I: Buenos díasEstoy cambiándome de casa. Viví por media década en el mero centro, a unos pasos de las cabalgatas, los festivales, el Teatro Hidalgo, los tacos de la Muñequita, la farmacia del Pollo y las campanadas de la Basílica Menor. Este fin de semana mi mujer y yo nos dedicamos a pintar la nueva casa y ahora estamos terminando de llevar los muebles, los aparatos y los muchos, muchísimos libros que han salido de los clósets, los libreros, de abajo de la cama, de los baños, de atrás de las cajas de cereal, de encima del refrigerador, del hueco bajo las escaleras, y alguno perdido detrás del piano. Ella insiste en que regale o tire libros, pero yo me niego a desprenderme de ellos. Aunque tal vez nunca acabe de leer las obras completas de Winston Churchill, o consulte muy de vez en cuando los tres gordos tomos de la edic
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