda escrita y aceptada en el mainstream. Y así se registró para la eternidad: ella lo salvó, hoy la iglesia la premia por ello. Si algo pasó ―o no― en universos paralelos, ya es otro cuento.


X: La periodista (II)
Giovanna Chirri fue la primera en darse cuenta de lo que estaba pasando. El Papa empezó a leer una carta en latín, pero esta no tenía nada que ver con el tema de la reunión. Giovanna hablaba latín, y con creciente asombro escuchó que Benedicto XVI comunicaba a los cardenales reunidos que sentía ya no tener el vigor de cuerpo y espíritu para ejercer bien su ministerio, y Chirri, que estaba de pie ante la pantalla, en su cubículo, sintió que las piernas le fallaban, y tuvo que sentarse cuando escuchó claramente al pontífice decir “Quapropter bene conscius ponderis huius actus plena libertate declaro me ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, mihi per manus Cardinalium die 19 aprilis MMV commisso renuntia reita ut a die 28 februarii MMXIII”.

Chirri era la única que estaba verdaderamente atenta a lo que ocurría en las pantallas de la sala de prensa porque era la única que entendía el idioma. Trató de contactar a un oficial de la prensa vaticana, sin éxito, así que llamó a su agencia, les dijo lo que acababa de pasar, y se puso a escribir velozmente, consciente de que sus colegas tardarían un buen rato en comprender a plenitud lo ocurrido: hasta que se hiciera pública la traducción del discurso del Papa. Eligiendo con cuidado las palabras, Chirri redactó el cable, sabedora de que tenía en sus dedos la primicia: el primer pontífice renunciando en casi seis siglos.

A las 11:46 de la mañana, Ansa soltó la noticia. En cuestión de segundos, se reprodujo en portales electrónicos en decenas de idiomas, y comenzaría el asombro de todo un planeta. La que iba a ser noticia principal del día en el país más pequeño del mundo pasó al olvido: nadie se acordó ya de Antonio Primaldo y los 799 mártires de la caída de Otranto ante los otomanos, de la madre Lupita García que protegió al arzobispo acusado de organizar una revuelta religiosa, o de la beata María Laura de Jesús Montoya Utegui, destinada a convertirse en la primera santa colombiana. Menos que nadie, Giovanna Chirri, que luego de hacer clic en el botón de send para enviar su nota a la agencia, finalmente se permitió una respiración profunda, soltó los músculos, y se sentó a reflexionar sobre lo que acababa de ocurrir. La Iglesia se quedaba sin Papa. Giovanna Chirri empezó a llorar suavemente.



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Para el soundtrack: este texto fue escrito escuchando mucha música, particularmente obras de Arvo Pärt, sobre todo las religiosas: Salve Regina, Te Deum, Magnificat, y así. Para la ocasión, comparto con los lectores una de sus obras que no es de corte teológico: Spiegel im spiegel, la belleza de la simplicidad:






El Disclaimer
Lo aquí narrado se basa en documentación de varias fuentes, aunque todas las historias tienen diversos grados de profundidad y complejidad, y el que las escribe a veces llega lejos, y otras se queda apenas en el primer pasillo del laberinto, contentándose con contar lo poco que ve y cree saber. Las historias de la madre Lupita, el padre Íñiguez, el arzobispo Orozco y la periodista Chirri podrían ser más detalladas (y queda la deuda de narrar la historia de la madre Laura Montoya, que también tiene sus dédalos), pero el espacio y la paciencia de quienes leen pueden no dar para tanto. Las historias se contaron así, hasta ese grado de detalle, por una cuestión estética, por la facilidad para tejer con el material en ese estado y para dar un poco de espacio al juego especulatorio. Esto no es tanto Historia, pues: es divertimento.


Fuentes principales
Sobre la beata María Guadalupe García Zavala y los mártires de Otranto, la oficina de prensa del Vaticano: http://www.news.va/en/news/pope-convokes-consistory-for-canonization-of-three

Y la Prelatura de Ayaviri: http://www.prelaturaayaviri.org/index.php?option=com_content&task=view&id=493


Sobre la vida e imagen del arzobispo Francisco Orozco y Jiménez, el gran artículo de Julia Preciado Zamora: http://www.ciesas.edu.mx/desacatos/40%20Indexado/esquinas_1.pdf

Una biografía de Orozco y Jiménez en el sitio web PreguntaSantoral: http://www.preguntasantoral.es/2013/02/siervo-de-dios-francisco-orozco-y-jimenez/

Y otra biografía, en la página web de la Academia Mexicana de Historia, de la que fue miembro: http://www.acadmexhistoria.org.mx/miembrosANT/res_francisco_orozco.pdf

Carta pastoral del arzobispo Orozco http://eccechristianus.wordpress.com/2012/09/30/mons-francisco-orozco-y-jimenez-xvii-carta-pastoral/


Un buen video del discurso en latín del Papa, con subtítulos en inglés: http://www.youtube.com/watch?v=g-NJNSBNsyk

Para los más clavados, el audio y el texto originales, en latín: http://www.youtube.com/watch?v=NEIjV6IHZOg


Sobre Giovanna Chirri, un reportaje: http://www.rtve.es/noticias/20130212/giovanna-chirri-periodista-dio-primicia-renuncia-del-papa-saber-latin/607862.shtml

Y una entrevista en el diario La Tercera http://diario.latercera.com/2013/02/16/01/contenido/reportajes/25-129991-9-giovanna-chirri-esta-claro-que-ratzinger-no-es-un-politico.shtml

Otra entrevista, de la BBC, en inglés: http://www.bbc.co.uk/news/world-europe-21423877


Sobre la beatificación de Carlos Abascal, un artículo de El Universal: http://www.eluniversal.com.mx/notas/726938.html


Sobre Marcial Maciel hay muchas fuentes. Una vez que se destapó la cloaca, la investigación periodística fue tenaz y reveladora. Es particularmente recomendable el libro sobre el caso publicado por Carmen Aristegui. Acá una nota sobre su posible canonización, en La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2006/10/16/index.php?section=sociedad&article=045n1soc


La cita de Leonard Cohen (keep reading) viene de este hermoso texto: el prefacio a la edición china de Beautiful Losers: http://leonardcohenminute.tumblr.com/post/25254292004/leonard-cohen-reads-his-preface-to-the-chinese


Finalmente, la autobiografía de la madre Laura Montoya, primera santa colombiana, misionera notable y educadora dedicada, cuya historia ya no cupo aquí, aunque no porque sea menos apasionante. Llama la atención, por ejemplo, que durante su vida tuvo múltiples enfrentamientos con el demonio, al que siempre venció, incluso en luchas cuerpo a cuerpo: “…y me levanté, lo cogí de los cuernos, que eran fríos, muy fríos y lo torcí, como haciéndole formar un remolino. Lo estregué contra el suelo y le dije que saliera que él no tenía que meterse en lo que era mío y que no haría más que lo que Dios le permitiera” (p. 175). Aquí las 1240 páginas de sus memorias: http://www.madrelaura.org/sitio/


Si alguien llegó hasta este punto, gracias por su empeño lector. Si aparece un historiador con los documentos en la mano a demostrar que la madre Lupita y monseñor Orozco sí tuvieron trato, me dará mucho gusto acabar con esa duda personal, que fue lo que motivó todo este escrito. La canonización de los susodichos se realizará el próximo 12 de mayo, por si gustan. Y como dijo Leonard Cohen: “dear Reader, please forgive me if I have wasted your time”.

-@ernestocortes

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