Conciencia

viernes, 5 de diciembre de 2008

Sábado 30/nov/08: Cabalgan, Sancho / El zapato de Krushev


I: Buenos días
Recuerdo que hace algunos meses a un funcionario local se le ocurrió la desafortunada idea de rubricar una declaración, según él muy contundente, con el remate clásico de “no importa que nos critiquen, porque como dijo don Quijote, ladran Sancho, señal de que vamos avanzando”. A los que sí conocen el texto de Cervantes les provocó una sonrisa irónica, y hubo varios comentarios en la prensa al respecto. Ese funcionario, que tal vez en su vida ha abierto el Ingenioso Hidalgo, se fue con la finta de la creencia popular sin bases. El otro día me decían unos alumnos que el cuerpo de Walt Disney está criogenizado, para ser revivido en el futuro, y les mostré la foto de la lápida que marca el lugar donde fueron enterradas sus cenizas. Las palabras misteriosas de hoy son: leyenda, historia, zapatazos.

II: Lo que dicen que pasó pero que quién sabe si pasó
Me vino esto a la mente porque hace poco, en una clase, hablamos de Nikita Krushev, el ex premier soviético. Como hizo en su momento mi maestra de historia, yo ejemplifiqué para mis alumnos el carácter del rechoncho líder relatando la anécdota aquella de cuando, en las Naciones Unidas, se puso a golpear su escritorio con un zapato para recalcar su punto. Sin embargo, luego me quedó cierta desazón: en realidad yo nunca he visto el video de Krushev zapateando, ni una foto, ni conocía las circunstancias precisas del evento, así que me puse a investigar cómo se había dado el caso.

Casi por instinto reflejo me fui a Youtube.com: si hay un video, estaría ahí, todo está en Youtube. Y no. No había tal. Luego, vía Google fui dando con muchas versiones, pero no hallé nada concluyente, pues cada fuente ofrece una historia distinta sobre cómo y cuándo sucedió (parece que hay consenso en que sucedió el 12 de octubre de 1960, aunque hay varias otras fechas citadas como la buena). Encontré declaraciones de exfuncionarios, periodistas, historiadores, y hasta un artículo de una nieta de Krushev (que dice que se quitó el zapato porque era nuevo y le apretaba, y ya luego se le hizo fácil dar golpes con él en la mesa), pero me fui encerrando en un increíble laberinto de contradicciones: unos dicen que primero golpeó el escritorio con el puño, y luego se acercó al estrado zapato en mano; otros dicen que amenazó al delegado filipino (que provocó su ira y el incidente) con aventarle el zapato, pero que luego se rió de sí mismo, dejando claro que era una broma; otros cuentan que, además de los zapatazos, el soviético gritó “los vamos a hundir” (refiriéndose a los Estados Unidos); y otros más sostienen que, efectivamente, se quitó el zapato, pero en realidad nunca lo esgrimió (y hay una foto donde se ve el zapato en el escritorio, solito). En otra versión, Frederick Boland, dignatario irlandés que presidía la Asamblea, tuvo que llamar al orden con el rara vez usado (para esos fines) mazo que descansaba a su derecha. Sin embargo, también encontré que varios periodistas (norteamericanos, por más señas) aseguran que nunca ocurrió tal incidente. Algunos de los reporteros que cubrían las reuniones de la ONU juran que nunca hubo tal incidente del zapato, que todo fue un invento anticomunista para degradar la imagen pública del líder soviético en tierra norteamericana. Para agregar más humo a la historia, en su autobiografía (Volumen III, editada por Penn State Press, p.269), Krushev habla de otro incidente, que supuestamente habría ocurrido cuando, también en la Asamblea General, rubricó con zapatazos una perorata contra el régimen de Francisco Franco. La nota al pie de página en sus memorias (agregada por los editores) dice que sus recuerdos son incorrectos, que no sucedió así.

Total que me quedé en las mismas. No hay consenso, no hay video, y hay una foto, a todas luces pasada por Photoshop, donde se ve a un Krushev que parece golpear un zapato contra el podium, pero como digo, es una imagen completamente falsa (vayan a Google, la hallan fácil). Decía Alberto Isaac que lo malo es que la historia luego se convierte en leyenda, y parece haberle ocurrido a Krushev, como le ocurrió al Quijote, como le pasó a Sherlock Holmes (“Elemental, mi querido Watson”). La cosa está en saber cuándo es qué, para no quedar como ignorante a la mera hora.

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