Publicado originalmente en www.ColimaFutbol.com
El mundo del atletismo, en particular de las pruebas de velocidad, se ha visto empañado desde hace un par de décadas por los escándalos relacionados con las drogas ilegales a las que muchos corredores han recurrido para mejorar su rendimiento o para acelerar la recuperación de lesiones. Hoy se sospecha que algunos records de pista establecidos en los 70s y 80s fueron realizados por atletas que consumían esteroides y otras drogas, y que pasaban por encima de los controles antidoping gracias a la vista gorda de las federaciones locales. Esta sospecha pesa, por ejemplo, sobre la cabeza de Marita Koch, la velocista de lo que entonces se llamaba Alemania Oriental que se convirtió, en 1979, en la primera mujer en correr los 200 metros por debajo de 22 segundos, y que a la fecha sigue ostentando el record de 400 metros, con un inalcanzable 47.60 marcado en 1985 (como referencia, la mejor marca de Ana Guevara fue de 48.89).
Los 80s fueron campo fértil para las drogas en las pistas. Como entonces no existía la tecnología para detectar sustancias que hoy es obligatoria en todas las competencias, solamente algunos de los usuarios de sustancias prohibidas fueron sorprendidos en la movida. El más famoso de esos casos, sin duda, fue el del canadiense Ben Johnson, quien en 1987, en Roma, había registrado un fabuloso 9.83 en los 100 metros planos, y al año siguiente, en las olimpiadas de Seúl, arrasó con un 9.79 que a los dos días sería invalidado porque se le detectó stanozolol en la orina, un esteroide anabólico derivado de la testosterona que ayuda al crecimiento muscular y a la producción de glóbulos rojos. Esta droga, por cierto, también fue usada en su momento por los futbolistas Salvador Carmona y Aarón Galindo, el luchador Rey Misterio, y el beisbolista Barry Bonds.
Las dos décadas siguientes vieron la continuación de los casos de doping en las pistas, y la desgracia para algunos corredores que no solo fueron castigados con vetos deportivos, sino que fueron a dar a la cárcel. Al inglés Linford Christie (9.87) se le encontró seudoefedrina en las olimpiadas de Seúl 88, y luego nandrolona en 1999, lo que llevó a que el comité olímpico de su país decidiera no volverlo a enviar a una olimpiada.
El 9.78 del norteamericano Tim Montgomery en 2002, que entonces fue considerado record mundial, fue anulado cuando se comprobó que había usado sustancias prohibidas, y de hecho actualmente está cumpliendo una condena de casi 10 años de prisión por distribuir heroína y por fraude. La que por varios años fue pareja de Montgomery (y madre de su hijo), la también velocista Marion Jones, en su momento fuera la reina de las pistas y obtuvo 5 medallas en Sydney, pero tuvo que regresar sus preseas y cumplir una condena de 6 meses en prisión por mentir sobre su uso de drogas ante un jurado federal (perjurio, el mismo delito por el que ya le andaba a Bill Clinton). Mucho se rumoró que la prematura muerte de la reina anterior, Florence Grifith-Joyner (10.49, RM) tuvo que ver con las drogas prohibidas, aunque nunca fue descalificada retroactivamente, como ocurrió a Jones.
Un caso muy peculiar es el de Maurice Green (9.79), a quien durante su carrera activa nunca se le detectaron drogas en la sangre, pero que el año pasado fue acusado de comprar sustancias ilegales para mejorar su rendimiento. Lo curioso del caso es que la acusación vino de quien presuntamente le vendió las drogas por $10 000 dólares: el lanzador de disco Ángel Guillermo Heredia, mexicano.
La exigencia del deporte-negocio actual es tan alta, que para muchos atletas la única manera de mantenerse en las primeras líneas es acudiendo al mejoramiento químico —e ilegal— de sus metabolismos. Es por eso que resulta tan reconfortante para el panorama la aparición de Usain Bolt, un atleta que hasta la fecha ha pasado todos los controles antidoping y que se ha posicionado como el mejor velocista del mundo actualmente. Esta semana, en el Mundial de Atletismo que se celebra en Berlín, el jamaiquino Bolt rompió los récords de 100 y 200 metros con marcas que hace algunos años hubieran sido consideradas fuera del alcance humano.
En los 100 metros, Bolt paró el cronómetro a los 9.58 segundos, rompiendo una barrera que hasta ese entonces se consideraban no solo infranqueable, sino de fantasía: la del 9.60. Para mayor sorpresa, el jueves de esta semana Bolt corrió los 200 metros en 19.19, que equivale a correr dos “cienes” continuos sosteniendo la velocidad de 9.59, sin parar. Eso equivale a más de 10 metros por segundo y a más de 3 metros por zancada, algo que está muy alejado de las posibilidades del corredor común y corriente.
Usain Bolt, a menos que se demuestre lo contrario en los meses y años por venir (esperemos que no) representa actualmente lo más elevado del desempeño humano sobre una pista de carreras, sin la ayuda de las drogas que tan mala imagen han dado al atletismo en las últimas décadas. No son exagerados los homenajes y las alabanzas de los que es objeto en estos días; antes bien, los que estamos en el deporte debemos agradecer su ejemplo, y buscar, desde nuestras modestas posibilidades, seguirlo.
Los leo: ernesto@cuerdacueroycanto.com. Este y otros artículos en: ernestocortes.blogspot.com.
Más sobre este tema: Columna Lítica: Correlones y mañositos
Bonus track: Marita Koch corriendo para el record de 400 m.