Conciencia

viernes, 5 de diciembre de 2008

Jueves 28/nov/08: Llegando a San Miguel de Allende



I: Buenos días
Yo pensaba que lo más surrealista en cuanto a nomenclatura de calles lo había visto en Toluca, cuando caminando en una ocasión por el centro fui a dar a una callecita cerrada que lucía la placa de Privada de la Libertad. Sin embargo, acá en San Miguel de Allende me encontré con la sorpresa de que el departamento que me consiguieron los organizadores del curso que vine a traducir se encuentra localizado nada más y nada menos que en la calle Pancho Pantera. En serio. Pancho Pantera, entre Jaime Nunó y Francisco Gonzalez Bocanegra, por más señas. En una colonia donde todas las calles tienen nombre de músicos (o de canciones, estoy a la vuelta de Cielito Lindo), resalta seriamente una dedicada a la mascota del Chocomilk. Estoy esperando mi día libre para ir a la biblioteca local a buscar documentos sobre la nomenclatura local, a ver si el tal Pancho Pantera fue un músico famoso o algo así. Cosas veredes. Las palabras misteriosas de hoy son: viajes, traducciones.

II: Mexican curious
La primera vez que vine a San Miguel de Allende fue en un “viaje de estudios” (ya sabrán), y estuvimos aquí de paso apenas unas horas. En esa ocasión, varios de mis condiscípulos no salieron de sus cuartos de hotel en Guanajuato, entregados de lleno a la adoración a Baco, algo que nunca entendí: ¿para qué venir a emborracharse tan lejos, pudiéndolo hacer por menor precio en Colima? Misterios de la vida estudiantil disipada.

Según me cuenta mi casera temporal (que, por cierto, y ya que estamos en eso, lleva el peculiar apellido de Christmastree – en serio), en la biblioteca de San Miguel está la segunda más grande colección de libros en inglés que se puede encontrar en México. No es para menos, con tanto gringo jubilado viviendo aquí. Este pueblo es una peculiar combinación de mexicanidad auténtica y aparador cultural para turistas y aves migratorias que escapan de los crudos inviernos del norte. Lo mismo se encuentran las tortillas de maiz negro y nopal en el mercado, a 10 la docena, que las quesadillas a 40 pesos la pieza en un restaurante auténticamente mexicano, for gringos. Para darle un toque más de folclor al pueblo, las autoridades locales decidieron, este año, vestir a los policías con trajes azules y sombreritos que les dan un aire de Sargento García (el del Zorro), y montarlos a caballo. Eso sí, bien educados, hacen caca en los lugares designados (los equinos, digo).

III: Il treno ha un ritardo de quindici minuti
La primera traducción “formal” que hice fue del portugués, hace algunos 5 o 6 años. Bajo la asesoría de Augusto Albanez, me dediqué durante varias semanas a verter al español la obra de teatro O noviço, de Martins Pena, en un delicioso portugués brasileño de hace más de siglo y medio. Luego, esa obra sería llevada a escena con Augusto como director, según creemos, por primera vez en México. De ahí le agarré gusto a eso de la traducida, aunque entonces no sospechaba que esa actividad se convertiría en un muy redituable modus vivendi años después. El inglés me había llegado sin darme cuenta, de niño, gracias a mi padre, y casi al mismo tiempo el francés, de un tío políglota y viajero; los retazos de italiano vinieron con los libros de Antonio Tabucci y los viajes, y los de portugués con las canciones de Chico Buarque y de Caetano Veloso. En las lenguas he encontrado una manera de entender mejor la diversidad del mundo, y una mayor profundidad del gusto por el español, así como el disfrute de la literatura en sus idiomas originales.

Aquí en el Ecos me han publicado algunas traducciones literarias (Leonard Cohen, Margaret Atwood y Steve Silberman) y tengo el sueño a mediano plazo de hacerle justicia a Ragtime, de E. L. Doctorow —uno de mis libros favoritos—, que fue perpetrado al español por alguien que más vale hundir en el pozo del olvido. Cuestión de encontrar un editor y/o un mecenas. Me tomé en serio lo que dice Umberto Eco que dijo Francis Bacon: el primer deber del sabio es aprender muchas lenguas. Voy en el aprender idiomas, la sabiduría se irá construyendo.

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