lunes, 23 de junio de 2008
Sábado 21/jun/08: Vanderlei de Lima
I: Buenos días
Vanderlei Cordeiro de Lima llegó a las olimpiadas de Atenas 2004 como uno de los favoritos menores para el Maratón, la prueba cumbre del encuentro. Dos veces medallista de oro en Panamericanos (Winnipeg y Santo Domingo), el atleta originario del estado brasileño de Paraná venía de ganar el Maratón de Hamburgo en abril, con un tiempo de 2:09.39, pero en Atenas se encontraría con rivales de la talla del entonces poseedor de la marca mundial de la especialidad, el keniano Paul Tergat (2:04.55), el italiano Stefano Baldini (que venía de hacer 2:08.37 en Londres), y el inglés (ahora canadiense) Jon Brown, entre otros corredores de altos vuelos. Las palabras misteriosas de hoy son: Historias olímpicas, capítulo dos, primera parte.
II: Dos espectadores
La suerte y el Comité Olímpico Internacional (COI) quisieron que la ruta de esa maratón pasara, casi a la altura del kilómetro 36, frente a la casa de Polyvios Kossivas, un exjugador amateur de básquetbol convertido en agente de ventas, hecho ya un padre de familia de prominente panza y barba santaclosesca. Esa tarde, mientras veía en la televisión cómo Vanderlei de Lima tomaba el liderato de la carrera desde el kilómetro 20 y sacaba cientos de metros de ventaja a sus rivales, Kossivas no imaginaba que le correspondería a él ser uno de los protagonistas más importantes de esa competencia.
Al otro lado de la calle, frente a la casa de Kossivas, entre la multitud que aguardaba el paso de los corredores, esperaba pacientemente Cornelius Horan, quien había viajado desde su natal Irlanda dispuesto a convertirse en noticia una vez más. Las autoridades aduanales griegas lo habían dejado entrar al país esa mañana sin sospechar que ese sacerdote católico de pacífica apariencia era el mismo que un año antes había irrumpido en la pista donde se corría el Gran Premio de Inglaterra de la Fórmula Uno, poniéndose a torear autos que pasaban a 300 kilómetros por hora en la recta principal con un letrero que decía “Lean la Biblia. La Biblia siempre tiene la razón”.
III: Estrategias
La primera parte de la carrera se caracterizó por uno que otro lucidito que por tener sus tres minutos de fama dieron descolgadas de las que nadie en el pelotón de los corredores serios acusó recibo. El grupo puntero dejó que varios corredores inofensivos se alternaran el liderato y se mantuvo compacto durante los primeros kilómetros. Hacia el kilómetro 20, Vanderlei de Lima se despegó del pelotón y comenzó una escapada en solitario que lo llevó a sacar a sus perseguidores hasta un minuto de distancia (a estas velocidades, equivalente a unos 300 metros), dominando ampliamente la competencia, pues para cuando el pelotón se dio cuenta, ya lo habían perdido de vista, literalmente.
El grupo perseguidor, integrado por Tergat, Brown, Baldini, Shigeru Aburada (Japón), el eritreo nacionalizado norteamericano Mebrahtom Keflezighi y Jaouad Gharib, el marroquí campeón del mundo, se mantuvo unido y poco a poco fueron reduciéndole metros a la desventaja, juntos, hasta que en el km. 34 el italiano dio un jalón que solo resistió Keflezigui y que rompió la unidad y el paso del grupo. Lanzado con todo a la caza de Vanderlei, Stefano Baldini pasó por el abastecimiento del km 35 “apenas” medio minuto atrás del brasileño, a 7 kilómetros ya de la meta.
IV: « Oh là là là là, qu’est-ce qui c’est passé ? »
Lo que sucedió fue tan repentino que los comentaristas deportivos alrededor del mundo se quedaron fríos: de pronto, Vanderlei de lima voltea a su izquierda y hace un gesto que del terror pasa al dolor, cuando es arrollado por un sexagenario vestido como duende irlandés con pancartas pegadas al cuerpo. Vanderlei de Lima y Cornelius Horan caen al piso hechos un nudo; tres agentes de seguridad que están a la mano se quedan inmóviles, sorprendidos, no reaccionan; la cerca que separa al público de la ruta es saltada por un hombre cuya fisonomía contrasta con su agilidad: un gordo de barba blanca en bermudas se arroja sobre el agresor y de un empellón lo quita de encima del brasileño, inmediatamente después ayuda a levantarse al corredor y lo impulsa con las dos manos mientras le grita “go!”; finalmente los policías reaccionan. Vanderlei ha perdido 20 preciosos segundos y va lastimado, pero sobre todo, con el ritmo y la mente ya completamente fuera de sitio. Baldini, que no ha visto el incidente, se sorprende al pasar una curva y ver que el brasileño está tan cerca, pero reacciona y ataca con más fuerza, seguido de Keflezighi, que no se le despega un metro. Polyvios Kossivas regresa corriendo a su casa para ver en la televisión el final de la competencia. Su esposa y su hija están llorando cuando él abre la puerta. Afuera, la policía arresta a Cornelius Horan, quien porta unos letreros que dicen “El padre del Grand Prix. El cumplimiento de la profecía de Israel, dice la Biblia. La segunda venida está cerca”. Pagará una multa de 3000 euros y será expulsado de Grecia. Tres días después, el 2 de septiembre, será juzgado en Londres por exponerse indecentemente ante una niña de 7 años. El jurado lo exonerará.
V: To be continued
En nuestra próxima entrega concluiremos esta historia, con el desenlace de la competencia, y siguiendo los destinos de Kossivas, de Lima y Horan, que dieron todavía de qué hablar en los meses posteriores a las Olimpiadas. En el blog, claro, el video de esta carrera y del incidente: ernestocortes.blogspot.com. Los leo: ernestocortes@itesm.mx
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