Conciencia

martes, 4 de mayo de 2010

Mar 30/mar/10: Adiós al Ecos de la Costa (End of Season 1)

Un mes después de su publicación en papel, he aquí el último episodio de la primera temporada de la Columna Lítica. Como dijo Zitarrosa, "volveremos, los idos y los recién llegados".




I: Buenos díasEstoy cambiándome de casa. Viví por media década en el mero centro, a unos pasos de las cabalgatas, los festivales, el Teatro Hidalgo, los tacos de la Muñequita, la farmacia del Pollo y las campanadas de la Basílica Menor. Este fin de semana mi mujer y yo nos dedicamos a pintar la nueva casa y ahora estamos terminando de llevar los muebles, los aparatos y los muchos, muchísimos libros que han salido de los clósets, los libreros, de abajo de la cama, de los baños, de atrás de las cajas de cereal, de encima del refrigerador, del hueco bajo las escaleras, y alguno perdido detrás del piano. Ella insiste en que regale o tire libros, pero yo me niego a desprenderme de ellos. Aunque tal vez nunca acabe de leer las obras completas de Winston Churchill, o consulte muy de vez en cuando los tres gordos tomos de la edición 1976 del Webster, me cuesta trabajo pensar en perderlos. Así que viajes van y viajes vienen, y poco a poco los libros van hallando lugar en su nuevo espacio. Igual nosotros. Las palabras misteriosas de hoy son: cambios, partidas, cierres.


II: “This song is for the rats / who hurled themselves into the ocean
Este es el último episodio de la primera temporada de la Columna Lítica. Por razones que no deben ser ventiladas aquí, he decidido dejar de publicar en el Ecos de la Costa, pero no quise hacerlo así nomás, al cortón, sino despedirme apropiadamente de los lectores, así como agradecer a quienes hicieron posible que estas letras se leyeran en el decano de la prensa colimense a lo largo de 429 publicaciones en las que se habló de todo: desde el pasado del Homo neanderthalis al futuro del Homo galacticus, con especial énfasis en el aquí y el ahora de nuestra bella Colima y sus entretenidos personajes.

Fue para mí una etapa muy productiva, de mucha creatividad y de grafomanía alegre. El ejercicio de la escritura constante lo hace a uno vivir de manera diferente cada día, y andar con las antenas paradas, siempre a la caza de historias, de detalles, de lucecitas que se pueden convertir en columna publicable. Así busqué comunicar lo que veía de la cotidianeidad, y creo que algo se logró. Traté de que siempre me guiaran (aún antes de conocerlas) las palabras que Heriberto Yépez le dijo al buen Rogelio Guedea: “Criticar no es ningún mérito. Ni para criticar hay que ser héroe o santo. Para eso te pagamos los ciudadanos: para que hagas tu trabajo: no quedarte callado. Por último: escríbelo bien. Así, si el país no cambia, al menos, la lengua avanza”.
Así pues, como todo lo que empieza acaba por terminar, hoy toca la despedida, pero eso sí, con la certeza de que las ganas de escribir no se van (ni que fuera gripa), aunque un espacio se cierre. El blog, por lo pronto, seguirá siendo vitrina para estas y otras escrituras, y se quedará ahí con el archivo completo de la Columna Lítica hasta que los bytes aguanten. A lo largo de estos años tuve el placer de recibir mensajes de muchos lectores por vía electrónica. Agradezco a ellos y a ellas por sus atenciones, y los invito a que esta comunicación no termine. Gracias a la dirección de Ecos de la Costa, que me permitió estar con ustedes cada martes, jueves y sábado en la página 5, y un agradecimiento especial a René González, que me invitó a colaborar en este periódico, y de quien aprendí mucho, sobre todo a través del ejemplo. A los compañeros y compañeras de página, fue un honor compartir espacio con ustedes, en particular con quienes fueron mis maestros hace años y ahora puedo llamar colegas.

Como dijo aquél, “esto es todo, amigos”. Nos encontraremos en la segunda temporada, en alguna otra parte. Los sigo leyendo en Ernesto@CuerdaCueroyCanto.com. El blog se mantiene vivo: www.ErnestoCortes.com. Síganme los buenos: www.twitter.com/ErnestoCortes.

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